Thursday, August 16, 2012

Herencia patriótica


La muerte trágica de Osvaldo Payá Sardinas, el pasado veinte y dos de julio, cerca de la ciudad de Bayamo, en el este de Cuba, ha permitido visibilizar a su retaguardia, que hasta el momento mismo de la tragedia era silente. Se trata del rostro joven, inconmovible y maduro de Rosa María Payá Acevedo, la hija del fallecido líder del Movimiento Cristiano Liberación.

Las primeras imágenes de Payá Acevedo fueron vistas durante las honras fúnebres en la iglesia donde fue expuesto el cadáver de su padre. Con sus pocos años, se mantuvo siempre al lado de su madre y parecía ser la conductora de aquel momento fatal para la familia. Completamente vestida de negro, exponiendo el dolor y el desconsuelo, evitaba que se tomaran fotos del rostro magullado de su papá. Exigía a los asistentes el mejor comportamiento en esas horas de tristezas y con su mirada profunda e inteligente enviaba un mensaje a quienes piensan que la desaparición física de Paya implicaba el fin de la lucha que había iniciado  al frente de su movimiento cristiano.

Después, cuando las horas se hicieron largas y el tiempo parecía olvidar la tragedia, la jovencita Rosa María Payá emergía como una Mambisa frente a los micrófonos de la prensa internacional haciendo declaraciones rotundas para argumentar sus sospechas sobre la implicación oficial en la muerte de su padre. Desde entonces hasta acá, se ha perfilado como una joven capaz de enfrentar con valentía a una dictadura de más de medio siglo con la fuerza de la razón, las ideas y los valores cristianos y democráticos que le han inculcado sus padres. Ese ejemplo indica la pérdida del miedo en los jóvenes de la isla. También su rebeldía ante la injusticia y su capacidad para ser protagonistas del cambio.

La revolución cubana mantiene con celo el patrimonio sobre la juventud y la niñez en Cuba. Cualquier incidencia, por pequeña que sea, sobre estos dos elementos levanta la ira del régimen temeroso que el espíritu insurrecto del llamado hombre nuevo se vuelva contra su injusticia e incapacidad para respetar los derechos civiles del pueblo cubano.

De los jóvenes puede nacer una actitud firme ante el lamentable deterioro de la sociedad y eso sería imparable. El mensaje pudiera advertir a la oposición interna, dentro y fuera de la isla, donde las llamadas “Vacas Sagradas” recelan de las otras generaciones a quienes subestiman y le niegan espacio para impulsar ideas innovadoras que faciliten ponderar acciones prácticas y modernas contra el totalitarismo de La Habana.

En Estados Unidos, Raíces de Esperanza, una organización formada por estudiantes cubano-americano procedente de las más importantes universidades en este país y que nacieron con el influjo patriótico de sus padres exiliados, está anunciándoles a los líderes de estas orillas que ellos pueden contribuir al cambio, en el país de sus abuelos, con una visión flamante, desprejuiciada y práctica que permitan fundar a una Cuba mejor y posible.

Pero no se debe esperar para que una nueva tragedia muestre la herencia patriótica de los jóvenes cubanos. El aumento en la filas de la oposición pacifica de estos muchachos, le está dando el impulso y la frescura que necesita una lucha larga, de relevo y audaz como la que libran aquellos que permanecen firme en sus trincheras de esperanza dentro de Cuba.

Como Rosa María Payá Sardinas hoy encarna la presencia juvenil en el futuro democrático de Cuba, los demás seguramente se alistaran para defender sus derechos desde el protagonismo de la acción cívica

Sin juventud no hay país. Este es su tiempo.


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