Una noticia sobre Cuba recorre el mundo en los últimos días con una interrogante en mayúscula. ¿Existe debate en la isla? Todo parte de una reciente comparecencia en el centro cultural Félix Varela de la Habana auspiciada por la revista Espacio Laical del exitoso empresario cubano radicado en Miami, Carlos Saladrigas.
Según la opinión de corresponsal de BBC mundo en La Habana en el auditorio se encentraban disidentes, blogueros, periodistas independientes, militantes comunistas, intelectuales, creyentes, ateos, curas, cubanos de a pie y, evidentemente, los servicios secretos del régimen parapetados entre todo el arco iris de asistentes.
Las referencias del señor Saladrigas estaban basadas en puntos cardinales de nuestra sociedad. Se refería a la necesidad de fomentar el diálogo entre los cubanos, dentro y fuera, de reconciliar las diferencias, ponderar, en la oportunidad económica, las potencialidades del país para superar su pobreza, de mirar al futuro con una visión moderna en la política y la economía. Describía, además, al desencanto de los cubanos y pronosticaba una Cuba diferente si las reformas de Raúl Castro accedieran a darle participación el poderoso capital de los cubanos exiliados.
Cuentan algunos de los participantes, a los cuales hemos consultado, que el debate fue libre, abierto, extenso y profundo. Los seguidores del gobierno expusieron su temor al capital libre en la sociedad cubana. Un bloguero afirmó que el régimen cubano es el único que debe ceder chocando, tal vez, con la flexibilidad que el exponente busca entre todos los actores de cambio en el país.
La pregunta es si se pueden hacer debates en Cuba sobre temas polémicos y controversiales. Lo ocurrido en el Centro Félix Varela asegura que si. ¿Quién los organiza? Hasta ahora la iglesia, convertida en el único interlocutor valido con el régimen, capitaliza los encuentros. Pero cabe preguntarse además. ¿Habrá que esperar por las autoridades cubanas para ganar otros espacios paralelos donde se puedan discutir decentemente, con civilitud y prudencia los problemas de Cuba?
Recuerdo aquel histórico proceso iniciado en la extinta Unión Soviética por Mijail Gorbachov, llamado Glasnost que liberaba a los rusos en un alto por ciento del hermetismo oficial, la censura y la persecución por opinar. Relatan los historiadores que cada esquina de ese extenso país se convirtió en una tribuna donde cada cual llegó a expresar sus ideas sin temor a represalias. Lo demás es historia conocida, el socialismo real se vino abajo y detrás de las cortinas de acero se desvistió la realidad del fracasado modelo comunista.
Si el centro Félix Varela invitó a Carlos Saladrigas, quien se encuentra en el antípoda ideológico del régimen cubano a exponer sus puntos de vistas, no debe sorprender que mañana un disidente verdadero, con un proyecto estructural, estratégico y creíble para el bien de Cuba ocupe el podio de aquel lugar. Lo importante es recatar la cultura de debate, perdida por el monólogo oficial, la censura y el miedo a la verdad. Si una ventana se abre hay que aprovecharla para mirar al sol. Por ella pueden entrar los primeros rayos de luz que luego serán más cuando se abran otras puertas.
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