Thursday, August 9, 2012

José Mujica y el servicio público


Se habla de la izquierda latinoamericana y, con justa razón, algunos politólogos dividen a la misma en dos corrientes: una irracional-populista y la otra democrática. La primera está formada por un grupo de naciones que siguen a ciega al socialismo del siglo XXI cuyo gestor es el presidente Hugo Chávez quien, a pesar de su pobre ilustración, trata de imponerlo como alternativa para los pueblos de nuestra América y exportarlo como el experimento alternativo al fracaso del socialismo real en la desaparecida Unión Soviética y en los países del centro y este de Europa. Se unen a ese eje los líderes de Ecuador, Rafael Correa, el Nicaragüense Daniel Ortega y la argentina Cristina Fernández de Kirchner.

Contraria a esa tendencia confrontacional y antidemocrática coexiste una izquierda democrática, comprometida con los valores de la libertad, el progreso social y la alternancia política. Los partidos contrario a la derecha tradicional de Chile, Brasil y Uruguay han tomado conciencia que el mejor camino para transitar hacia el desarrollo sostenible pasa por la democracia, el respeto a los derechos fundamentales de sus ciudadanos, la libertad de expresión y la descentralización del poder central sobre el mercado. El presidente de Perú Hullanta Umala, con mucho valor y contra todos los pronósticos políticos, se sitúa en esta variante inteligente de gobernar.

De todos los presidentes de la izquierda democrática latinoamericana, el uruguayo, José Mujica, está perfilando un liderazgo moderno en su país, comprometiendo a todos los sectores sociales y políticos con el desarrollo. Su forma de gobernar y comportarse ante los medios carece de la tradición a la que nos tienen acostumbrados los presidentes de la región. Mujica, no usa corbata. Jamás ha dormido en la mansión presidencial y sus responsabilidades al frente del país sudamericano, no le ha impedido continuar prestándole atención a varias parcelas de tierra donde cultiva los alimentos que luego ayuda a cocinar y a poner sobre la mesa en el hogar donde siempre ha vivido. Su comportamiento no es populista, ni pretende romper el acuerdo de los demócratas uruguayos para perpetuarse en el poder. Según un amigo de ese país, actualmente radicado en Estados Unidos, su presidente es un humanista en tiempo de deshumanización.

Sin pretender mitificar nada, estamos ante una personalidad que se formó en las trincheras de la lucha revolucionaria, creyendo en los métodos violentos para asumir el poder. Sin embargo, un cambio pragmático en su forma de pensar, lo han convertido en un líder democrático, cuya proyección internacional supera las fronteras de su pequeño país.

Los opositores cubanos radicados en el exterior deberán recordar siempre el gesto respetuoso de este hombre cuando, en contra de la voluntad de sus colegas del Frente Amplio, decidió recibir a la Dama de Blanco, Blanca Reyes y el ex prisionero político, Juan Carlos Herreras en el años 2010. Antes de Mujica, ningún gobernante de izquierda en America Latina aceptaba la idea de escuchar una opinión contraria al régimen de La Habana, pero el presidente de la República Oriental del Uruguay, demostrando su compromiso con los valores de la libertad, lo hizo sin importarle las críticas de sus propios compañeros de partido.

Mujica es un servidor público y tiene un reconocido record que rompe todas las formalidades para gobernar. Trabaja en equipo, conduce su propio automóvil, tiene cultura de silencio, porque sabe escuchar hasta aquellos que se encuentran en otras posiciones políticas, y ejerce las altas responsabilidades de su país como un ciudadano comprometido en servir a su pueblo.

Ojala, los cambios estructurales que Raúl Castro propone para Cuba, desde hace seis años, tomen algunos de ellos, el ejemplo de José Mujica porque, al parecer, la ideología, la cual muchos filósofos aseguran desaparecerá, el gobernante uruguayo la utiliza como un credo personal porque respeta, en libertad, las diferencias sosteniendo a la democracia como la mejor alternativa para desarrollar su país.

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