La visita del
presidente Barack Obama a Cuba acaba de
terminar con un discurso memorable, inteligente, con matices claros y sin
abstracciones. Al superar cualquier expectativa mejor no pudo ser.
Una etapa de
reflexión sobre sus palabras al pueblo cubano debería comenzar ahora mismo por
los representantes políticos de la oposición de ambas orillas. La conveniencia
de hacerlo, con tal urgencia o prontitud, obedece al pragmatismo que la
política exige en tiempo de crisis porque en crisis se encuentra la sociedad
cubana. Y aunque el problema es nuestro y depende únicamente del cubano, a
estas alturas nadie puede ignorar que todos los actores comprometidos con los
cambios en Cuba ven a Estados Unidos como una suerte de mediador a tomar en
serio.
Cuba y su pueblo
han contado en su historia con el protagonismo de otros venidos de afuera.
Máximo Gómez, es el mejor ejemplo por el parte piadosa y Ernesto Che Guevara, su
contraparte por el lado perverso. Existen otros más. Obama, se inscribió para
siempre, querámoslo o no, en la historia nacional al exponer en pocos minutos,
con el talante democrático que se espera de un estadista, el drama del pueblo
cubano y sus perspectivas de futuro.
Su alocución es una
pieza oratoria casi perfecta. Y su primer significado es que contrasta con el
discurso tradicional de los dirigentes de la revolución. Sin altisonancias
gestuales, gritos enfáticos sobre ciertas palabras, centrado en las ideas básicas
y en el contenido del mensaje que deseaba enviar a los cubanos, el presidente mostró
una facultad en el discurso político que invita a imponerse como alternativa de
discusión en Cuba.
La mesura, el estilo,
la decencia y el argumento rico en contenido, explicitado con claridad y fácil de
digerir por cualquiera, le dio estatura al presidente Obama y un día la historia reconocerá si ha sido su
mejor discurso. Y es verdad, llegó tan
lejos, como nadie imaginó antes de escucharlo, al coincidir con Leví Marrero
cuando decía que el milagro cubano está Miami. Tal valentía debe reconocerse
con humildad porque honrar, escribe Martí, honra. Le dijo al pueblo en la isla,
con nombres incluidos, que el éxito del exilio es posible en una Cuba con
libertad.
La mejor estocada de
su discurso contra la ortodoxia castrista fue la invitación que le hiciera a Raúl
Castro cuando, mirando al estrado del gobernante, le invita a: "no temer a las voces diferentes del pueblo cubano” Recordé el 12 de junio de
1987 cuando el presidente Ronald Reagan le envió un mensaje público a Mijail
Gorvachov que decía: “Venga aquí ante esta puerta señor Gorbachov. Abra esta
puerta. Señor Gorbachov, derribe este muro”
Mirar al Sol para
ver solo sus manchas reduce a la verdad. Sin embargo, yo que he criticado al
presidente Obama vi luces en él porque habló por millones que no tenemos
espacio para hacerlo. Y lo hizo de la mejor manera, frente a los responsables
de nuestra tragedia y con el respeto que
el pueblo cubano merece. Well done, president Obama.
Excelente resumen de una historica visita, coincido contigo que el discurso fue muy bueno.
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