Thursday, October 4, 2012

Jóvenes a la deriva



Los recientes cambios en la secretaría general de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, responden al interés del oficialismo de fortalecer a la organización juvenil después de un largo estancamiento en el crecimiento de nuevos militantes. Los propios muchachos en la isla miran a otras partes cuando en la etapa adolescente de sus vidas comienzan a ser acosados por el organismo político en busca de nuevos miembros.

El proceso comienza en las escuelas, donde se supone que la actividad fundamental del joven sea estudiar. También en los centros laborales donde la misión es trabajar. El objetivo es adoctrinarlos para que formen parte de los llamados contingentes de jóvenes continuadores de la revolución. El método responde a un discurso ideológicos facilita y triunfador que seduce, por el carácter divino de la argumentación, y logra captar a algunos estudiantes y trabajadores con la promesa de que su membresía será una oportunidad para el éxito.

La vida de cualquier adolescente pasa por diferentes estadíos. Los psicólogos la consideran como una de las etapas más importantes de la vida de los seres humanos porque en ella se comienza a percibir el mundo de otra manera y formarse los conceptos que perduraran de manera sostenibles para siempre. El propio entorno familiar, muchas veces, se complica llegándose a crear las llamadas “crisis del adolescente” que básicamente se fundamenta en una confrontación del joven con las tradiciones familiares, los patrones que siguen sus padres y las nuevas visiones que personalmente éste muchacho se va creando.

En Cuba los jóvenes crecen asumiendo su percepción del mundo con estrechez. Lo más inmediato, para la mayoría de los casos, pasa por las exigencias de la ideología y la presión de la política. Los padres, como fuente de seguridad, son desplazados en el rol educativos porque el sistema impone de manera tajante muchas tabulaciones que nadie, incluso los papás, pueden cambiar. Es decir, la educación de los hijos no la escogen los progenitores, la asigna el gobierno para, desde sus aulas, intentar instituir al llamado hombre nuevo que es un individuo sin individualidad, despersonalizado y carente de opinión propia.

Si bien es cierto que a esa edad se prefiere crear amistades, que muchas veces perduran para toda la vida, aprender nuevas experiencias, enamorarse, viajar, disfrutar de los encantos de la edad, estudiar la carrera que le sostenga su futura familia, ordenar los planes del mañana y hasta fundarse una personalidad, en la isla las normas son diferentes en muchos casos.

Primero, porque sobre el joven actúan agentes coercitivos que le inoculan el miedo, la dependencia del factor ideológico y la duda. En segundo lugar, el horizonte de estas persona es reducido porque están presionados a seguir los pasos de otros sin que estos sean sus mejores referentes y tercero, cuando su mirada debe centrarse en ayudar a desarrollar el país donde han nacido, prefieren abandonarlo para irse a cualquier parte de este mundo. Se puede añadir, además, que la deformación social que genera el sistema causa su mayor impacto en estos jóvenes quienes asumen conductas inapropiadas como la vulgaridad y el despojo de la virtud.

Alguien dijo que sin juventud no hay país, pero para la nueva secretaria general de la Unión de Jóvenes Comunistas, eso no significa nada si desde su posición se someterá al mandato de unos ancianos que desconfían en los más jóvenes y se aferran a gobernar lejos de la iniciativa creativa que habita en las personas de menos edad.

Desde Luis Orlando Domínguez, aquel defenestrado dirigente a quienes muchos les aseguraban la capacidad para sustituir a Fidel Castro, hasta el irascible y agorero Roberto Robaina, la organización comunista nunca ha podido defender el verdadero derecho de la juventud cubana porque nadie ama más a la libertad que un joven. Por el momento, Yuniesky Crespo, la principiante líder juvenil, será un rostro más que forma parte de la larga lista de personajes que han pasado por ese destino sin dejar huellas a favor de la autonomía de quienes dicen representar.

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