El presidente Trump
ha superado una prueba de credibilidad política ante el pueblo estadounidense.
Su discurso, en el congreso de la nación, repleto de verdades y sin retoques ideológicos,
le permitió mostrar atributos de estadista, meridiana elocuencia, talante y racionalidad en sus ideas. El inicio no pudo
ser mejor. Para ser “políticamente correcto”, se ubicó en el mes de la herencia
negra para ofrecer su homenaje al americano de ascendencia africana. Después, a
diferencia de Obama, enumeraba los problemas del país y sus posibles correcciones
llamando a la unidad de todas las fuerzas en el parlamento. Fue aquí, donde nos
dijo que, a pesar de provenir de un mundo diferente al de la mayoría, sabía los
problemas de la gente e indicaba las rutas para hacer lo que llama una América
mejor.
Los demócratas, en
una bancada vestida de blanco y con lazos azules, no pudieron boicotear el discurso del presidente y tuvieron, por vergüenza más de una vez, que aplaudir
sus palabras para evitar el juicio moral de sus conciencias. Fueron invitados,
varias veces, a compartir la responsabilidad de devolver el lugar que América
va perdiendo en el mundo, sin embargo, su respuesta, al discurso de Trump, exhorta
al atrincheramiento y a la deslealtad.
La serenidad, el
dominio del escenario y el énfasis en lo esencial, mostraban a un presidente
convencido y entusiasta. Creativo y reconciliador. Optimista y actualizado
sobre la nación y el mundo. El interés por erradicar la violencia en las
comunidades jamás había sido tratado con tanta claridad por un mandatario
americano. La prioridad en la formación de valores, a través de la escuela, implica
un novedoso y necesario cambio en el sistema educativo del país. “La educación,
dijo, es el tema de derechos civiles de nuestro tiempo” Y es verdad, más de una
vez me he referido a la urgencia de invertir en la educación para superar el
retraso cultural de los afroamericanos e inmigrantes latinos. A propósito, pocas
horas, antes del discurso en el congreso, Donald Trump se reunía con directivos
de Collages y Universidades negra con el ánimo de ofrecerle recursos para
mejorar la calidad de esos centros docentes. Sin embargo, los medios, en lucha
frontal con el mandatario, destacaron, con una foto como prueba, como una
colaboradora suya se arrodillaba sobre un sofá e ignoraban la importancia de
aquella reunión.
El discurso de
ayer, invita a superar los miedos y el pesimismo. El presidente llama a la
unidad para asegurar la vida de quienes vivimos aquí y aleja de todas dudas la construcción
de un país caótico y bananero, como suponen algunos. Quienes deseaban gritos de
guerra escucharon su llamado a la paz.
La era Trump, se inicia
con este discurso. Si en la carrera hacia la Casa Blanca muchos no entendieron
su programa, anoche desvistió las páginas de su hoja de ruta.
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