Thursday, October 25, 2012

Son rumores, son rumores



Las redes sociales y algunos medios de prensa de diferentes partes del mundo se hicieron eco de los rumores que salían, esta vez de Caracas, Venezuela, de boca del columnista Nelson Bocaranda, que aseguraba que Fidel Castro, el ex máximo líder de todos los poderes en Cuba, estaba moribundo y en fase terminal, paso previo al viaje final que lo llevaría al mundo de los muertos. Luego, otra persona, que dijo ser médico, detallaba el estado morboso del comandante.

Durante los pocos días que duró el rumor, los sesudos y cubanologos buscaban aristas para hacer sus conclusiones. Unos advertían que el comandante no le había enviado un mensaje de felicitación a su discípulo Hugo Chávez, ganador de las elecciones venezolanas. Otros creían posible el evento fúnebre porque sus reflexiones tampoco se podían leer en Internet.

Mirándolo bien,” no es Fidel quien debe felicitar a Chávez. Ese papel le correspondería a Raúl”. Destacó el académico Andy Gómez de la Universidad de Miami en un acertado análisis sobre esos murmullos. Si aparecen en la red sus reflexiones no debe ser motivo de dudas sobre su muerte porque realmente Castro, por sus evidentes trastornos de personalidad, sabe jugar las cartas del disparate para llevarse los titulares que le ayudan a mantenerse en vida porque sabe teatralizar la resucitación. Y es lógico pensar así al tomar en cuenta que el comandante, en el fichero de las adivinanzas, ha sabido poner su vida en el mayor secreto guardado de una nación.

¿Porque interesarse tanto por alguien que decide muy poco, por no decir nada, de un país que ahora administra Raúl, quien realmente maneja todos los hilos del poder y usa el referente de su hermano de manera pragmática porque está seguro que Fidel ha quedado en el pensamiento de aquellos revolucionarios incondicionales que creen que el comandante sigue controlando la palanca de la revolución? 

Fidel ya no importa. Su muerte no cambia nada en este momento cuando Raúl, como buen aprendiz, tiene las llaves del proceso político cubano y las maniobras con habilidad para sortear dificultades en el orden económico y social. También para lidiar con el aumento creciente de opositores prodemocráticos, con el descontento de la militancia, la frustración de los jóvenes y los recelos de los reformistas silentes dentro del poder.

Para dar en la Diana se debe eliminar el mito de Fidel y concentrarse en lo más importante que es la movilización ciudadana en la isla, como propone el ex prisionero político José Ramón Gabriel Castillo, para poder jerarquizar al movimiento cívico cubano como la verdadera fuerza de cambio si se estructura la dinámica de la oposición, su efectividad, organización y el aumento de su base social.

Sería conveniente, al evaluar la realidad cubana, tomar a Fidel Castro como parte de un momento histórico pasado. Su impacto en la sociedad es referencial y simbólico porque ya no puede articular un breve discurso. Ni dar tres pasos frente a sus marchas del pueblo combatiente, ni dar ordenes a sus lugartenientes y menos dirigir al partido. Lo peor, para alguien que se creo el mito de la invencibilidad, es necesitar sostenerse en los brazos de alguien para mantenerse en pie.

Al mirar las imágenes publicada por los medios de prensas en Cuba, cualquiera, desde el primer momento, solo puede advertir a un anciano débil e incoherente, apoyándose en lo que fue y escondiendo su realidad detrás de un aparente estado físico normal. Los años nos perdonan a nadie y a Fidel Castro le están haciendo un ajuste de cuenta.

Thursday, October 18, 2012

Sin permiso y con salida



La reciente decisión del gobierno cubano de eliminar el permiso de salida o carta Blanca para viajar al extranjero es, con toda seguridad, la medida más importante adoptada, hasta este momento, por Raúl Castro quien, desde su llegada al poder, ha prometido cambios estructurales en todas las esferas de la sociedad y la vida de los cubanos.

Quienes han tenido que pasar por el trámite recordarán con cierta amargura esta traba burocrática nacida del capricho personal de Fidel Castro, que en su afán desmedido por contralar la vida de cada ciudadano en Cuba, accedía hasta el ultimo momento al castigo excesivo contra quienes deseaban viajar o vivir fuera de la isla.

Esa política aplicada en Cuba, y en un reducido numero de países como Corea del Norte y Birmania, además de injusta e inhumana desnudaba la vileza del oficialismo cubano porque aquel tramite, no solo reprimía la libertad de movimiento, sino que iba acompañado del chantaje, la arbitrariedad y la venganza.

Incontables testimonios de personas con visa para viajar a determinado lugares de este mundo global han narrado como eran sometidos a presiones de todo tipo, citaciones oficiales por parte de la policía para advertirle sobre su futuro, amenazas y hasta para comunicarle el supuesto desprecio que la sociedad sentían hacia ellos, esputándoles epítetos degradantes, groseros y calumniosos.

Pero eso formará parte del pasado porque, a partir del catorce de enero del próximo año, los cubanos, al fin, podrán viajar libremente a cualquier país del mundo, si cuentan con una visa expedita por las autoridades de la nación que desean visitar.

Las reacciones en ambas orillas no se hicieron esperar con el anuncio de los cambios migratorios y tienen pocos puntos de coincidencia. En Cuba se ha recibido con euforia la medida y en Miami con escepticismo. La reacción del exilio responde a la suspicacia que generan tantos años de poder de un gobierno inamovible y controlador. También, porque el transfondo ideológico de la argumentación ofrecida por el gobierno cubano, al culpar a Estados Unidos sobre la imposición de controles rígidos a sus ciudadanos, es, además de injustificado y falso, una repetida manía del oficialismo criollo para quitarse la responsabilidad sobre el daño que ha hecho a su pueblo y eso, indudablemente, genera incertidumbres y desconfianzas. El entusiasmo intramuros responde al ansia de un pueblo hambriento de conocer al mundo y que respira, en cada ventanita que se abre, el aire de la libertad que tanto anhela. 

Lo importante es saber interpretar la medida en positivo. Realmente, estos cambios se han alcanzado gracias a la constancia de los opositores y activistas por la democracia en la isla porque, durante largos años y sin agotarse, han denunciado el deterioro constante en materia de derechos humanos por parte de un gobierno que llega a limitar el derecho del pueblo cubano a desplazarse libremente por cualquier parte del mundo.

A partir de ahora, a contar los días que falta para que la nueva leyes migratorias en la isla entren en efecto.  El dos mil trece comenzará siendo un año con suerte para los que siempre han soñado en cruzar las fronteras cerrada de Cuba.

Thursday, October 11, 2012

Cuba, Venezuela, la oposición cívica y las dependencias



Las pasadas elecciones presidenciales en Venezuela crearon muchas expectativas en el mundo a partir de la justificada creencia de que Henríque Capriles podía derrotar al presidente Hugo Chávez Frías. Sin embargo, un cincuenta y cuatro por ciento del pueblo venezolano decidió prorrogar el mandato del líder bolivariano en el poder.

El temor a una derrota chavista tenía en vilo a La Habana porque Cuba y su nomenclatura política nunca habían sido tan dependientes de país alguno como ahora lo es de Venezuela. Incluso, mucha más que del campo socialista y la desaparecida Unión Soviética, si tomamos en cuenta la coyuntura geopolítica actual y la crisis económica mundial.

También, y a decir verdad, las fuerzas opositoras al sistema totalitario en la isla, dentro y fuera, esperaban ser sorprendido con otra cara en el palacio de Miraflores y aplaudían la llagada al país sudamericano de un líder capaz de devolver los valores de la democracia al pueblo venezolano.

Los resultados electorales defraudaron al entusiasta elector de Venezuela que optaba por un cambio. Las imágenes de los medios internacionales de prensa mostraban la parálisis en los seguidores de Capriles, el descontento del cuarenta y cuatro por ciento del pueblo que le dio su voto y hasta las lágrimas de un niño consternado cuando supo que Chávez estaría seis años presidiendo el gobierno y como guía de la revolución bolivariana. 

Para Raúl Castro y para los incondicionalitas del sistema totalitario cubano las elecciones en Venezuela ponían en juego el abastecimiento de algo más de noventa y cinco mil barriles de petróleo diario a la isla y un intercambio económico que durante una década a tenido al país sudamericano como el principal socio comercial de Cuba, cuya exportaciones ascendieron, en febrero del presente año, a más de seis mil veinte y siete millones de dólares. Sin dudas, la presencia cubana en casi todas las esferas de la vida política, económica y social de la nación sudamericana, dejaría de tener el mismo impacto si Hugo Chávez hubiera perdido la presidencia del país.

Los cubanos oposicionistas radicados en la isla y las fuerzas a favor de la democracia en Cuba en el exterior, apostaban por Capriles. Si el opositor de Chávez hubiera sido electo presidente evitaría que el chavismo continuara siendo el energizante del sistema político cubano y de su moribunda economía.

En la Diana de hoy quiero brevemente referirme a las gravitaciones y dependencias que suelen acompañarnos en este momento crucial que vive la patria. Las elecciones en Venezuela demostraron como este malhechizo gravitacional se pondera en la conciencia de muchos cubanos que culpan los eventos ajenos como parte de nuestras desgracias. (Claro, el mundo global es interactivo pero no desplaza el rol histórico de cada sociedad en particular).

Se ha hecho una costumbre querer depender del otro para la solución de nuestros problemas. Desde todas partes escuchamos justificados reclamos en busca de apoyo para la democratización de Cuba. En diferentes conferencias sobre la isla, los académicos analizan los factores externo que eternizan al castrismo en el poder. En otras partes se aboga por el levantamiento del embargo para salir de los hermanos Castro o mantenerlo como presión para ahogar al sistema cubano. Si Chávez no existiera Cuba colapsaría, dicen otros.

La tendencia a buscar, entre cubanos, una solución a nuestro problema nacional parece distante porque se agotan las energías, el talento y los recursos queriendo que otros hagan nuestros deberes. Es más fácil esperar que en Venezuela derroten a Chávez, para cerrarle las llaves de la financiación económica al régimen, que apostar por un consenso político entre las fuerzas prodemocráticas cubanas en la isla y el exilio.

Chávez estará gobernando en Venezuela hasta el 2018. ¿Tendremos que esperar hasta esa fecha para saber si el oxigeno económico que éste da a La Habana se acaba y entonces los cambios en Cuba se pueden dar? La lógica indica la necesidad trascendente de hacer nosotros mismos lo que nos corresponde porque otros, no importan quienes sean, están ocupado en lo suyo.

Thursday, October 4, 2012

Jóvenes a la deriva



Los recientes cambios en la secretaría general de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, responden al interés del oficialismo de fortalecer a la organización juvenil después de un largo estancamiento en el crecimiento de nuevos militantes. Los propios muchachos en la isla miran a otras partes cuando en la etapa adolescente de sus vidas comienzan a ser acosados por el organismo político en busca de nuevos miembros.

El proceso comienza en las escuelas, donde se supone que la actividad fundamental del joven sea estudiar. También en los centros laborales donde la misión es trabajar. El objetivo es adoctrinarlos para que formen parte de los llamados contingentes de jóvenes continuadores de la revolución. El método responde a un discurso ideológicos facilita y triunfador que seduce, por el carácter divino de la argumentación, y logra captar a algunos estudiantes y trabajadores con la promesa de que su membresía será una oportunidad para el éxito.

La vida de cualquier adolescente pasa por diferentes estadíos. Los psicólogos la consideran como una de las etapas más importantes de la vida de los seres humanos porque en ella se comienza a percibir el mundo de otra manera y formarse los conceptos que perduraran de manera sostenibles para siempre. El propio entorno familiar, muchas veces, se complica llegándose a crear las llamadas “crisis del adolescente” que básicamente se fundamenta en una confrontación del joven con las tradiciones familiares, los patrones que siguen sus padres y las nuevas visiones que personalmente éste muchacho se va creando.

En Cuba los jóvenes crecen asumiendo su percepción del mundo con estrechez. Lo más inmediato, para la mayoría de los casos, pasa por las exigencias de la ideología y la presión de la política. Los padres, como fuente de seguridad, son desplazados en el rol educativos porque el sistema impone de manera tajante muchas tabulaciones que nadie, incluso los papás, pueden cambiar. Es decir, la educación de los hijos no la escogen los progenitores, la asigna el gobierno para, desde sus aulas, intentar instituir al llamado hombre nuevo que es un individuo sin individualidad, despersonalizado y carente de opinión propia.

Si bien es cierto que a esa edad se prefiere crear amistades, que muchas veces perduran para toda la vida, aprender nuevas experiencias, enamorarse, viajar, disfrutar de los encantos de la edad, estudiar la carrera que le sostenga su futura familia, ordenar los planes del mañana y hasta fundarse una personalidad, en la isla las normas son diferentes en muchos casos.

Primero, porque sobre el joven actúan agentes coercitivos que le inoculan el miedo, la dependencia del factor ideológico y la duda. En segundo lugar, el horizonte de estas persona es reducido porque están presionados a seguir los pasos de otros sin que estos sean sus mejores referentes y tercero, cuando su mirada debe centrarse en ayudar a desarrollar el país donde han nacido, prefieren abandonarlo para irse a cualquier parte de este mundo. Se puede añadir, además, que la deformación social que genera el sistema causa su mayor impacto en estos jóvenes quienes asumen conductas inapropiadas como la vulgaridad y el despojo de la virtud.

Alguien dijo que sin juventud no hay país, pero para la nueva secretaria general de la Unión de Jóvenes Comunistas, eso no significa nada si desde su posición se someterá al mandato de unos ancianos que desconfían en los más jóvenes y se aferran a gobernar lejos de la iniciativa creativa que habita en las personas de menos edad.

Desde Luis Orlando Domínguez, aquel defenestrado dirigente a quienes muchos les aseguraban la capacidad para sustituir a Fidel Castro, hasta el irascible y agorero Roberto Robaina, la organización comunista nunca ha podido defender el verdadero derecho de la juventud cubana porque nadie ama más a la libertad que un joven. Por el momento, Yuniesky Crespo, la principiante líder juvenil, será un rostro más que forma parte de la larga lista de personajes que han pasado por ese destino sin dejar huellas a favor de la autonomía de quienes dicen representar.

Thursday, September 27, 2012

Descalificadores



Rafael Rojas, el mejor referente de la ensayística cubana actual, en su corto ensayo Breve historia cubana de la infamia asegura con justa razón: que la descalificación y el escarnio son más frecuentes entre nosotros que en los demás países de la región”. Al parecer, este proceder, inoculado en la conciencia popular de manera sostenible, se ha estandarizado tanto que define, sin ninguna duda, parte del carácter de la nación cubana y su pueblo.

Ahora mismo circulan por diferentes medios de prensas, dedicados a los asuntos cubanos en el mundo, y navegan por Internet reacciones ofensivas y burlescas contra algunos de los rostros opositores mejores estructurados en su activismo cívico dentro de Cuba y en el exilio. Las descalificaciones y los ataques personales cobran mayor fuerza en la medida que el sujeto, al cual se les hacen las críticas, gana en notoriedad y prestigio. Es una manía consagrada en la cultura política y general del cubano llevar al fondo de un cubo el cangrejo que intenta rebasar el borde superior del mismo.

Lo lamentable es la ignorancia extendida de quienes se prestan al juego de la reprobación porque de alguna manera están favoreciendo al agente coercitivo que es el régimen cubano. Pero, a decir verdad, no son tan ignorantes cuando, sorprendentemente, encuentras en esas ”batallitas” a intelectuales, hombres de negocios, politólogos, agentes sociales, escritores y hasta alguno que otros catedráticos, de esos que tanto a dado Cuba, y que posiblemente impartan clases de moral y ética en cualquiera de las grandes universidades europeas y norteamericanas.

A esta altura del juego, cuando la revolución perdió su argumentación ideológica y el liderazgo retorcido de Fidel Castro, se ha hecho una costumbre, dentro de los actores por la democracia en las dos orillas, atacar a otros activistas por la sencilla razón de que los puntos de vista sobre la cuestión nacional no es coincidente. Incluso, la torpeza llega a niveles tan alto, que algunos han tirado en un rincón su activismo político, desistiendo de enfrentarse al régimen, para consagrarse abiertamente al ataque contra aquellos animadores de los cambios en Cuba.

Las argumentaciones siempre son las mismas y parten de un diseño antiguo, fabricado en los laboratorios del departamento ideológico del partido comunista cubano y de la seguridad del estado, que inducen las sospechas y el colaboracionismo con el régimen en aquellos disidentes que mayor perfil alcanzan dentro de la isla. Pocos, por no decir ninguno, de los más brillantes promotores por los cambios en Cuba han quedado fuera de esas descalificaciones. El recientemente desaparecido Osvaldo Paya Sardiñas, vivió sometido a un régimen de críticas mordaz y espeluznante que intentaban ensombrecer su indiscutible liderazgo político.  

En este lado, donde los cubanos gozan de independencia total y ejercen el derecho de la libre expresión, el desprestigio contra los que están dentro y (también fuera) es mayor. Acá se aprovechan los medios de comunicación de la democracia para demonizar a un adversario que bien pudiera militar en las mismas filas del anticastrismo, sino no fuera porque las diferencias personales se imponen al sentido común y a la mejor estrategia para cambiar el rumbo que lleva el país durante más de medio siglo.

No se trata de guardar silencio contra las aptitudes negativas de un opositor. Lo correcto sería, si de manera reservada se discuten los problemas para ayudar a quien comete el error y mantenerlo en activo en la causa que todos dicen defender. “Los asuntos de familia se discuten en casa”, reza en el refrán popular, pero los que se dedican a estos ataques olvidan que el silencio es una respuesta inteligente y que el que más habla mayor probabilidad de cometer errores tiene.

Juan Gualberto Gómez lamentaba en el año 1884, cuando la fragilidad del oficialismo español era evidente, las pugnas internas entre las fuerzas anticoloniales, llegando algunas figuras influyentes de la época a desacreditar a otros compatriotas que participaban en la contienda por la libertad de Cuba.

Parece que es un mal aprendido y una retorcida herencia histórica. Mientras perduren estas discordias, entre cubanos de bien que tanto aman al país, los verdaderos adversarios gozarán el placer de gobernar a su antojo para enlutar las virtudes del pueblo cubano.

Thursday, September 20, 2012

Violencia de grupos ilegales

En los últimos meses he seguido con interés un debate cultural, político y social en Cuba, cuya amplitud y profundidad es comparable, y en cierto momento superior, al mejor análisis de cualquier academia dedicada a los asuntos cubanos en el mundo. Se trata de Estado de SATS, un foro cívico cultural que hace coincidir el arte y el pensamiento crítico sobre la realidad del país. 
Los promotores de esta novedosa iniciativa están, posiblemente sin saberlo, recreando un escenario democrático futurista donde el debate libre se erige como una virtud para comprender el entorno social de un país sometido al designio del totalitarismo, la demagogia, el miedo y la despersonalización.


Por ello no asombra que los ponentes sean parte de un abanico proporcionado por la racionalidad ideológica, de género, étnica, cultural y política. También por jóvenes y personas que peinan canas, por intelectuales, cuya solidez en sus argumentos brota al pronunciarse las primeras palabras y por otros menos ilustrados, que, sin importarles a los promotores esas limitaciones, aportan una visión particular del convulso proceso cubano.

Cada evento es filmado con especial cuidado a pesar de las condiciones técnicas con que cuentan los organizadores. Luego, son subidas a la red donde el mundo libre puede ponerse al día sobre la realidad cubana a través de las voces disidentes más representativas de aquella sociedad. Las limitaciones en el uso de Internet impiden a los cubanos poder acceder a estos foros necesarios para despertar la conciencia dormida de una nación.

En algunos de esos debates he observado, para actualizar mi perspectiva sobre la isla, conceptos novedosos que explican con profundidad el día a día de un ciudadano en Cuba. “Institucionalización de la violencia”, “violencia en la ley”, “violencia en las personas”,descomposición del estado”, “mutaciones”, para referirse a la transición, “violencia de grupos ilegales” y “monopolio de la violencia”, son algunos de esas percepciones definidas por el disidente Manuel Cuesta Morúa en una acertada exposición sobre el comportamiento del gobierno y las autoridades policiales.

Explicar cada uno de esos conceptos abarcaría más tiempo del disponible para En la Diana. Sin embargo, por la importancia que asumen en la represión contra los actores de cambio en Cuba, nos referimos hoy a lo que Cuesta Morúa llama violencia de grupos ilegales.

Estos son hatajos marginales desvinculados de cualquier forma civilizada de comportamiento que se ofrecen como turbas fanáticas para prestarle un servicio al régimen que les sirva para recobrar las migajas del aprecio social. Dicho en otras palabras, son delincuentes peligrosos, convictos por delitos comunes, violadores de las propias leyes revolucionarias, sin percepciones concientes sobre su realidad que se presentan como la parte genuina que debe defender a la revolución.

Explica Cuesta Morúa, que estas personas están sustituyendo el papel represor del policía para detener, ofender, incluso agredir con violencia a los opositores en las calles de Cuba.

Ahora, recuerdo al propio Che Guevara en su libro La Guerra de Guerrilla, cuando da testimonio de cómo Fidel Castro logró en la Sierra Maestra incorporar a delincuentes comunes, matones a sueldos y violadores a su ejercito y hasta llegó a convertirlos en fuerza de choque para los combates y luego para edificar el muro intolerante de la revolución.

Cuando un sistema político se apoya en personas con una conducta delincuencial peligrosa, es porque ha comenzado una transición irreversible en el pensamiento de los arquitectos del régimen, cuyo final es similar al de las mafias, los cárteles y las bandas de férvidos que se dejan arrastrar, como decía Gustavo Lebon, por una aureola de pasiones irracionales y llegan a cometer atrocidades contra sus compatriotas.

Los organizadores de Estado de SATS están advirtiendo al mundo como puede ser el desenlace final en un país que, como aseguran, está en transición y sus líderes acuden a los delincuentes para doblegar a quienes se les enfrentan y sostener a cualquier precio el poder. 

Thursday, September 13, 2012

Huelga de hambre

Fue Gandhi quien estableció a la huelga de hambre como un  método de lucha contra las arbitrariedades del imperio colonial inglés en la India. Su programa cívico predicaba la no violencia y concebía al pacifismo como un instrumento viable para lograr la independencia de su país sin el derramamiento de una gota de sangre.
Otros actores de cambio en diferentes partes del mundo han acudido a la huelga de hambre para conseguir llamar la atención de un problema determinado o para obtener resultados concretos. Es decir, su efecto es incalculable si se emplea de manera estratégica e inteligente y, sobre todas las cosas, tomando  en cuenta varios factores del entorno social, económico, político e internacional donde los huelguistas pueden favorecerse el éxito de ese método.
En los últimos años la oposición política cubana ha acudido a la huelga de hambre como método pacifico de oposición al totalitarismo intransigente de los hermanos Castro y el desenlace ha sido fatal. La muerte por inanición de Orlando Zapata Tamayo, demostró al mundo y a los propios activistas Pro democracia en Cuba, que el régimen no es capaz de ceder por presiones de ese tipo.
Otros disientes, como Guillermo Fariñas, insistieron en la aplicación del método y, sorpresivamente, funcionó. La clave del éxito para este caso se debió a que éste intelectual y profesional de la psicología supo utilizar varios factores coyunturales y sensibles de presión contra la dictadura. En primer lugar, pudo movilizar la conciencia mundial sobre su caso dada su resuelta disposición de morir por inanición si el régimen cubano no liberaba a los prisioneros de la primavera negra cubana. Segundo, la exigencia fue concreta, centrada en algo posible de alcanzar, dado que las autoridades tenían sobre su peso la presión del mundo por tantos encarcelamientos injustos y no soportarían dejar morir a otro opositor después del desastre que significo para la legitimidad de la dictadura el fallecimiento de Zapata Tamayo.
La última huelga que se protagoniza en Cuba en este momento, parece seguir el método Fariñas. La solicitud de liberar al prisionero Jorge Vásquez Chaviano, un disidente encarcelado por seis meses a causa de un delito común y la demanda colectiva para que el gobierno repare la vivienda de Misael Valdés, en el poblado oriental de Palma Soriano, pueden ser posibles de lograr si la presión unánime de los huelguista se mantiene indeterminada y la probabilidad de muerte sea inminente. Sin embargo, las exigencias parecen ser poco probable de ser cumplidas por el oficialismo en la isla cuando se le tienden cercos por varios frentes de acciones cívicas.
A decir verdad, en Cuba hacen falta hombres sanos, con lucidez y entusiasmo para movilizar al pueblo por las avenidas de la libertad. Las personas que acuden a la huelga de hambre merecen todo el respeto de sus compatriotas y ni una sola crítica debería otorgarse contra ellos porque tienen el valor de dar sus vidas por los demás y por un imaginario que consideran justo. Sin embargo, por la naturaleza inhumana del castrismo, debería reconsiderarse cuales pueden ser otras alternativas de lucha que no lacere el estado físico de los actores de cambio en el país.
La historia del oficialismo no ha tomado jamás en cuenta la más simple demanda de un opositor que decide hacer una huelga de hambre. Pedro Luis Boittel, fue el primero de una larga lista de hombres que han muerto sin la más minima compasión de Fidel y Raúl Castro.
En Cuba, se pueden asumir, estratégicamente, una amplia variedad de acciones inteligentes y no violentas que preservan la vida de aquellos que tienen el derecho a disfrutar de un escenario libre por el que han luchado. La patria se funda con héroes, nunca con los mártires.