Cinco deportistas cubanos de la selección nacional de baloncestos han abandonado su equipo en San Juan, Puerto Rico. Los jugadores asistían al torneo de Centrobasket que se disputará hasta el próximo domingo y concede cuatro plazas para el venidero campeonato pre mundial de este deporte.
La noticia ocupa titulares importantes en los diarios más leídos del mundo, a pesar que es una repetida práctica de los jugadores cubanos cuando salen de la isla a algún evento internacional.
Me gustaría compartir con los oyentes de En la Diana, las causas que subyacen en estas estampidas o deserciones, como comúnmente suele llamarse.
La razón esta en la falta de oportunidades para los atletas, que a pesar de tener algunos privilegios, inalcanzable para la mayoría del pueblo, no se sienten realizados bajo un escenario politizado y de control represivo.
Estos atletas desertan porque no encuentran avenidas seguras para su futuro como deportistas, porque están cansados de ser usados como piezas propagandísticas de una revolución que funciona y les premia, mientras los jugares están en activos y aportan resultados auténticos que luego se convierten en atributos del sistema, por encima del esfuerzo personal que hay en cada medalla o victoria del jugador.
La decisión, de abandonar los juegos para exiliarse en Estados Unidos, anuncia la falta de libertad en Cuba y el deterioro creciente que mantiene el régimen en el respeto a los derechos civiles de los cubanos.
Hace unos meses circula por Internet un excelente documental que describe la precaria situación en la que viven varias glorias del boxeo en la isla. El abandono total a estas figuras, que dieron todo por los colores patrios, los ha convertido en alcohólicos, vendedores de maní y en prisioneros comunes con un record delictivo lamentable para su historial de gloria.
Mirándolo bien, son los jóvenes los primeros en darse cuenta, mejor que sus propios padres, que las propuestas de la revolución han quedado en promesas vacías improbables de cumplir cincuenta y tres años después. Por eso se esfuerzan en los tabloncillos, en el ring de boxeo, sobre la pista de atletismo, en la cancha de voleibol o en un campo de béisbol, para acreditarse el talento y ganar un espacio en las selecciones nacionales y viajar al extranjero. Los que miran y ven, han encontrado una vía de escape en esos viajes, para liberarse del control y el compromiso ideológico. Luego trabajan bajo otras condiciones para edificar en países libres la carrera que deseen como profesionales del deporte.
Por el camino que van las cosas, los mejores atletas continuaran abandonando al país, cuando la oportunidad de desertar esté a la vista, quedándose el pueblo cubano sin poder aplaudir a sus estrellas ni a la gloria que alcanzaron en el olimpo de los campeones.
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