Thursday, August 30, 2012

Deserciones

Glenda Murillo Díaz, de 24 años de edad, hija del vicepresidente cubano Marino Murillo, a quien nombran el “zar de las reformas” en Cuba, desertó y está radicando en la ciudad de Tampa, Estados Unidos.

La joven, salió de México, donde participaba a un curso de Psicología, por el puesto fronterizo de Laredo, Texas, alrededor del 16 de agosto, segura del duro golpe que propiciaba al sistema gubernamental que representa su padre, que es además miembro del buró político y el hombre a quien Raúl Castro ha confiado el timón de las reformas estructurales en la precaria economía de la isla.

Esta deserción toma titulares en los diarios internacionales porque se trata de una jovencita ligada al poder central donde se supone que existe un compromiso de lealtad con el proceso político que representa su padre. Sin embargo, Murillo Díaz,  es una más en la larga lista de jóvenes que abandonan su país ante la incertidumbre de un sistema que no ofrece oportunidad para desarrollar la virtud, ni el talento emprendedor del llamado “hombre nuevo”. La frustración, la falta de horizontes en el lugar donde se ha nacido, el miedo a permanecer bajo un régimen sin libertad y la búsqueda de una ocasión propicia para el éxito, en otros sitios del mundo, son las principales causas de las deserciones de los cubanos nacidos después del triunfo revolucionario de los barbados frente a la anterior dictadura.

¿Son los jóvenes cubanos la continuidad del proceso político que iniciaron los hermanos Castro en 1959? ¿Están realmente comprometidos con el boceto ideológico, la intransigencia revolucionaria y el sacrificio personal para sostener el credo del comandante? ¿Desean las nuevas generaciones de cubanos mantener el camino de apego a la revolución que sostuvieron sus padres?

Realmente no. Si partimos que ya son varios los hijos de los principales líderes de la revolución que se encuentran radicando en el exterior o en contacto con otros países, donde mantienen algunos negocios en representación de la dictadura, que le sirven para catapultarse si llegase el momento de que el sistema colapse, podemos comprender que el legado revolucionario termina con la propia generación que alcanzó el poder por la fuerza en enero del 59.  

Parece que son los propios padres del cortejo revolucionario los que desean mantenerlos alejado de la influencia perversa del castrismo, cuya doctrina comienza con elogios por el servicio que prestan los acólitos al imaginario del comandante y Raúl. Luego, cuando el tiempo ha devorado cualquier vestigio de virtud que pudieran poseer, son relegado al desprecio o castigado con severidad por faltas de probidad y rectitud revolucionaria.

Puede que este sea el caso de Glenda Murillo Díaz, porque su padre es uno de los hombres mejores informados de Cuba, cercano a las decisiones trascendentes de Raúl y el máximo responsable de sacar al país de una crisis económica que dura más de medio siglo. Alguien con tanto poder y conociendo la trayectoria implacable de los Castros contra aquellos funcionarios que les han servido a ello, pero luego, cuando no han podido cumplir las exigencias revolucionarias, terminan en la oscuridad de una prisión o relegado al albañal  devorador de sus mejores hijos. Con más razón, si analizamos que el sistema es disfuncional e inoperante por naturaleza, puede inferirse que el fracaso inequívoco de las reformas económicas en la isla tendrá sus responsables y al cortar cabezas, la del señor Marino Murillo será de las primeras en rodar por el patíbulo “justiciero” de la revolución.

Mientras tanto la jovencita Glenda, de quien también se dice que vino al país enemigo de su padre por razones de amor, aparece feliz, colgando sus fotos en Facebook, sonriente, inspirada en los sueños de todo joven, decidida a no mirar atrás aunque en la isla hayan quedado sus progenitores y la revolución que un día le prometió un futuro seguro y cercano al paraíso terrenal. Ojala el entusiasmo de la edad la motive a encontrarse con los hijos de Ramiro Valdéz, Juan Almeida y con Alina, la hija rebelde de Fidel Castro, que también es desterrada. Estos chicos de papá, un día, contra los vaticinios revolucionarios, comprendieron que lejos de los padres y en otras tierras del mundo se puede conocer la verdadera libertad.  

Wednesday, August 29, 2012

A propósito del huracán Isaac

Este comentario lo escribrí en octubre de 1998 desde Las Tunas, en Cuba. Lo encontré en Internet y lo reproduzco para mis amigos a propósito del paso de Issac por el Caribe y Estados Unidos...

Desde Dentro de Cuba.
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8 de octubre de 1998, Cuba Free Press.
LOS "PRONÓSTICOS" DEL PRESIDENTE Por Ramón Humberto Colás, colaborador de Cuba Free Press.
Las Tunas, Cuba Free Press. —La penetración del huracán Georges, por la región oriental y central del país dio la oportunidad de conocer que su “presidente”, incursiona en la meteorología.
Durante tres días consecutivos, el gobernante Fidel Castro visitó el Centro de Investigaciones Meteorológico, adentrándose en los misterios de estos fenómenos tropicales.
El primer día la periodista Gladys Rubio, quien también se esfuerza en conocer de ciclones, lo presentó ante las cámaras de televisión y cometió un grave error cuando dijo: "El Comandante ha venido a informarse…" Castro ripostó a la velocidad de un rayo: "No vine a informarme. Yo estoy bien informado. Vine a participar y brindar algunas informaciones…" De ahí en lo adelante el doctor José Rubiera, especialista en ciclones del mencionado Instituto, se convirtió en un espectador sin hacer el menor esfuerzo en demostrar sus conocimientos del tema.
Como de costumbre, Castro dominó la pantalla del televisor. Analizaba el trayecto del huracán Georges. "Es un ciclón atípico", consideró mientras describía el recorrido del fenómeno atmosférico. El doctor Rubiera siguió con atención al gobernante cubano y reafirmaba las observaciones del improvisado meteorólogo.
Castro llegó a fondo al poner en duda los conocimientos del doctor Rubiera, cuando analizaba el estacionamiento del ciclón, en el Paso de los Vientos. "Hay cosas interesantes, este huracán no parece comportarse como un ciclón sino como un fenómeno diferente". Esta reflexión del gobernante, enmudeció Rubiera, quien por momentos daba la impresión de no tener conciencia del papel que estaba haciendo. El pobre hombre, sin poder hacer nada por ocupar un lugar, dejó de ser el protagonista de una profesión que lo ha hecho popular en toda Cuba.
Rubiera intentó ganar el terreno perdido, explicó algo que esperaba su presidente no conociera: definió al mar de leva como una ola gigante que avanza hacia las costas a gran velocidad y conlleva a penetraciones de las aguas marinas en la superficie costera. El Gran Jefe añadía: "Es mejor que el huracán siga por la carretera central o por tierra para que no reciba la energía del mar, que lo hace más potente".
Todos los esfuerzos del doctor Rubiera fueron vanos. El “presidente” dio todos los pronósticos. “Las lluvias y los vientos afectarán al sistema eléctrico, las líneas telefónicas serán dañadas, la agricultura, con las plantaciones de caña y plátanos, será blanco de este ciclón, el país tendrá grandes pérdidas. El pueblo se verá obligado a nuevos sacrificios, pero la revolución estará, como siempre, a su lado”, dijo.
Desde el Instituto el “presidente” orientaba a sus lugartenientes, quienes se encontraban en diferentes partes de la isla haciéndole mayores gastos a la economía y divirtiéndose de lo lindo en las aventuras que siempre encierran los ciclones.
La mejor enseñanza del huracán Georges ha sido que los cubanos ya podemos prescindir del Instituto de Meteorología, mientras tengamos vivos al gran “presidente”.
Ramón Humberto Colás, colaborador de Cuba Free Press.

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Thursday, August 23, 2012

Corrupción socialista

Doce funcionarios cubanos, incluidos tres ex viceministros de la Industria Básica, fueron condenados por "cometer delitos asociados a la corrupción durante el proceso de negociación, contratación y ejecución del proyecto de expansión de la planta Pedro Soto Alba, ubicada en Moa, para la extracción, refinación y comercialización de níquel y cobalto", según refleja el diario Granma, órgano oficial del único partido en la isla.

Hace aproximadamente dos años, la ministra de Industria Básica, Yadira García, era sustituida de su cargo por insuficiencias en el desempeño de sus funciones al frente del ministerio. La señora García era una de las protegidas del comandante y su carrera hacia la cúspide del poder fue relampagueante desde su arranque al frente del partido en la provincia de Matanzas.

Aquella estocada a una de los miembros del círculo cercano al comandante puso en alerta a los directivos revolucionario sobre el alcance que tiene el poder de su hermano menor. Fue el primer gran mensaje del heredero Raúl, advirtiendo que la finca tenía un nuevo administrador y solo es él quien decide la suerte de sus capataces.  

Lo insólito del caso es el número de implicados y la cobertura de la prensa nacional cubana, cuando el régimen lo presenta como un fenómeno nuevo, intolerable para la moral de la revolución e incompatible con la supuesta transparencia del gobierno.

Las últimas generaciones de cubanos han crecido escuchando decir que la corrupción es un hábito del capitalismo, cuya práctica inmoral jamás se produciría en el socialismo. Pero solo los incrédulos pueden creer que la corrupción en Cuba es algo nuevo y asociado con las “aperturas” mínimas del país con el mundo.

La descomposición económica en la isla comenzó hace más de medio siglo con la arbitrariedad oficial contra los propietarios de bienes y riquezas, la confiscación sin indemnizar y la apropiación material en nombre del pueblo. Allí surgieron los primeros robos con la fuerza del poder cuando varios funcionarios encargados de la custodia de los recursos nacionalizados se convirtieron de mercaderes de lo ajeno.

La ignorancia extendida en la sociedad cubana pocas veces permite mirar como funciona la dinámica del gobierno. Desde el alto poder se ha decidido, a dedo y sin una sola opinión adversa, la movilización urgente de miles de hombres, mujeres y niños, la ubicación de equipos, maquinarias, alimentos, se designan responsables inexpertos y socios de la jerarquía comunista, se mueven trenes, aviones, barcos y hasta se llegó a crear una base al narcotráfico internacional en territorio nacional.

Detrás de esas operaciones, justificadas para bien del pueblo, siempre ha estado presente una corrupción colosal y una administración incapaz de controlar el uso adecuado de los recursos del país.Lo peor es, que esa putrefacción oficial se ha extendido al ciudadano común, al cubano de a pie, quien sometido a un régimen de restricciones y escasez, justifica como “luchar”, el hurto, el engaño y el pillaje, esparciendo estos hábitos deshonestos como uno de los peores males heredado de la revolución de los hermanos Castro. 

A nadie debería extrañar las penas a los sancionados por desfalcos. Lo que asombra es que los verdaderos corruptos, aquellos que engendraron el mal en la sociedad cubana con su intolerancia y la destrucción economía del país, no estén en el banquillo de los acusados. 


Thursday, August 16, 2012

Herencia patriótica


La muerte trágica de Osvaldo Payá Sardinas, el pasado veinte y dos de julio, cerca de la ciudad de Bayamo, en el este de Cuba, ha permitido visibilizar a su retaguardia, que hasta el momento mismo de la tragedia era silente. Se trata del rostro joven, inconmovible y maduro de Rosa María Payá Acevedo, la hija del fallecido líder del Movimiento Cristiano Liberación.

Las primeras imágenes de Payá Acevedo fueron vistas durante las honras fúnebres en la iglesia donde fue expuesto el cadáver de su padre. Con sus pocos años, se mantuvo siempre al lado de su madre y parecía ser la conductora de aquel momento fatal para la familia. Completamente vestida de negro, exponiendo el dolor y el desconsuelo, evitaba que se tomaran fotos del rostro magullado de su papá. Exigía a los asistentes el mejor comportamiento en esas horas de tristezas y con su mirada profunda e inteligente enviaba un mensaje a quienes piensan que la desaparición física de Paya implicaba el fin de la lucha que había iniciado  al frente de su movimiento cristiano.

Después, cuando las horas se hicieron largas y el tiempo parecía olvidar la tragedia, la jovencita Rosa María Payá emergía como una Mambisa frente a los micrófonos de la prensa internacional haciendo declaraciones rotundas para argumentar sus sospechas sobre la implicación oficial en la muerte de su padre. Desde entonces hasta acá, se ha perfilado como una joven capaz de enfrentar con valentía a una dictadura de más de medio siglo con la fuerza de la razón, las ideas y los valores cristianos y democráticos que le han inculcado sus padres. Ese ejemplo indica la pérdida del miedo en los jóvenes de la isla. También su rebeldía ante la injusticia y su capacidad para ser protagonistas del cambio.

La revolución cubana mantiene con celo el patrimonio sobre la juventud y la niñez en Cuba. Cualquier incidencia, por pequeña que sea, sobre estos dos elementos levanta la ira del régimen temeroso que el espíritu insurrecto del llamado hombre nuevo se vuelva contra su injusticia e incapacidad para respetar los derechos civiles del pueblo cubano.

De los jóvenes puede nacer una actitud firme ante el lamentable deterioro de la sociedad y eso sería imparable. El mensaje pudiera advertir a la oposición interna, dentro y fuera de la isla, donde las llamadas “Vacas Sagradas” recelan de las otras generaciones a quienes subestiman y le niegan espacio para impulsar ideas innovadoras que faciliten ponderar acciones prácticas y modernas contra el totalitarismo de La Habana.

En Estados Unidos, Raíces de Esperanza, una organización formada por estudiantes cubano-americano procedente de las más importantes universidades en este país y que nacieron con el influjo patriótico de sus padres exiliados, está anunciándoles a los líderes de estas orillas que ellos pueden contribuir al cambio, en el país de sus abuelos, con una visión flamante, desprejuiciada y práctica que permitan fundar a una Cuba mejor y posible.

Pero no se debe esperar para que una nueva tragedia muestre la herencia patriótica de los jóvenes cubanos. El aumento en la filas de la oposición pacifica de estos muchachos, le está dando el impulso y la frescura que necesita una lucha larga, de relevo y audaz como la que libran aquellos que permanecen firme en sus trincheras de esperanza dentro de Cuba.

Como Rosa María Payá Sardinas hoy encarna la presencia juvenil en el futuro democrático de Cuba, los demás seguramente se alistaran para defender sus derechos desde el protagonismo de la acción cívica

Sin juventud no hay país. Este es su tiempo.


Thursday, August 9, 2012

José Mujica y el servicio público


Se habla de la izquierda latinoamericana y, con justa razón, algunos politólogos dividen a la misma en dos corrientes: una irracional-populista y la otra democrática. La primera está formada por un grupo de naciones que siguen a ciega al socialismo del siglo XXI cuyo gestor es el presidente Hugo Chávez quien, a pesar de su pobre ilustración, trata de imponerlo como alternativa para los pueblos de nuestra América y exportarlo como el experimento alternativo al fracaso del socialismo real en la desaparecida Unión Soviética y en los países del centro y este de Europa. Se unen a ese eje los líderes de Ecuador, Rafael Correa, el Nicaragüense Daniel Ortega y la argentina Cristina Fernández de Kirchner.

Contraria a esa tendencia confrontacional y antidemocrática coexiste una izquierda democrática, comprometida con los valores de la libertad, el progreso social y la alternancia política. Los partidos contrario a la derecha tradicional de Chile, Brasil y Uruguay han tomado conciencia que el mejor camino para transitar hacia el desarrollo sostenible pasa por la democracia, el respeto a los derechos fundamentales de sus ciudadanos, la libertad de expresión y la descentralización del poder central sobre el mercado. El presidente de Perú Hullanta Umala, con mucho valor y contra todos los pronósticos políticos, se sitúa en esta variante inteligente de gobernar.

De todos los presidentes de la izquierda democrática latinoamericana, el uruguayo, José Mujica, está perfilando un liderazgo moderno en su país, comprometiendo a todos los sectores sociales y políticos con el desarrollo. Su forma de gobernar y comportarse ante los medios carece de la tradición a la que nos tienen acostumbrados los presidentes de la región. Mujica, no usa corbata. Jamás ha dormido en la mansión presidencial y sus responsabilidades al frente del país sudamericano, no le ha impedido continuar prestándole atención a varias parcelas de tierra donde cultiva los alimentos que luego ayuda a cocinar y a poner sobre la mesa en el hogar donde siempre ha vivido. Su comportamiento no es populista, ni pretende romper el acuerdo de los demócratas uruguayos para perpetuarse en el poder. Según un amigo de ese país, actualmente radicado en Estados Unidos, su presidente es un humanista en tiempo de deshumanización.

Sin pretender mitificar nada, estamos ante una personalidad que se formó en las trincheras de la lucha revolucionaria, creyendo en los métodos violentos para asumir el poder. Sin embargo, un cambio pragmático en su forma de pensar, lo han convertido en un líder democrático, cuya proyección internacional supera las fronteras de su pequeño país.

Los opositores cubanos radicados en el exterior deberán recordar siempre el gesto respetuoso de este hombre cuando, en contra de la voluntad de sus colegas del Frente Amplio, decidió recibir a la Dama de Blanco, Blanca Reyes y el ex prisionero político, Juan Carlos Herreras en el años 2010. Antes de Mujica, ningún gobernante de izquierda en America Latina aceptaba la idea de escuchar una opinión contraria al régimen de La Habana, pero el presidente de la República Oriental del Uruguay, demostrando su compromiso con los valores de la libertad, lo hizo sin importarle las críticas de sus propios compañeros de partido.

Mujica es un servidor público y tiene un reconocido record que rompe todas las formalidades para gobernar. Trabaja en equipo, conduce su propio automóvil, tiene cultura de silencio, porque sabe escuchar hasta aquellos que se encuentran en otras posiciones políticas, y ejerce las altas responsabilidades de su país como un ciudadano comprometido en servir a su pueblo.

Ojala, los cambios estructurales que Raúl Castro propone para Cuba, desde hace seis años, tomen algunos de ellos, el ejemplo de José Mujica porque, al parecer, la ideología, la cual muchos filósofos aseguran desaparecerá, el gobernante uruguayo la utiliza como un credo personal porque respeta, en libertad, las diferencias sosteniendo a la democracia como la mejor alternativa para desarrollar su país.

Thursday, August 2, 2012

Un guión repetido


Desde La Habana el gobierno repite un guión conocido y puesto en escena cada vez que las circunstancias lo ameritan. Se trata, esta vez, como tantas otras, de desviar la curiosidad de la opinión publica nacional e internacional hacia otros asuntos secundarios para intentar silenciar el problema fundamental.

La muerte trágica y repentina del líder del Movimiento Cristiano Liberación, Osvaldo Paya Sardiñas y el activista Harold Cepero, en un accidente de tránsito cerca de la ciudad de Bayamo, han puesto al régimen cubano en el centro de un justificado cuestionamiento por su historial criminal y el manejo sucio que durante más de medio siglo ha hecho en la isla.

Ante los sucesos las autoridades advirtieron con suficiente tiempo las reacciones internas y externas para acomodar nuevamente sus acciones. Esta vez, tratan de culpar, con una repetida maña aprendida durante tanto tiempo actuando en la impunidad del poder, al exilio de estar detrás de supuestas provocaciones para subvertir el orden político y social de la revolución. Y van más allá, cuando en un extenso editorial publicado en el diario oficialista Granma, aseguran tener pruebas de un complot proveniente de Estados Unidos en el que los pacíficos opositores se prestan al servicio de una potencia extranjera.

Los ideólogos revolucionarios, repitiendo sus acciones de divulgación aprendida en los cuarteles propagandísticos soviéticos, olvidan la inteligencia de los demás al creer que la versión de su verdad es absolutamente creíble y por tanto incuestionable.

La muerte de Paya Sardinas era deseada por el régimen porque desde el momento que comenzó a promover el Proyecto Varela se convirtió en una pieza incomoda dentro del país al desafiar el autoritarismos castrista con las armas de la razón y el pacifismo. Su pérdida significa un premio para la seguridad del estado porque contienen la voz más alta del movimiento cívico en la isla. Y es, justamente aquí, donde las sospecha nacen.

Además, las recientes declaraciones de los sobrevivientes, un ciudadano español y el otro sueco, ponen más dudas sobre la implicación oficial en la muerte del líder del movimiento liberación. El joven Miguel Carromero compareció en un video visiblemente cansado, asustadizo, con la mirada decendida y convocando al mundo a “centrarse en su libertad”. Esta última expresión, salida de sus labios, parecía un grito desgarrador, similar al de aquellos que pasaron por los gulags estalinistas. Por su parte el sueco, Jens Aron Modig, admitió todo lo admisible para salir de la isla en una comparecencia de prensa organizada por las autoridades cubanas donde repitió ordenadamente los propósitos del viaje, tal como si estuviera obligada a decirlo para poder abandonar aquel país que lo marcará para el resto de su vida.

Fueron las declaraciones del sueco los mejores argumentos para que el gobierno cubano tratara de desviar la atención hacia los exiliados. El exilio, supuestamente está armando a la disidencia interna para promover una primavera árabe en el Caribe. Así, tan fácilmente y con es imaginario, el régimen evitaría salir del cerco de sospecha que tiene encima mientras moviliza la opinión de sus tentáculos mediáticos en todas partes del mundo para que sostengan esos pérfidos argumentos y aliviar las criticas a La Habana.
Estamos ante un escenario de mentiras creado por las autoridades cubanas para silenciar la verdad en torno a la muerte de Paya Sardiñas. Volvemos a los tiempos donde la responsabilidad por los crímenes castristas recae en los que nunca lo cometieron.