Un cubano, radicado en México, me escribió
en privado para elogiar mis opiniones en la red. En ese país vive hace cinco
años. Se estableció en Guadalajara, atraído por una mujer de esa ciudad, después
de una travesía de tres meses desde Colombia. En el peligroso recorrido por la selva vio de todo.
El miedo le aprehendía el alma y su resolución era mantenerse en silencio y muy
alerta. Los cubanos son vulnerables por esos caminos raros. Dice estar de
acuerdo en casi todos mis artículos y comentario, pero nunca le da un like porque él
quiere visitar Cuba sin buscarse problemas. –Ya sabes, la pura, la familia que
uno deja atrás hay que visitarla aunque no esté de acuerdo con el gobierno- me escribía.
Eso mismo me lo han dicho en mi cara otros que van o quieren visitar Cuba. Siempre
alegan los mismos deseos: visitar a su mamá, la familia, los amigos y el
barrio. Ellos creen que sus madres son superiores a la de los cubanos que no
podemos ir. Su buen comportamiento acá es la patente para volver. Yo no tengo
problema con los que van y vienen. Sin embargo, me asombran sus miedos e
inseguridades viviendo en países libres. Desde estas orillas ponderan a la
dictadura igual o más que si vivieran en Victoria de las Tunas, Santiago, Santa
Clara o La Habana. El miedo a dar un like para evitarse problema en la isla, es
el síntoma de una enfermedad crónica adquirida en Cuba y sostenida, sin
tratamiento o algún placebo, en los países democráticos donde luego se radican.
No escribo esta nota porque prefiera un
like. No. Deseo que lean mis opiniones todas las personas con acceso a Internet
sin demostrarme aceptación por la mismas, pero ¿A dónde vamos a ir con semejante
cobardía? A estos recaderos y transportadores de pacotilla les importa un bledo
la libertad de su patria. Es más, aunque sea doloroso decirlo, están de acuerdo
que las cosas se mantengan igual siempre y cuando no le toquen su parte.
Ahí, en esas simples manifestaciones
conductuales están algunos de los argumentos que explican las causas de la
inmovilidad en Cuba. Así no se cambia a una dictadura. Y lo peor, es que el régimen
lo sabe y azuza el mito de su control sobre todas las cosas para seguir
paralizando a la gente y extender el miedo más allá de las fronteras
nacionales.
Somos un pueblo que no encuentra su camino frente a una dictadura que consolida su despojo.
nacionales.
Somos un pueblo que no encuentra su camino frente a una dictadura que consolida su despojo.
¡Pobre Cuba!
comparto este escrito plenamente, es desgraciadamente la pura verdad
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