Acaba de regresar
de Cuba un amigo después de quince años en el extranjero. Es su primer viaje. También
el último, me dijo. Comentaba que todo está peor. Los baches siguen en el mismo
lugar, pero más grandes. Las bodegas se ubican en la zona de siempre y están vacías.
La gente, mal educada, vociferante y al acecho de cualquier cosa que sostenga
su supervivencia, se hace más vieja. Los CDR de su antiguo barrio han cambiado
de presidente varias veces en trece años y ejercen la chivatería moderadamente.
Prefieren mirar hacia otro lado para garantizar sus raciones de carnes de res
en el mercado negro, sus onzas de café en regalía y alguna librita de azúcar, sustraída
de un tren cuando va al puerto de embarques a granel. Los niños que dejó son
ahora adolescentes y los chavales adultos. Los viejos que no han muerto están vetustos
y cansados. Amontonados en el olvido y haciendo favores por migajas. Muchas
mujeres, sobre todo jóvenes, sobresalen como cazadores de fortunas, visas, euros
y placeres sufragados en buena lid. Cuenta que nadie habla porque todos gritan.
El uso de palabras obscena es tan normal que no decirlas te hace extraño, reverente
y deslocalizado. De política nadie quiere hablar. Dicen no interesarles aunque
politizado está todo. Cuando quería meterse en ese oscuro laberinto, la familia
le decía: “no te metas en líos para que sigas viniendo”. Quienes le visitaban
esperaban algo. Como no tenía para todos, se enojaban y hasta comentaba que era
un muerto de hambre. Los viejos amigos, aquellos de la secundaria, el pre y la
universidad, se mostraron como tal y repasaron juntos aquellos años de
convivencia, ingenuidades, alegría e infortunio. “Llegué llorando, viví días entero
ahogado en lágrimas y regresé desconsolado. No imagino como alguien puede
divertirse (aparte de compartir con la familia) en medio de tanta miseria y confusión.
Cuba da lástima. Vi cosas que te rompen el corazón. Allí no vuelvo aunque
quisiera. Se lo dije a mi padre y él lo entiende. Además, me recomendó que no
volviera mientras todo siga igual en el país” me dijo finalmente y volvió a
llorar.
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