Sunday, December 21, 2014

La política del Ping pong de Nixon en China y el acuerdo de Obama con Cuba

Mis opiniones nunca fueron tan apetecidas como esta vez, cuando Cuba y Estados Unidos deciden establecer relaciones y enterrar un largo pasado de confrontación política. Confieso que decidí esperar para evaluar los escenarios inesperados que se sucederían tras el sorprendente anuncio por Barack Obama en Washington y Raúl Castro en La Habana.

Un análisis objetivo del asunto me lleva a ubicar mis manos en la cabeza y alejarla del corazón. De situarla en el pecho recordaría las detenciones arbitrarias e injustas a la que fue sometido, el desalojo del hogar que habitaba juntos a los niños pequeños, el acoso a la familia, las amenazas de muerte y el exilio. Recordaría a los prisioneros de largas estadías en las cárceles de Castro, a los fusilados en juicios sumarios y sin garantías legales, a los muertos del estrecho de La Florida, el remolcador 13 de marzo y otros crímenes abominables del régimen cubano.

En política las emociones no cuentan. Eso es verdad. Tal vez, por ello nos resulta tan difícil a los cubanos embarcarnos en un proyecto razonable y estratégico donde la serenidad y la inteligencia nos permitan conducirnos en el laberinto de las ideas con responsabilidad. Sucede, y todos los sabemos, que reaccionamos, generalmente, con el corazón y las emociones casi siempre producen lágrimas y éstas cuando brotan, debilitan.

 Antecedentes

Estados Unidos y Cuba siempre han conversado y han alcanzado acuerdos en negociaciones mediante terceros y a través de una diplomacia secreta efectiva y pragmática para los dos países. Alexander Haig, un americano feo, según un libro publicado en los ochenta en la isla sobre aquel funcionario, conversó con Carlos Rafael Rodríguez en México en noviembre de 1981 durante la administración de Ronald Reagan. El centro de las discusiones era el apoyo de Cuba a las guerillas en Centroamérica y la participación en los conflictos de Angola. Anteriormente el secretario de estado Henry Kissinger ideó crear una “ventana de oportunidad” para Cuba que buscaba normalizar las relaciones con La Habana para alejarla del efecto soviético. El ex secretario de estado había penetrado China con la política del ping pong y creía que Cuba mordería el anzuelo pero olvidaba que Castro se glorificaba como satélite de Moscú.

Clinton también intentó una cercanía y casi estuvo a punto de lograrlo pero gobernaba Fidel y este paralizó el proceso derribando a los dos los aviones de Hermanos al Rescate para estancarse en la trinchera de la confrontación de donde salía casi siempre fortalecido.

¿Dónde estuviera Cuba si aquella ventana de oportunidad de Kissinger y Nixon se hubiera abierto y los deseos de Clinton por normalizar las relaciones se concretaran entonces? Nadie lo sabe, pero el país no fuera el mismo.

Trasfondos estratégicos

Hay varias consideraciones estratégicas en el acuerdo entre los dos países que no se han tomado en cuenta y son valorizadas altamente por Estados Unidos como parte de su pragmatismo. Una de ellas está directamente ligada al probable retorno de Rusia como potencia en su interés de convertir de nuevo a Cuba en el satélite que fue durante la guerra fría. El otro, y casi en la misma dirección, es alejar el efecto chino de la isla. Muchos en este país aseguran, y posiblemente tengan razón, que una relación fluida con Cuba les quita a los “bolos” y los chinos influencia en el Caribe y posiblemente en la región. Recuérdese que La Habana es el referente moral de la izquierda irracional de Latinoamérica.

Raúl Castro, queriéndolo o no, ha sumado a Cuba a la lista de países que condenan a Moscú por su política expansionista en Ucrania. Incluso, la pretensión de Putin de reabrir la base de espionaje electrónico (Lourdes) en La Habana, se congelaría porque los Estados Unidos, seguramente, no intentarían acercarse a la isla si ésta les ofrece a los rusos un servicio de espionaje que todos sabemos está dirigido contra los americanos.

Júbilo mundial

La noticia del acercamiento entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos ha creado un entusiasmo en cadena. Europa se regocija con los acuerdos porque Obama acaba de tenderle una alfombra roja a la posición común de la Unión Europea hacia Cuba trabada por largos años ante el deterioro en la isla de los derechos humanos. Los países de la región, sobre todo Brasil, han saludado como un triunfo suyo el cambio de política hacia La Habana. En el resto del mundo se perciben iguales reacciones.

En la alegría de los cubanos en la isla se pueden encontrar muchas lecturas. La primera, para los grupos incondicionalitas, es que la revolución ha conseguido una victoria que destraba su miseria. Estas personas, imbuidas por la ignorancia de su propia realidad, sostienen la esperanza que todo a partir de ahora será mejor. Después, se observan los criterios de aquellos que tienen niveles críticos y generalizadores de conciencias, que evalúan los acuerdos como un espaldarazo a un régimen agotado en el tiempo pero piden esperar y que nadie hable por ellos.

Los opositores, la variante más dinámica de la sociedad por su visión sobre el futuro, está divida, como en casi todo, y se lamenta que de nuevo el destino de Cuba se defina desde afuera cuando el problema está adentro.

Abreviando la idea, una mayoría casi absoluta en el mundo apoya el acercamiento y también en Cuba. Cabe preguntarse, ¿dónde está la razón y quienes se equivocan?

Grave error ético

Opino que Obama, que para muchos tiene un afán desmedido por pasar a la historia como un gran presidente, asumió el reto con el entusiasmo del neurótico. Es aquel acto impulsivo que se ejecuta, puede ser por un hecho razonable o justificado, pero comportándose de una manera impropia. Y estas son errores éticos, (posiblemente táctico también) del mandatario norteamericano al negociar con las autoridades cubanos a espalda de muchos cubanos que siempre le han apoyado e incluso, algunos pusieron sobre su mesa propuestas que promovían el acercamiento entre los dos países. Esta vez una potencia impone su voluntad sobre nuestro país sentándose al lado a la parte que controla el poder en Cuba y marginando el reclamo de las víctimas de ese régimen. Esa incoherencia moral del gobernante americano, tomando en cuenta los valores que representa en el orden democrático su país, nunca se debió cometer.

Los años cuentan para Raúl

En el 2004 me reuní en la ciudad de Miami con John P. Wright, un opulento hombre de negocio de la Florida, que entraba y salía de Cuba como perro por su casa. No supe de antemano cuál era el interés de encontrarse conmigo pero en la reunión me aseguró que tenía un punto de vista interesante sobre los problemas de Cuba. Me decía que levantar el embargo era lo mejor para Cuba y argumentaba porque. Me invitó a pensar en los beneficios personales para mi familia en la isla. Después, casi al final de aquella reunión me dijo: a Castro lo que más le interesa es lo que pasará con sus hijos después de su muerte, está obsesionado con eso.

Pudiera ser que Raúl Castro, cuya vejez es ostensible, también piense en la suerte de los suyos para cuando abandone este mundo. De ser así, es porque ha querido tener a sus vecinos del norte como garantes de estabilidad para el país y su familia. Es posible este adagio porque en medio siglo el personalismo ha imperado en la isla y las ideas de un solo hombre gravitan sobre la voluntad de la mayoría y deciden las relaciones presentes y futuras de Cuba con otros gobiernos.

Calculando el alcance de los acuerdos, una ventana de oportunidad se abre, como quería Kissinger para Cuba y por ella pasarán los que con inteligencia adecuen sus pasos ante los nuevos eventos que se avecinan.  


Friday, December 12, 2014

Balance

Cincuenta y cinco años en la vida de un hombre es mucho tiempo y cuando se han vivido sin libertad parece una eternidad. Por ese tránsito, lento y convulso, han andado millones de cubanos y, como se vislumbran las cosas, ese camino no parece terminar a corto o mediano plazo.

La historia de ese período aciago ha creado un país diferente y a un pueblo abstraído en un nivel de conciencia sumisa y en la incondicionalidad con la locura. Impresiona la nación cubana, de intramuros y algunos de esta orilla, como un enorme manicomio donde los únicos cuerdos son tan pocos que, en el intento de romper los hilos de la chifladura, terminan tirándoles piedra al mar y no a las murallas donde están los enfermos.

Y es así como se puede empezar un balance de un pueblo cuyo valor e inteligencia son incuestionables a pesar de estar dominado por el miedo y la ignorancia. Pero hacer un breve recuento de más de medio siglo de castrismo es arriesgado porque la extensión de la maldad en ese modelo ha sido tanta que no existen borradores para describirlas. A pesar de ello, intentaremos resumir el significado del socialismo tropical de los hermanos Castro, durante su larga estadía en el poder, con once situaciones ostensible para mí y que han marcado la realidad nacional.   

La desvalorización moral y ética del ciudadano ha creado un comportamiento conductual espurio, sometido a las reglas del modelo político y extremadamente superficial. Los patrones universales de normalidad se comenzaron a romper desde el mismísimo primero de enero de 1959.

La extensión de la desconfianza a nivel social es parte de la arquitectura ideológica del castrismo que prescinde del ciudadano como persona pero, lo valora como un sujeto del poder. A éste, entonces y por la conveniencia de dividir a los miembros de la sociedad, se le manipula para que interprete su entorno desde la perplejidad.     

Cuba es el segundo país en el mundo, después de Corea del Norte, donde la política salpica el día a día del ciudadano. Desde lo más básico hasta las más complejas satisfacciones de las necesidades pasa por el prisma de la política.

El temor ha generado cinco tipos especiales de miedo en Cuba. Primero, miedo al régimen, segundo miedo al cambio, el tercero, es el miedo a un exilio demonizado por Castro, en cuarto lugar, el miedo al otro y finalmente el miedo a si mismo (miedo sensorial)

El lenguaje de la revolución cubana tiene particular importancia y ha servido para cambiar el significado real de las cosas. Un hombre valiente en Cuba es quien defiende al modelo, quien lo enfrenta es un cobarde. El poder del discurso político ha sido un instrumento de utilidad meridiana para invadir las conciencias sumisas de los ciudadanos.

La mayor propiedad del régimen han sido los niños y los jóvenes porque son el terreno donde cultivan el imaginario del castrismo para su perpetuidad en el poder.

“Cuba es una mitología política”*** y la mentira individualizada desde las altas estructuras del poder hasta los ciudadanos explica el daño antropológico que ha comenzado a padecer desde hace década la sociedad cubana.

La incondicionalidad al modelo se sustenta en la ignorancia de una mayoría que no tiene referentes comparativos ajenos a las influencias ideológica del régimen. Este grupo, capaz de convertirse en turba y constituir un peligro real, siguen creyendo que después de la revolución solo existe el fracaso.

La tolerancia mínima a la existencia de opositores, por parte de Raúl Castro en los últimos años, obedece a una estrategia bien pensada para mostrar hacia el exterior la existencia de disidentes y obtener ventajas en las relaciones económicas con algunos países y bloques de poder.

Para los comunistas cubanos en el poder, la desaparición del dictador no significa el fin de la dictadura. La obsesión por preservar los beneficios de gobernar le permite mutar el totalitarismo por al autoritarismo y ofrecer nuevas prebendas con unos supuestos cambios estructurales que entretienen a la gente mientras las bases del modelo se consolidan porque el escenario internacional nunca había sido mejor para ellos que este momento.

El enaltecimiento del poder del adversario (léase Estados Unidos o Goliat) ha creado una victimización ventajoso para el régimen (léase David) al obtener el respaldo internacional de muchas naciones y elevar el nacionalismo en Cuba.

La compleja situación de Cuba no se puede resumir en tan pocos ejemplos. En mi modesta opinión estos son los eventos de mayor trascendencia durante la existencia de la revolución cubana que próximamente cumplirá cincuenta y seis años.

-         ***  La cita es de Omar López Montenegro


Sunday, November 9, 2014

Perspectivas americanas

I

Obama y el fin del entusiasmo

Las elecciones del 4 de noviembre, donde los republicanos ganaron el Senado y la Cámara de Representantes, anunciaron el fin del entusiasmo que generó la era Obama. Un período marcado por las grandes expectativas y los supuestos cambios que muchos creyeron vendrían con la llegada a la Casa Blanca del primer presidente con un cincuenta por ciento de ascendencia negra.

Era normal que Norteamérica se planteara esas expectaciones cuando Obama basó su campaña electoral en una asonada propagandística sin precedente, donde el Si Podemos parecía sortear el periplo tradicional de la política americana.  

Pero una cosas son las palabras y otras los hechos. La democracia en Estados Unidos gravita sobre tres pilares esenciales para su existencia. Las instituciones democráticas, la libertad individual de los ciudadanos y la división del poder. Ningún presidente, por muy popular que sea, podrá estar por encima de la entidad social y las personas. Y mucho menos obtener todo el poder para mutar al país.

Barack Obama, es un hombre inteligente y tiene carisma. Dos atributos que asustan cuando se tiene mucho poder y se milita en la ideología liberal americana. Su discurso es orgánico y raspa cierto velo de populismo porque atrae, invita al aplauso y hace soñar. Esas variantes crearon una invención americana en pleno siglo veinte y uno. Y el presidente, que parece no ser modesto, pensaba mesiánicamente que el Yes, we can justificaría otra agenda en la primera residencia del país.

La disminución del desempleo y el alza de los índices económicos no han sido suficientes para contentar a los norteamericanos. Seis años después, la frustración del ciudadano con su gestión le castiga y lo sitúa frente a un paraban republicano difícil de franquear.

Ahora bien, la realidad impone a Obama conducirse entre la prudencia política, resignándose a pactar con el adversario, y la obstinación ideológica, queriendo imponer su ideario como solución a todos los problemas.

Su legado depende hoy de la estrategia que sea capaz de implementar para terminar sus dos años de mandato sin el apoyo del congreso y el senado.

Buena suerte señor presidente.

II

Borrar lo negro

Una nota emitida por el ejército norteamericano anuncia que eliminó la política que permitía el uso de la palabra negro para referirse a las personas de piel oscura. Ha pedido disculpa por ofender a todos aquellos que se puedan sentir aludidos y reconocen que el error los obliga ha a eliminar cualquier lenguaje anticuado de sus reglamentos.

Estados Unidos es un país perfectivo porque se corrige casi a diario. Así ha sido siempre y este nuevo paso intenta dignificar a las personas de ascendencia africana que viven aquí, donde sus abuelos sufrieron el abominable crimen de la esclavitud.

Los negros en América, a diferencia de Cuba y otros países en el continente, reniegan del apelativo porque a sus memorias revoletean los días aciagos de la segregación racial y los crímenes por motivos de razas. Además, porque se han acostumbrado a percibirse como parte de una nación que admite de África los orígenes pero no la esencia.

Para los negros cubanos, a manera de ejemplo, que aceptan la negritud con orgullo y sin complejos, parece ridículo y un hecho simple. Sin embargo, en Estados Unidos las formas importan.

De todas formas, cuando se cambian las cosas que afectan a una parte de los ciudadanos, América se edifica en un mejor país.


                

Thursday, September 4, 2014

I am black and have questions (Soy negro y tengo preguntas)

Doce años viviendo en Estados Unidos y nueve en el estado de Mississippi no me dejan ajeno a la realidad de este país. Vengo de Cuba donde opinar es riesgoso y hacer comparaciones un peligro mayor. Sin embargo, resulta inaceptable, aunque parezca un tremendismo maquinal, que sobre algunos temas en Norteamérica mucha gente teme opinar.

Para ser directo, se niegan hablar, dentro de otros temas, de los ciudadanos de pigmentación oscura, los cuales se sienten mejor cuando le llaman afroamericanos porque designarlos como negros es tan degradante, en el imaginario americano, que puede ser no solo ofensivo, sino un acto inmoral y punitivo.

Para mí, que soy negro, resulta caricaturesco que designen un adjetivo para un grupo humano por el origen de sus abuelos y por el pasado ominoso de éstos.

Lo cierto es, que desde tiempos remotos a las personas de piel clara les llaman blancos, a las de piel oscura negros y a los asiáticos, exceptuando a los hindúes, amarillos. Sólo en Estados Unidos decidieron cambiar esos modelos, aceptados universalmente, para evitar que el desprecio  contra los negros, contenido en los actos abominables durante la esclavitud y el largo período de segregación racial, tuviera vigencia después de superadas las barreras de la discriminación.

Hablar de negros parece un derecho reservado solo para los que los somos. Los demás, deben mirar y callar. A partir de esas premisas comienzo hacerme preguntas que he compartido con personas (todas de piel oscura) en Mississippi. Además, añado un breve comentario que pudiera servir como respuesta.

1-    ¿Por qué tanto apego al vocablo afroamericano sin los negros en Estados Unidos son los que menos vínculos culturales, políticos y religiosos tienen con África? 

En el resto de nuestro continente, donde viven más de ciento cincuenta millones de descendientes de esclavos, la presencia africana es visible en el carácter de cada nación con pueblos negros y hasta ciertas creencias religiosas están arraigadas en todos los elementos circunstanciales de esos países. En Estados Unidos los negros son cristianos en su gran mayoría y su visión sobre las religiones de origen africano es que las mismas son diabólicas, primitivas e inaceptables en la modernidad. Para los que sostienen el vocablo afroamericano (sobre todo los políticos) es cómoda su utilización porque no estigmatiza, en su imaginario, su condición racial.   
La cultura americana tiene características muy particulares y el acento africano es menos visible que en países como Brasil, Cuba, Colombia o Venezuela.
  
2-    ¿Por qué los barrios negros son considerados peligrosos? ¿Es, acaso, una invención de los blancos o realmente el comportamiento social de sus residentes convierten esos lugares en sitios sin atractivos?

La respuesta a esta interrogante las ofrecen los propios negros cuando se ilustran. Ellos escogen para residir espacios seguros, lejos de la marginalidad, del crimen y la violencia. Envían a sus hijos a las mejores escuelas y miran abochornados aquellas personas de su grupo que exponen la obscenidad como una virtud de rebeldía.

3-    ¿Por qué mientras los afroamericanos con desordenes en el comportamiento se matan entre ellos los líderes sociales no dicen nada? Sin embargo, ¿por qué cuando un hombre blanco, no importa quién sea, asesina a un negro rompen el silencio y argumentan un crimen de odio y se visualizan como defensores de esas comunidades?

Este doble rasero, en las posturas de esos líderes, es hipócrita e insultante porque parecen sobrevivir (y mantener a sus organizaciones) presentándose ante la comunidad negra cuando un hecho dramático le ha lastimado. A veces, sólo para animar el odio y el resentimiento hacia otros y no para advertirle de las oportunidades del país donde han nacido.

4-    ¿Por qué hay quienes les inducen a muchos negros a pensar que ver a un hombre blanco significa ineluctablemente la presencia de un racista?

Si antes existía la segregación forzosa y amparada en la ley, hoy existe un alto por ciento de personas que practican la auto segregación. Este fenómeno es voluntario (por ambos grupos) y se refuerza por la inmovilidad, la falta de proyectos de vida, la poca educación, la desconfianza y una autoestima baja. El error es autocensurarse paralizándose frente a personas de ascendencia diferentes. Revivir el pasado no resuelve los problemas del presente.

5-    ¿Por qué asumir un modo de vestir desde la vulgaridad, la extravagancia y la obscenidad?

Marthin Luther King Jr. y la generación de fundadores del movimiento de derechos civiles en Estados Unidos siempre fueron valorados porque defendían la el derecho a la integración en igualdad de condiciones pero, vestían, se comportaban y ejercían su acción cívica dentro de un esquema estándar donde las forma importaban.

6-    ¿Es cierto que los inmigrantes hispanos le quitan el trabajo a los afroamericanos o los afroamericanos no quieren hacer el trabajo que hacen los inmigrantes?

Lo segundo es cierto. En Mississippi, cada años miles de trabajadores agrícolas vienen de México a sembrar y cosechar boniato, melones, algodón, arándanos y otros productos del campo. En otros estados del país ocurre lo mismo. 

7-    ¿Por qué resulta tan difícil construir una amistad con un negro americano cuando se viene de otro país a vivir a Estados Unidos?

La razón está en que las personas de piel oscura casi siempre generan recelos aunque esto sea injustificado generalmente. También los inmigrantes cuando llegan a Estados Unidos reciben orientaciones para adaptarse a la vida americana. Uno de esas lecciones es: No te metas con un negro porque llevas la de perder.

8-    ¿Saben los negros americanos que muchos inmigrantes (no solo hispanos) prefieren convivir lejos de sus comunidades?

Debería llamar la atención que muchos inmigrantes, la mayoría ilegales, buscan espacios para vivir donde el contacto con los “morenos”, como le llaman a los afroamericanos aquí, sea mínimo. Esta tendencia, casi general, entre los que llegan a Estados Unidos, es resultado del prejuicio y la discriminación a la que históricamente han estado sometidas las personas de piel oscura. También, porque en los países con población de descendientes africanos, desde donde llegan miles de inmigrantes, sus vínculos históricos con ese grupo étnico no han sido del todo cercanos y cordiales.

9-    ¿Los beneficios que ofrecen las políticas benefactoras del estado federal a los negros han sido positivos desde su implementación o han servido para crear un lastre que estimula la inmovilidad, la apatía, la vagancia y el oportunismo en un número importante de personas en esa comunidad?

Muchas personas en el mundo ignoran las políticas benefactoras de los Estados Unidos a favor de cierto grupos vulnerables, madres solteras, minusválidos, etc. Los beneficios sin esfuerzo no estimulan a nadie, al contrario establecen una parálisis social insostenible para el estado. Las políticas públicas que favorecen a los afroamericanos no debe consentir el desembolso de prebendas sin que existan cambios en las actitudes de los beneficiados.   

10-                       ¿La llegada de Barack Obama al poder cambia la persecución sobre los negros en América?

En nada o en casi nada. Los supremacistas blancos consideran que el presidente de Estados Unidos llegó donde está por la influencia de sus abuelos blancos y la educación esmerada que éstos le ofrecieron. He podido probar la tendencia de muchas personas a dejar tranquilo a los negros en el mundo que ellos conciben dentro de la sociedad americana. La realidad que viven los negros pobres y marginados dista mucho del lugar por donde transita Obama y otros afroamericanos ilustrados.  Hay quienes afirman, y yo les doy la razón, que todavía Estados Unidos no ha tenido un presidente negro. Para muchos afroamericanos su presidente es más de lo mismo. Esa percepción se debe a las expectativas que se crearon con Obama. Muchos esperaban que el paternalismo benefactor del estado federal acentuara los beneficios que son, en definitiva, uno de los responsables de la inmovilidad de los negros en Estados Unidos.


Quienes han compartido estas interrogantes son personas preocupadas por la suerte de su gente pero, lamentablemente, no tienen capacidad para influir sobre ellos. Los mismos se han sentido lastimado por las generalizaciones porque muchas personas tildan a los afroamericanos de remisos, delincuentes y oportunistas. Sin embargo, aunque existen problemas, un número importante se orientan y llevan sus vidas como los demás ciudadanos del país.

Ellos están de acuerdo que su comunidad debe asumir la responsabilidad en la educación de sus hijos porque es la mejor inversión que se pudiera hacer contra el desequilibrio en los colegios y universidades. Las escuelas están ahí y los programas que favorecen a las minorías han servido para que muchos se eduquen y cambien las vidas de sus familias. Debe reconocerse que no siempre existe vocación ni el deseo de hacer un pequeño esfuerzo.

La situación en muchos lugares donde viven los afroamericanos merece una urgente intervención de la sociedad. No para hacer estadísticas sino para cambiarla. Ese es el lugar donde los líderes políticos y sociales negros podrían demostrar una preocupación por su gente.

Existe racismo y prejuicio racial en Estados Unidos. También  en el estado de Mississippi, eso es innegable. Sin embargo, las barreras que separaban a las personas de la oportunidad han desaparecido y es el momento de curtirse con energía personal y vocación. La enseñanza es el camino que supera todas las brechas y hacerlo ahora es apremiante por el bien de los que somos negros y de todo el país.    


Sunday, August 3, 2014

Revolución cubana: segunda parte

El primero de enero de 1959, Fidel Castro y sus tropas de verde olivo alcanzaron el poder sin imaginar siquiera que llegarían tan lejos. Esa fue la primera parte de una revolución que se radicalizaba ante las narices de Estados Unidos sin encontrar presión alguna por las diferentes administraciones norteamericanos. John F. Kennedy, el presidente demócrata asesinado en Dallas, prometió apoyar el esfuerzo patriótico de cientos de cubanos que desembarcaron en las costas cubanas en abril de 1961. Sin embargo, en el momento preciso, daba la espalda a aquel primer bastión armado, cuya misión era restituir las libertades básicas en Cuba.

Después, Fidel Castro, acertaba su mirada al este para encontrar en la Unión Soviética un aliado incondicional que solo pedía, a cambio de su amistad, convertir a Cuba en un satélite de Moscú. Y la isla se transformó en un enorme campo experimental a disposición del Kremlin. Fueron años de efervescencia revolucionaria y medio mundo creía que el socialismo, inevitablemente, tocaría la puerta de cada país. Entonces, el gobernante antillano, sacaba ventaja en todas partes porque su revolución parecía exportarse a todos los rincones del planeta.

Fue la época de los movimientos de liberación nacional en África, Asia y América Latina. De la descolonización de los países  bajo control de las grandes potencias, de la conferencia Tricontinental, del movimiento de amistad con los pueblos, del internacionalismo proletario y del patria o muerte. De un Castro erguido sobre su propia estatura, guiando, en su imaginario perturbado, a un mundo nuevo, que nacía, según sus palabras, para hacer del socialismo el sistema dominante en el mundo.

Internamente, Cuba era un hervidero de compromisos populares. Sería la isla una nación desarrollada en plazos breves. Producirían más azúcar por central como nunca antes. Más leche por vaca como pocos lo había alcanzado en otros países. Se construirían carretera, sistemas ferroviarios y vías de comunicaciones mejores que en Estados Unidos y el hombre nuevo llevaría sobre su espalda el peso del triunfo revolucionario. Ningún pueblo tendría mejor educación que los cubanos y de salud ni hablar. Una vaquita lechera para cada familia garantizaría una alimentación adecuada y hasta uvas, manzana, peras y melocotones producirían en las alturas de Banao. Un paraíso tropical emergía a la vista de una parte del mundo que realmente llegó a creer, tanto como Fidel Castro, que tales utopías eran realizables.

Cuando el socialismo real desaparece en Europa, la revolución cubana, aparentemente intacta, se mueve como una fruta madura, pero no se cae. Nuevamente Castro alardea de sobrevivir el peor momento en la historia de su sistema, hasta que obligado por una enfermedad abandona todos sus cargos para permanecer como el avizor ideológico y moral de aquella criatura que, cuarenta y seis años atrás, había engendrado con la vileza de su mente.    

Cuando Raúl asume el poder en la isla, aquella revolución inicia su segunda parte sin que llegáramos a pensar que podría consolidarse de la manera que lo ha hecho en los últimos siete años. Y el sortilegio del nuevo inquilino del palacio de la revolución es hacer las cosas diferentes a su hermano pero usando su nombre.

Hoy Cuba está de luna de miel con casi todas las naciones del mundo. En América Latina se deleita al ser el centro ideológico y referencial de la izquierda regional.  Europa se contenta con las reformas raulistas y hasta han decidido revisar la posición común. Las relaciones con China y Rusia son mejores que las establecidas por Fidel con ambos países. Raúl Castro sabe que ambas potencia desean tener un satélite cercano a Estados Unidos y la isla tiene la experiencia para interpretar ese papel.

A todo esto se une el hecho de que los oposicionistas internos no encuentran la vía para establecer un consenso político (en ninguna de las dos orillas) y el protagonismo le ha hecho olvidar que el cambio es posible, como decía Osvaldo Paya Sardiñas, por el camino del pueblo, mediante la movilización.
El menor de los Castro, que parecía un improvisado e incapaz general de oficina, se saltaba los guiones revolucionarios eliminando las marchas del pueblo combatiente o las manifestaciones frente a la sección de intereses de Estados Unidos en La Habana. Sus tibias reformas económicas entusiasmaron al cubano de a pie y Cuba se llenaba de timbiriches de la noche a la mañana. Y por fin, destrona a los intocables de la era Fidel para insertar a jóvenes en las altas esfera del poder no para mostrarlos como acompañantes de una generación de ancianos, sino para que ejerciten la continuidad.

Un viajero sueco que visitaba Cuba concluye que todos los cubanos con los que contactó deseaban cambiar sus vidas. Es decir, tener mucho dinero, viajar, enamorarse hasta más no poder, vacilar a lo grande, comer bien y vestir como Dios manda. Cuando le preguntaba sobre la libertad la mayoría expresaba: aquí se puede vivir bien lo que no hay que meterse con esa gente (el gobierno)

¿Tendrá tercera parte este proceso? Nadie lo sabe. Pero mientras el pueblo no haga lo contrario a lo habitual puede que sí.




Monday, July 14, 2014

Putin revive sus añoranzas en La Habana

Pasó Vladimir Putin por La Habana para dejar constancia de su indulgencia con los hermanos Castro. Antes, era recibida la noticia de la condonación del noventa por ciento de la deuda que Cuba debía al país euroasiático, desde la existencia de la URSS. Ningún regalo al régimen cubano, en la larga historia del castrismo, ha sido tan oportuna como el borrón y cuenta nueva de Putin.

El presidente ruso, que bien sabe enroscarse para mantenerse en el poder, es alguien que añora los días gloriosos de la desaparecida Unión Soviética. Y él sabe muy bien que durante los gobiernos de la hoz y el martillo en su país, Cuba, convertida en un satélite de Moscú, era una pieza clave en la política exterior de aquella gran nación y él evoca aquel pasado deseando revivirlo otra  vez.

Su viaje a La Habana tiene un simbolismo de fácil explicación. Rusia necesita insertarse en la onda expansiva que la izquierda latinoamericana arrastra por la región para ganar espacio en los mercados con el interés de desplazar el protagonismo chino ante la apatía de Washington de accionar en la zona con estrategias atractivas e inteligentes.

También porque Rusia necesita mostrar que es una potencia capaz de crear una base de solidaridad cerca de las fronteras de Estados Unidos y porque a Cuba le hace falta un garante de fuerza, cuya solidaridad permite silenciar a los crecientes oposicionistas interno. Oxigenar al castrismo desde Moscú es un emoliente pragmático en términos políticos. 

José Gabriel Ramón Castillo, advertía, en un sabio análisis, que la visita de Putin a Cuba y del presidente chino en los próximos días, deja un mensaje claro para los opositores dentro y fuera de la isla. Según Ramón Castillo, cuando dos gobernantes de tanto peso a nivel mundial legitiman a una dictadura los opositores deben sentarse a definir por donde han andado y hacia donde deben ir. 

Sunday, July 6, 2014

Apuntes sobre el volante

I
Todos sabemos hacia donde nos ha llevado el castrismo. Las pruebas de su desastre son obvias, pero una interrogante a responder será a dónde iremos sin ellos. Seguramente, que otros lo harán mejor aunque se corre el riesgo de inmortalizar la intolerancia en nuestra cultura política.
El problema cubano es más cultural que político. El historiador Moreno Fraginal, aseguraba que Fidel Castro no es un evento de la casualidad. Quiso decir, que el carácter del cubano posee extensiones malignas capaces de procrear, por el extremo de las pasiones, engendro como Castro.
II
Manuel Cuesta Morúa, le dijo a Juan Manuel Cao en un programa de televisión de Miami, que el régimen cubano no tiene la razón para permanecer en el poder, pero si posee razones para ejercerlo. Pocos, hasta donde la realidad indica, han pensado en ese análisis y nadie intenta influir sobre ese argumento para desmantelar la justificación histórica del castrismo quien asegura gobernar por la voluntad soberana del pueblo.
III
Si alguien ha interpretado nuestro carácter ha sido Fidel Castro. Hitler lo hizo en Alemania, Mussolini en Italia y Franco en España. Los germanos, capaces de atravesar el continente europeo para acabar con el Imperio Romano, creyeron el imaginario del fuhrer de constituirse en una potencia hegemónica. Los italianos volvieron a recordar con Mussolini los días gloriosos del Imperio y se volcó a la aventura fascista mirando a su pasado histórico. Franco estaba obsesionado con llevar a los Españoles al escenario de la gloria cuando las grandes conquistas del siglo XV.
Castro, en su ideal mesiánico, intentaba esculpir en el Caribe una nación capaz de poner de rodillas a Estados Unidos. Su intención de pasar a la historia ha sido el mayor sacrificio que pueblo alguno haya sufrido jamás.  
IV
La Copa Mundial de Futbol ha mostrado la fuerza de los equipos débiles y sin historia cuando deciden jugar como un equipo. Estados Unidos llegaba hasta Octavo y pudo pasar a cuarto de finales si n fuera porque la ansiedad por anotar goles no los aturdiera cerca de la portería. Colombia, animada por las magistrales jugadas del delantero James Rodríguez, combinaba fuerza, talento y deseo de ganar, hasta meterse en el bolsillo la simpatía del mundo por su juego organizado y “agresivo”
Ha sido Costa Rica, la revelación del mundial. Los ticos, con su baja estatura, compitieron como solo pueden hacerlo los grandes en la cancha. Sin una estrella ganaron a dos campeones mundiales (Uruguay e Italia) y empataron con otro (Inglaterra). Jugaban como un team y eso es valioso para ganar.
V

Dicen que los cubanos están fascinados con el futbol y no es para menos. Ojala les sirva para entender que en todos los terrenos, donde se juega algo importante, la cohesión hace la diferencia.

Wednesday, April 23, 2014

La sombra de García Márquez


Ha muerto Gabriel García Márquez y desde el olimpo de los grandes escritores de la lengua hispana recibirá los elogios que merece su obra. Pero escribir bien, ganar un Nobel y ser admirado por la imaginación con la que esculpió Cien años de soledad o El amor en los tiempos del cólera, no es suficiente para dejar de tomar en cuenta la sombra que le acompaño en su vida.
 
Resulta que el escritor colombiano, como fiel enamorado de lo fantástico e increíble, descubrió en Fidel Castro a un personaje que, como presentía Carlos Alberto Montaner, podía  ser el protagonista de una novela mágica. Pero, que sepamos hasta hoy, nunca se atrevió, aunque posiblemente le pasara por la mente, irrumpir  en los misterios del comandante y en sus aventuras políticas porque la amistad entre el novelista y el dictador se erigió sobre una base de admiración casi patológica. 


Y es verdad que García Márquez contaba anécdotas de Castro con una candidez morbosa, esculpiendo con ella el mito de la invencibilidad del súper hombre. 

Una vez, ante las cámaras le confesaba a Estela Bravo, una documentalista que siempre ha estado de moda en la isla, que Fidel nunca pierde. Lo afirmaba después de pasar varias horas con él en una pesquería en los cayos del sur de Cuba junto a otros amigos entrañables como el desaparecido pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Según el novelista, todos los participantes en aquella juerga marina tuvieron mayor suerte y los peces del trópico escogieron los anzuelos de los invitados antes que los de Fidel. El comandante estaba irritado pero en silencio.  Entonces, para vencer su mala suerte se dispuso a usar el tiempo, una de sus armas para vencer a sus amigos, convertidos en ese momento en adversarios sobre las aguas del Caribe. Los agotaba ofreciéndoles tragos de Havana Club hasta provocarles vahídos y una ansiedad por regresar a La Habana. Sin embargo, Fidel permanecía llevando en su memoria la cantidad de peces que habían logrado sacar del mar sus gorrones. La noche llegó y los dos intelectuales, observaban el empecinamiento de Castro por capturar algunos pescados que se negaban (a saber porque) a pasar cerca de su carnada.

 
Era bien tarde, cuando algunos peces errabundos mordieron  el ofrecimiento homicida del gobernante. Fue entonces, cuando el pintor y el premio Nobel, le escucharon decir: les gané, ahora podemos regresar. Era el momento de salir del mar porque había atrapado mayor cantidad de aquellos animales marinos que sus dos amigos.


Parece una  simple historieta contada sin mayores pretensiones y sin fisgoneo literario. Sin embargo, García Márquez no tuvo necesidad de escribir una novela sobre Castro porque aquella pesquería exteriorizaba el mundo interior del comandante con su entelequia personal y tanta precisión psicopática es imposible convertirla en un libro. 


Ahora, los que repasan la historia (o la escriben) posiblemente vean solo las luces en el escritor, ignorando que toda fanal tiene, a su vez e inevitablemente, un halo de sombra natural y Fidel Castro fue la del Gabo.    


Sunday, April 13, 2014

La postura del ladrillo


Hubo dialogo en Venezuela, se escucha decir en todas partes. Al menos convergieron bajo el mismo techo los líderes de la oposición y el gobierno, se estrecharon las manos, saborearon los mismos aromas del refrigerio y se expresaron lo que llaman verdades hasta más no poder. Había tensión entre ambas partes y detrás de las posturas intransigentes de los chavistas soplaba una ventisca de miedo y de inseguridad. 

 
Los invitados al palacio de Miraflores, no mostraron un discurso de unidad, sino las ganas de hacer una catarsis personal frente a los herederos de Hugo Chávez y purificar su alma en el altar de los sordos. Así pasaron más de seis horas exponiendo cada cual sus razones y criticándose mutuamente sin ceder un ápice de sus antiguas posiciones. 

Recordaba un guajiro cubano que vio las conversaciones y es adicto a la política, la cual interpreta a su manera, y dijo que todos estaban amarraos, cosíos y claveteaos sobre un ladrillo donde nadie los podía mover. Y es verdad, sobre todo el gobierno que insistía, espetándoles en la cara a sus adversarios, que jamás volverían a gobernar en ese país. Las conclusiones de Nicolás Maduro, dos minutos después de usar el derecho a la palabra, fueron para decir: ustedes jamás volverán a este palacio. 


Lo más lamentable de aquella noche fue la figura del líder opositor Enrique Capriles que perdió una oportunidad histórica y de lujo ante su pueblo y la opinión pública internacional. Su aparición recordaba más a un sindicalista que a un político formado para ejercer el poder. Improvisar no siempre es válido, sobre todo cuando no se tienen las herramientas para articular de manera racional el argumento, y Capriles tomó la avenida equivocada al no poner sobre la mesa algo diferente a lo que antes habían dicho sus colegas. Su voz fue menor que el resto de su bancada opositora. Estaba desafiante, incomodo, molesto por la derrota en las elecciones pasadas, en la cual concentró su intervención, y en unos intercambios personales con Maduro, sobre aquel suceso, que parecían chismes de barrio.


En Venezuela y en el mundo esperaban ver en Capriles a un político capaz de ganar adeptos, construir la alternativa viable para la democracia venezolana e impresionar. Sin embargo, prefirió inventar antes que llevar un manifiesto escrito que, al menos para poder entender hacia dónde desea ir, expusiera los males del chavismo y las herramientas con las que cuenta para acomodar el desarreglo que está dejando en ese país la variante socialista de Hugo Chávez. 


Enrique Capriles fue el único en tutear a Maduro, una forma de ningunear, que lo yuxtaponía al mandatario, si bien en la cultura latinoamericana esas cualidad para expresarse, sobre alguien con autoridad, solo es posible si media una relación de afecto o tal. Las formas importan en política y Capriles la olvidó  por culpa de sus asesores y de quienes en la oposición prefieren visualizarse individualmente antes que formar un consenso.


El rifirrafe, el dime que te diré, las ofensas y el descrédito personal de las partes, muestran el nivel de vulgaridad alcanzado en Venezuela después de quince años de gobierno de izquierda. El lenguaje simplista de los defensores del chavismo, su apego al guion y el vacío intelectual lo cobijan con un discurso bravucón y populista, que se sostiene en los tonos altos más que en el contenido. 


Ese terreno lo dominan bien los socialistas radicales cuando tienen el poder. No solo porque sus ataques pueden ser mortales, sino porque disponen de la estrategia para deshonrar y asesinar políticamente a sus adversarios hasta obligarlo al silencio, ponerlos a residir en el exilo o enviarlo a la cárcel. Hablan con inflexiones agudas y asustan cuando lo hacen porque, su arrogancia desmedida y la perversidad de sus ideas, provocan el miedo (ese mal del siglo XX que según Sartre paraliza a los pueblos) y aquella noche ese sentimiento parecía tener un efecto viral en Venezuela, según algunos dialogantes de la oposición. 


La polarización que se advierte en el país sudamericano puede servirle al oficialismo para radicalizarse más y su ventaja es que juega con el tiempo para desgastar al adversario. Si las próximas conversaciones discurren sobre un escenario similar y el caldeo de las calles desliera entonces habrá chavismo para rato. Vivir para ver.