Wednesday, March 8, 2017

El Metiche oficial (La fiesta del Cangrejo) *

Cuba, en fin de cuenta, es un país mágico. Singularidad apropiada para creer en todo lo imaginable, donde lo incierto puede ser certeza y no una mentira o la verdad un disimulo a tiempo. La isla no es una casualidad, como siempre he creído, ni un archipiélago apretado en el mar, entre dos meridianos. Cuba, es una invención perfecta y mal calculada, un obscuro misterio no resuelto y un aprendizaje de lo mismo. Puede ser, lo cual es posible, un manicomio de infantes sujetos al fondo de un hueco sin final intentando llegar a donde partieron. Así impresiona el sitio donde nacimos y queremos morir. Así, para ser más exacto, lo presentan al mundo sus dueños de hoy.

Raúl Guillermo Rodríguez Castro, nieto del generalísimo dictador cubano, un guardaespaldas joven, de linaje imperial y carácter ligero, celoso guardián de las costumbres familiares y de bajo CI, demostraba, con un baile ramplón y desafinado, la magia del país que han robado.  El Cangrejo, así le apodan, convertido en una celebridad, por su torpeza en Paris y su obsesiva pasión por chupar cámara, nos ayuda a entender el país que tenemos. El poder total lo permite todo, demostraba el muchacho desde el escenario, y se ejerce de la mejor manera. Lo suyo no era otra travesura porque atravesara su voz de militar para desentonar a los cantantes de una banda musical. Lo suyo, son mañas aprendidas del clan donde los límites es el cielo. Y estaba feliz el joven guardia porque era su fiesta.


Raulito, no es un simple metiche oficial y sus locuras no son cosas de la edad, sino asunto de estado. Si su tía Mariela, quien convoca jolgorios, gracias al visto bueno de papá, con los homosexuales salidos del closet, lo hace en nombre de la patria, puede que el cangrejo, con su despelote, lo haga también porque el folclor revolucionario es su carnaval.  

* Por sugerencia de mi amigo Edmundo...

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