BBC mundo publica hoy un artículo acerca de las promesas cumplidas e incumplidas del presidente Obama. Sin dudas, fueron muchas los ofrecimientos electorales del primer presidente negro de Estados Unidos: el cierre de Guantánamo, el fin de la guerra en Irak o el cambio de política hacia Cuba, dentro de otras. Esta última, indica el diario digital inglés, ha sido consumada de manera rápida y efectiva, salvo el gran problema: el embargo.
Obama, en mi opinión, desea tomar medidas unilaterales hacia la isla, pero esperaba, a la vez desde La Habana, respuestas concretas que permitan ver la voluntad de las autoridades cubanas en materia de derechos humanas y libertades civiles. El silencio de siempre y el inmovilismo turbulento han sido las señales desde Cuba.
Raúl Castro, quien más de una vez ha enviado ramos de olivo a Washington, al parecer se encuentra atrapado entre los golpecitos de espalda de su hermano mayor y los gritos desesperados del pueblo cubano. Sus respuestas políticas y en asuntos económicos siguen las pautas del viejo comandante, que en el lecho secreto donde espera morir, con la escolta de siempre, mueve los resortes del poder con las mismas manías obsesiva con que gobernó. El compartimiento de Raúl, en tal sentido, desmiente aquella frase suya que se hizo famosa en el pueblo cubano: “Primero los frijoles antes que los cañones”, en mención a su interés por satisfacer las necesidades de alimento en la isla
Nada ha cambiado en la isla con el hermano menor del comandante. La represión ha aumentado. Los presos políticos también (Y) aquellos espacios de discusión, que el general convocó, son ternos de alguien que al proponer decir la verdad parte de reflejos supuestos y malintencionados.
Yo trabaje en una propuesta de política hacia Cuba desde el Instituto Brookings, con un grupo valioso de intelectuales, políticos y académicos que deseamos sugerir cuales pueden ser los posibles escenarios para acercar a los dos países a un entendimiento sin traumatismo para sus pueblos.
Encontramos que en Washington, rige la buena voluntad por parte de la administración que preside Obama. En La Habana, reina la retorcida apatía de un clan de anciano consejeros del fracaso, quienes saben que no es prioridad del presidente norteamericano los problemas de la isla y ante esa realidad ganan terreno para consolidar el liderazgo de Raúl en la víspera de la desaparición de Fidel.
Los eventos obligan a diseñar una alternativa cubana (y entre cubanos) para terminar tantos años de inmovilismo e incertidumbre.
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