El anuncio hecho ayer por la Iglesia Católica cubana sobre la liberación del Dr. Oscar Elías Biscet, ha despertado el entusiasmo en aquellos sitios dormidos de la solidaridad internacional con el movimiento democrático dentro de Cuba. En la isla se alistan sus hermanos de lucha para atinarse un poco más contra la inercia. Es que el médico opositor es el más emblemático de los prisioneros políticos cubanos y el padre de las acciones cívicas en las calles de la isla. El alcance de su proyecto siempre ha sido la movilización ciudadana y la denuncia abierta a la política contra la vida del régimen cubano. No, extraña, por consiguiente, la vileza de las autoridades represivas contra este hombre de piel negra y reflexiva cultura civilista.
El Dr. Biscet, es el elemento con mayor capacidad para aglutinar a todas las fuerzas políticas que luchan contra el comunismo en Cuba, ya sean estas las que se ubican en el exterior y en la isla. Su agenda despierta simpatía en casi todo el espectro ideológico del exilio y el alcance de su propuesta es, posiblemente, la única iniciativa que puede conseguir un consenso entre cubanos. De ahí se deriva un liderazgo natural ganado a fuerza insistir en un cambio presionando a la dictadura desde las calles y no con una oposición bajo techo.
Su liberación implica un desafío para los hermanos Castro. Se asegura que ambos temen a la disposición del médico de permanecer en la isla para refundar su diseño de lucha cívica. Para el propio activista es su mayor reto, porque debe estar informado de la cantidad de cubanos que cifran mucha esperanza en su persona y en el proyecto de acción que pueda impulsar contra la dictadura.
Habrá que esperar sin pedirle nada a cambio a este gigante de la oposición cubana. Él ha construido a base de sufrimiento, tortura, cárceles injustas, descredito y humillaciones su propia historia. Si sabe actuar, motivado por los mismos ideales que le llevaron a prisión, y articular un diseño inteligente de lucha estratégica No-violenta, que permita consensuar una agenda común entre todas las tendencias políticas, ganaría el lugar que muchos le aseguran en la historia futura de Cuba.
Ojala esta vez no ocurra lo que muchas veces sucede con activistas como él, cuando sin querer, algunas personas logran “quemar”, desde cualquier orilla, a un líder y al proyecto político de amplia base social que promueve. El modo operandi siempre ha sido, demandar un salto más elevado sobre el muro intolerante de la dictadura sin tener el impulso para ello, ni la pértiga apropiada para rebasar los atascos de un sistema total.
La liberación de Biscet puede servir para trazar el camino final hacia la democracia.
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