Fue un americano del
estado de Mississippi, al que me une una relación especial, quien motiva este comentario. Eran cerca de
las nueve de la mañana y el sol se escondía detrás de gruesos nubarrones. Se
anuncia un día gris y las amenazas de tornados obligan a cambiar los planes de
los habitantes de Jackson. Sin embargo, los resultados de las elecciones en el
estado de Iowa, donde dos cubanos brillaron hasta poner su nombre en lo más
alto de la historia americana, dominaron el encuentro con el amigo. Tan relevante suceso nos hizo olvidar los efecto que muchas veces dejan en esta zona las fuertes tormentas en
esta época del año.
El senador Ted
Cruz, por el estado de Texas y Marco Rubio por la Florida, al obtener el primer
y tercer lugar, respectivamente, en las primarias republicanas de Iowa acaparan la
atención de los medios locales y del conservadurismo sureño. Y no es para
menos. Ambos senadores, con orígenes en la isla, se han convertido en los
mejores intérpretes de la oportunidad que ofrece Estados Unidos. Y lo hacen
consagrado al respeto de los valores del país al que llegaron sus padres y
dispuestos a perpetuar en el tiempo los pilares fundacionales de la democracia
Norteamericana.
-
Los cubanos son bien acogidos en este país porque
defienden, sin separarse de los más mínimos, la esencia americana-. Expresaba mi interlocutor al tiempo que mi rostro
delataba un orgullo imposible de esconder.
Mississippi es un
estado mutante en muchos aspectos. Sin embargo, el conservadurismo, la religiosidad
y el apego a sus tradiciones son invariables. El carácter sureño es un
referente perpetuo del pasado y un aviso de inconformidad con las ascuas
seculares que amenazan sus costumbres. Valoran el respeto y las formas. Las
distancias del orden y el talante. Cuando alguien, no importa de donde sea,
esgrime tales virtudes es acogido en el seno conservador de su gente.
Ted Cruz y Marco
Rubio, desde antes, estaban en las quinielas de los votantes republicanos de
este estado. La simpatía con el discurso de ambos les ha permitido a los dos
senadores ganar adepto y sembrar esperanza dentro de aquellos que desean ver un
cambio desde la óptica de sus ideas.
El camino es largo
y los retos mayores para los dos precandidatos de origen cubano. Sin embargo, han
dejado un legado para América que la historia no se negará a esconder. ¡Cubanos a la
vista! Parece escucharse en todas las esquinas americanas. Razones suficientes
para sentir orgullo.
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