Las pasadas
elecciones presidenciales en Venezuela crearon muchas expectativas en el mundo a
partir de la justificada creencia de que Henríque Capriles podía derrotar al
presidente Hugo Chávez Frías. Sin embargo, un cincuenta y cuatro por ciento del
pueblo venezolano decidió prorrogar el mandato del líder bolivariano en el
poder.
El temor a
una derrota chavista tenía en vilo a La Habana porque Cuba y su nomenclatura
política nunca habían sido tan dependientes de país alguno como ahora lo es de
Venezuela. Incluso, mucha más que del campo socialista y la desaparecida Unión
Soviética, si tomamos en cuenta la coyuntura geopolítica actual y la crisis
económica mundial.
También, y a
decir verdad, las fuerzas opositoras al sistema totalitario en la isla, dentro
y fuera, esperaban ser sorprendido con otra cara en el palacio de Miraflores y
aplaudían la llagada al país sudamericano de un líder capaz de devolver los
valores de la democracia al pueblo venezolano.
Los
resultados electorales defraudaron al entusiasta elector de Venezuela que
optaba por un cambio. Las imágenes de los medios internacionales de prensa
mostraban la parálisis en los seguidores de Capriles, el descontento del
cuarenta y cuatro por ciento del pueblo que le dio su voto y hasta las lágrimas
de un niño consternado cuando supo que Chávez estaría seis años presidiendo el
gobierno y como guía de la revolución bolivariana.
Para Raúl
Castro y para los incondicionalitas del sistema totalitario cubano las
elecciones en Venezuela ponían en juego el abastecimiento de algo más de
noventa y cinco mil barriles de petróleo diario a la isla y un intercambio
económico que durante una década a tenido al país sudamericano como el
principal socio comercial de Cuba, cuya exportaciones ascendieron, en febrero
del presente año, a más de seis mil veinte y siete millones de dólares. Sin
dudas, la presencia cubana en casi todas las esferas de la vida política,
económica y social de la nación sudamericana, dejaría de tener el mismo impacto
si Hugo Chávez hubiera perdido la presidencia del país.
Los cubanos
oposicionistas radicados en la isla y las fuerzas a favor de la democracia en
Cuba en el exterior, apostaban por Capriles. Si el opositor de Chávez hubiera
sido electo presidente evitaría que el chavismo continuara siendo el
energizante del sistema político cubano y de su moribunda economía.
En la Diana
de hoy quiero brevemente referirme a las gravitaciones y dependencias que
suelen acompañarnos en este momento crucial que vive la patria. Las elecciones
en Venezuela demostraron como este malhechizo gravitacional se pondera en la
conciencia de muchos cubanos que culpan los eventos ajenos como parte de
nuestras desgracias. (Claro, el mundo global es interactivo pero no desplaza el
rol histórico de cada sociedad en particular).
Se ha hecho
una costumbre querer depender del otro para la solución de nuestros problemas.
Desde todas partes escuchamos justificados reclamos en busca de apoyo para la
democratización de Cuba. En diferentes conferencias sobre la isla, los
académicos analizan los factores externo que eternizan al castrismo en el
poder. En otras partes se aboga por el levantamiento del embargo para salir de
los hermanos Castro o mantenerlo como presión para ahogar al sistema cubano. Si
Chávez no existiera Cuba colapsaría, dicen otros.
La
tendencia a buscar, entre cubanos, una solución a nuestro problema nacional
parece distante porque se agotan las energías, el talento y los recursos
queriendo que otros hagan nuestros deberes. Es más fácil esperar que en
Venezuela derroten a Chávez, para cerrarle las llaves de la financiación
económica al régimen, que apostar por un consenso político entre las fuerzas
prodemocráticas cubanas en la isla y el exilio.
Chávez
estará gobernando en Venezuela hasta el 2018. ¿Tendremos que esperar hasta esa
fecha para saber si el oxigeno económico que éste da a La Habana se acaba y
entonces los cambios en Cuba se pueden dar? La lógica indica la necesidad
trascendente de hacer nosotros mismos lo que nos corresponde porque otros, no
importan quienes sean, están ocupado en lo suyo.
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