Wednesday, April 19, 2017

El Rey a la Habana

En España se percibe, porque siempre ha sido así, un sentimiento colonial hacia Cuba. Razones tiene por ser nuestro país la última gran posesión de ultramar de los peninsulares. Las heridas de Cuba no han sanado en la conciencia española desde que, los Mambises primeros y los americanos después, los aplastaron militarmente. De entonces acá las relaciones de los políticos ibéricos gravitan tomando en cuenta aquellos memorables y angustiosos días, donde la gloria de España quedaba sepultada bajo las aguas de la Bahía santiaguera y lastimada por el filoso machete Mambí.

Hace unos años, en Madrid, un importante político del PP (entonces en la oposición) dejó escapar una expresión más o menos así: Con Cuba tenemos un compromiso histórico, porque nuestra historia quedó marcada en Cuba. Tal vez, ese compromiso del PP (ahora en el gobierno) pase por acercarse al régimen tiránico de los Castro y no con el pueblo de la isla que es tan cubano como, esencialmente, español.


¿A qué irán el Rey Felipe VI o el presidente Rajoy a La Habana? Ya lo saben todos. A defender los intereses españoles y salvaguardar a los mismos para un futuro competitivo frente a los intereses económicos americanos. A coquetear con el tirano para solventar a los suyos del castigo que siempre se tiende sobre los que invierten en Cuba. También, para legitimar los supuestos cambios estructurales de Raúl y la supremacía oficial del poder autoritario cubano.


Un guiño a los disidentes, si fuera el caso, nunca será suficiente. En el poder real, lo sabe el Rey y Rajoy, no es a un disidente a quien debe tomarse en cuenta. Sin embargo, no se debe olvidar el lado por donde andan estos demócratas de la España de hoy. Al menos, y es un favor, nos advierten que la determinación de un cambio en Cuba pasa indisolublemente por cada uno de nosotros.

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