Existen muchas maneras de morir -los verdugos
lo saben y hasta lo disfrutan- que no son contadas en los libros. La peor es
aquella donde la vida se esfuma lentamente. Despacio. Donde el dolor se aprecia
como un martirio inmutable que acelera la defunción. Morir en vida, diría
cualquiera, es el castigo más cruel y alevoso que pueda soportar una persona. Y
así, porque es verdad, sucede con el doctor Eduardo Cardet, confinado en una
cárcel del castrismo donde intentan matarle las ideas y la herencia aprendida
de Osvaldo Paya. En ese difícil escenario, modelado por el hedor, la maldad sin
límite y la bajeza moral, se apaga su juventud. Y es posible que vea como el
entorno de hombres sin esperanza, encarcelado por todo (hasta por soñar) se
fermenta por una sobredosis de inhumanidad.
Lo martiriza la dictadura, no nos debe
sorprender, y también aquellos que compartieron la sombra bajo el mismo techo y
hoy deciden, porque quieren decidir, distraernos con propuestas vacías, sin
sentido y complacientes. Esa argucia abrevia la muerte, consterna y hasta puede
convertir en sanguijuela al mejor soñador de esperanza. Deberíamos aprender a
no olvidar porque ese olvido, cómplice silencioso del poder tropical, derriba
la fuerza de cualquier prisionero.
¿Qué importancia tiene consumir todo el
tiempo empujando una puerta que no abre? Sin embargo, porque en política hay
que ser pragmático, este es un momento clave y oportuno para lanzar una campaña
internacional a favor de la libertad del doctor Cardet. ¿Por qué no se hace con
el impulso de las buenas ideas y con aquellas personas comprometidas con la
libertad y la democracia en Cuba? ¿Cuándo advertiremos el mal que se hace a la
isla cuando todos aspiran, y algunos lo logran, a convertirse en cabeza de león
para acomodarse, en nombre de la patria, sin el menor escrúpulo?
Ya ven. La primera muerte de Cardet la
ejecutan los caprichos, la retorcida manía de poner lo primero en el último
lugar, el protagonismo ciego de la ignorancia y el olvido sitiado por la
soledad.
exelente , sin igual
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