Las últimas noticias provenientes de Cuba destacan el avance de la oposición en la parte oriental del país. También el aumento de la represión en esa zona. De igual manera, alcanzan titulares las acciones cívicas convocadas en Palma Soriano, Contramaestre y Santiago de Cuba. Pero a la vez, muchos se preguntan porque las acciones violentas son tan desmedidas contra los pacíficos opositores en el este cubano. La respuesta deriva de la naturaleza represiva del régimen y también, porque oriente el gobierno lo considera su bastión inexpugnable donde surgió la revolución y donde mejor está consolidada.
Ayer observaba un video, actualmente se encuentra circulando por Internet, donde más una docena de activistas cívicos en Palma Soriano protestaban por la injusta detención de su líder, el presidente de la Unión Patriótica Cubana y ex prisionero de conciencia, José Daniel Ferrer. Los manifestantes, hacían declaraciones para condenar el arresto y responsabilizar Raúl Castro con lo que pudiera sucederle al encarcelado, cuyo estado de salud está muy deteriorado. También pedían el apoyo de las personas de buena voluntad en el mundo para su causa, al momento que gritaban abajo Fidel y Raúl, dando vivan a los derechos humanos para que la altura del turquino hiciera rebotar sus frustraciones a todo el país.
Realmente, es impresionante como desde cualquier lugar a la largo de la geografía cubana, se escuchan las voces de descontento políticos lo cual era impensable hace muy pocos años atrás.
El rostro de los activistas destacaba su indefensión y el escenario que escogieron para manifestarse habla por si solo de la realidad cubana. Todos estaban ubicados frente a una casa destartalada, cuyas paredes de madera y el techo de zinc parecían venirse abajo ante el eco resonante de los opositores demandando sus derechos a la libertad.
El orador era un joven de ascendencia humilde, con formación cultural quien, en sus improvisadas palabras, demostraba el grado de desesperación en la que el totalitarismo ha sumido a la inmensa mayoría del pueblo cubano. La manifestación terminó cuando dejaron escuchar en un coro organizado y a toda voz las notas del himno nacional.
Reflexionando acerca de aquel suceso, y después de escuchar las opiniones de varios cubanos residentes en el exterior, coincido en que el activismo irá en aumento en la medida que el régimen radicalice sus posiciones y la represión selectiva se haga mayor. En el caso de José Daniel Ferrer, Yoani Sánchez, una voz autorizada dentro de Cuba, lo considera un líder natural al que el régimen le teme. Conciliador y con una capacidad de convocatoria como pocos dentro de la isla, además es inteligente, emprendedor, activo y facilitador entre todas las frágiles tendencias dentro de la disidencia política. Estas cualidades, bien definidas por la seguridad del estado, son agravantes poderosas para aislar a José Daniel del contacto directo con las personas de su entorno y más allá.
Su sinceridad, la persistencia en sus planes por la democracia, la proyección política de su imagen y la honestidad que le caracteriza, son un peligro para el gobierno cubano que opta por aplicar las mismas recetas represivas. Pero, lo que comienza a percibirse es que a pesar del encarcelamiento por varias semanas del líder de la Unión Patriótica Cubana, sus compañeros de lucha mantienen en las calles su legado y asumen el compromiso de darle continuidad a sus ideas de cambios en el oriente cubano.
El mérito de un verdadero líder, este joven de Palmarito de Cauto lo está demostrando, está en su capacidad para crear una base social amplia que mantenga en funcionamiento a su organización aunque las principales cabezas sean encarceladas. Los opositores que le apoyan y demandan su libertad inmediata lo hacen porque saben el signo que representa José Daniel para la unidad de toda la oposición cívica cubana.
Friday, April 27, 2012
Thursday, April 19, 2012
Solución a la cubana
La cumbre de Las Américas, celebrada en Cartagena, ciudad ubicada en el caribe colombiano terminó sin acuerdos. Es la tercera reunión de jefes de estados y gobierno de la región que concluye sin una declaración final por falta de consenso entre los líderes de las naciones americanas. El tema cubano y su posible inclusión en este foro y la diputa Argentina con Reino Unido por Las Malvinas, no alcanzaron un arreglo entre Estados Unidos y Canadá con el resto de los países que abogan por la participación cubana en estas cumbres.
El presidente Obama y el primer ministro de Canadá sostienen como argumento la clausula que dio origen a estas reuniones, donde todos los países que ocupan asiento en la cumbre americana deben sustentar los valores de la democracia y ser respetuosos de los derechos humanos y en Cuba no se cumplen esos principios.
La posición cubana no se hizo esperar. El diario Granma publicó una nota oficial donde indicaba que “el presidente Obama debería percatarse de que la Cumbre de Cartagena no fue propicia para aconsejar democracia a Cuba”. Luego añadía: “De Cuba, nos ocupamos los cubanos”.
Confieso mi total acuerdo con esas declaraciones del gobierno cubano. No es Cartagena, ni en Washington, menos en Madrid o Praga donde deben discutirse los problemas de Cuba. Y la vez no debe ser el presidente colombiano Juan Manuel Santos, ni el venezolano Hugo Chávez, o el norteamericano Barack Obama y menos el boliviano Evo Morales los que se deben ocuparse de los graves problemas de la isla. Son los cubanos, los encargados de destrabar la discordia política, la intolerancia, la falta de libertades básicas, el derecho a la libre expresión, a viajar sin pedir permiso, participar en el proyecto de nación inconcluso y construir un modelo económico social sustentado sobre los pilares de la democracia.
Como cubanos son los que viven en Estocolmo, en Buenos Aires, New Jersey, Miami, San Juan, puerto Rico y en otros lugares del mundo, también tienen derecho a encontrar soluciones a los problemas de su país.
Raúl Castro, siempre lo he creído, convoca el desacuerdo, parece que pregunta, escucha y trabaja en equipo, es decir se deja asesorar. No es extraño que comience hablar de las dificultades en la isla pensando en plural. Lógicamente, él sabe que en estas orillas de la libertad, los cubanos han triunfado en el país con mayor atracción para los negocios y el emprendimiento. Es una fuerza real insertada, incluso, en el mundo de la política y de las relaciones dinámicas de la sociedad estadounidense y siempre han sido cubano con un grado de compromiso por el destino de su país de origen.
Si los cubanos todos deben resolver sus dificultades, Raúl y su equipo deben ser inclusivos y perderle el miedo al inmovilismo.
Las experiencias de Viet Nam, país destrozado por una guerra con Estados Unidos y convertido hoy en un socio comercial, puede ser considerada valida para Cuba sin que exista un monopolio único del poder político como se mantiene en la isla y el lejano país asiático. El gobierno vietnamita permitió el retorno de todos los ciudadanos dispersos por el mundo, pobres y ricos, los cuales tenían más que la mayoría de los ciudadanos de ese país. El flujo de oportunidades traídas del exterior, la inserción libre en un mercado emergente y ciertas flexibilidades políticas y económicas para los negocios, han convertido a Viet Nam en uno de los países con mayor crecimiento en el mundo. La solución a sus problemas no vino de ninguna cumbre, sino del pragmatismo inteligente de los gobernantes comunistas de aquel lugar.
Es un ejemplo de como los cubanos, sin exclusión, pueden contribuir a sacar a Cuba de la pobreza que cincuenta y tres años de intolerancia han dejado en el país. Si Raúl Castro se atreve a navegar por las aguas de los cambios estructurales que anuncio, Cuba con todos sus cubanos pueden encontrarle solución a sus problemas.
(Comentario semanal transmitido por radio hacia Cuba)
El presidente Obama y el primer ministro de Canadá sostienen como argumento la clausula que dio origen a estas reuniones, donde todos los países que ocupan asiento en la cumbre americana deben sustentar los valores de la democracia y ser respetuosos de los derechos humanos y en Cuba no se cumplen esos principios.
La posición cubana no se hizo esperar. El diario Granma publicó una nota oficial donde indicaba que “el presidente Obama debería percatarse de que la Cumbre de Cartagena no fue propicia para aconsejar democracia a Cuba”. Luego añadía: “De Cuba, nos ocupamos los cubanos”.
Confieso mi total acuerdo con esas declaraciones del gobierno cubano. No es Cartagena, ni en Washington, menos en Madrid o Praga donde deben discutirse los problemas de Cuba. Y la vez no debe ser el presidente colombiano Juan Manuel Santos, ni el venezolano Hugo Chávez, o el norteamericano Barack Obama y menos el boliviano Evo Morales los que se deben ocuparse de los graves problemas de la isla. Son los cubanos, los encargados de destrabar la discordia política, la intolerancia, la falta de libertades básicas, el derecho a la libre expresión, a viajar sin pedir permiso, participar en el proyecto de nación inconcluso y construir un modelo económico social sustentado sobre los pilares de la democracia.
Como cubanos son los que viven en Estocolmo, en Buenos Aires, New Jersey, Miami, San Juan, puerto Rico y en otros lugares del mundo, también tienen derecho a encontrar soluciones a los problemas de su país.
Raúl Castro, siempre lo he creído, convoca el desacuerdo, parece que pregunta, escucha y trabaja en equipo, es decir se deja asesorar. No es extraño que comience hablar de las dificultades en la isla pensando en plural. Lógicamente, él sabe que en estas orillas de la libertad, los cubanos han triunfado en el país con mayor atracción para los negocios y el emprendimiento. Es una fuerza real insertada, incluso, en el mundo de la política y de las relaciones dinámicas de la sociedad estadounidense y siempre han sido cubano con un grado de compromiso por el destino de su país de origen.
Si los cubanos todos deben resolver sus dificultades, Raúl y su equipo deben ser inclusivos y perderle el miedo al inmovilismo.
Las experiencias de Viet Nam, país destrozado por una guerra con Estados Unidos y convertido hoy en un socio comercial, puede ser considerada valida para Cuba sin que exista un monopolio único del poder político como se mantiene en la isla y el lejano país asiático. El gobierno vietnamita permitió el retorno de todos los ciudadanos dispersos por el mundo, pobres y ricos, los cuales tenían más que la mayoría de los ciudadanos de ese país. El flujo de oportunidades traídas del exterior, la inserción libre en un mercado emergente y ciertas flexibilidades políticas y económicas para los negocios, han convertido a Viet Nam en uno de los países con mayor crecimiento en el mundo. La solución a sus problemas no vino de ninguna cumbre, sino del pragmatismo inteligente de los gobernantes comunistas de aquel lugar.
Es un ejemplo de como los cubanos, sin exclusión, pueden contribuir a sacar a Cuba de la pobreza que cincuenta y tres años de intolerancia han dejado en el país. Si Raúl Castro se atreve a navegar por las aguas de los cambios estructurales que anuncio, Cuba con todos sus cubanos pueden encontrarle solución a sus problemas.
(Comentario semanal transmitido por radio hacia Cuba)
Saturday, April 14, 2012
Facilitador para Cuba
Los eventos de la oposición cívica Cuba y el exilio carecen de un elemento esencial para alcanzar un acuerdo común, estratégico e inteligente entre todas las partes involucradas en el conflicto cubano. Se trata del facilitador.
Este sujeto que se ha puesto de moda a nivel internacional, aunque ha existido desde hace mucho tiempo, es esencial para orientar o instruir acerca de algunas tareas relevantes en situaciones antagónicas. En el campo de la política cobra valor su participación en la resolución de tensiones entre partes enfrentadas en un país determinados, entre naciones, organizaciones políticas, gobiernos y potencias.
Ha sido tanta su importancia que en 1993 se creó la Asociación Internacional de Facilitadores, para la promoción profesional de esa carrera, tomando en cuenta que cada vez más, estos promotores del diálogo consensuado, son vitales en la solución de tensiones políticas a todos los niveles.
Su misión es ayudar a entender los objetivos comunes entre las partes enfrentadas, sin pronunciarse a favor o en contra de algunas de ellas. También, diseña un plan estratégico para alcanzar un consenso en los puntos de desacuerdo preexistentes o lo que surjan en medio de las discusiones para un acuerdo. Es decir, el facilitador crea una sinergia para que los grupos trabajen con mayor efectividad, colaboren y funcionen bajo una atmósfera de respeto mutuo. La importancia mayor radica en que “las decisiones a las cuales se arriben deben ser de calidad y todos tengan logros excepcionales”, según expone Ingrid Bens en su libro Facilitando con facilidad.
Por su parte, Sam Kaner considera que el trabajo del facilitador es:“apoyar los mejores pensamientos y prácticas en todos los participantes de un grupo. Para lograrlo, el facilitador promueve la máxima participación, el entendimiento mutuo y cultiva las responsabilidades compartidas. Incitando a todos a conseguir sus más logrados pensamientos, permite a los miembros de un grupo buscar soluciones inclusivas y a construir acuerdos sustentables."
Para facilitar hay que ganarse el respeto de los demás y cuando no se llega a un consenso, su trabajo es hacer entender a cada grupo las diferencias existentes.
El caso cubano necesita de facilitadores competentes, audaces, inteligentes y con valor para persuadir a los actores políticos del exilio y la isla acerca de la necesidad del consenso patriótico.
Hace unos meses, Eduardo Pérez Bengoechea, un exiliado sin afiliación política a ningún grupo en particular, reunió bajo un mismo techo a las principales figuras de la oposición cubana en la diáspora. El ambiente era de respeto y la tensión, que a veces se espera cuando los cubanos de diferentes ideas se reúnen, nunca afloró porque el facilitador de aquel encuentro creó una sinergia propicia para compartir en libertad las diferencias.
Escuchando a Tomas Rodríguez, líder de Agenda Cuba en Miami, encontré las mismas intenciones cuando, a través de los micrófonos de un programa radial que conduce, supo construir un ambiente de concordia en medio de tirantes diferencias.
Urge aprender de la modernidad para tener visión de futuro. Posiblemente, el mejor liderazgo de Cuba esté en mano de quienes rompan los moldes y deje atrás el protagonismo aberrante y se convierta en facilitador de nuestros desacuerdos.
(Comentario transmitido hacia Cuba por Radio Martí)
Este sujeto que se ha puesto de moda a nivel internacional, aunque ha existido desde hace mucho tiempo, es esencial para orientar o instruir acerca de algunas tareas relevantes en situaciones antagónicas. En el campo de la política cobra valor su participación en la resolución de tensiones entre partes enfrentadas en un país determinados, entre naciones, organizaciones políticas, gobiernos y potencias.
Ha sido tanta su importancia que en 1993 se creó la Asociación Internacional de Facilitadores, para la promoción profesional de esa carrera, tomando en cuenta que cada vez más, estos promotores del diálogo consensuado, son vitales en la solución de tensiones políticas a todos los niveles.
Su misión es ayudar a entender los objetivos comunes entre las partes enfrentadas, sin pronunciarse a favor o en contra de algunas de ellas. También, diseña un plan estratégico para alcanzar un consenso en los puntos de desacuerdo preexistentes o lo que surjan en medio de las discusiones para un acuerdo. Es decir, el facilitador crea una sinergia para que los grupos trabajen con mayor efectividad, colaboren y funcionen bajo una atmósfera de respeto mutuo. La importancia mayor radica en que “las decisiones a las cuales se arriben deben ser de calidad y todos tengan logros excepcionales”, según expone Ingrid Bens en su libro Facilitando con facilidad.
Por su parte, Sam Kaner considera que el trabajo del facilitador es:“apoyar los mejores pensamientos y prácticas en todos los participantes de un grupo. Para lograrlo, el facilitador promueve la máxima participación, el entendimiento mutuo y cultiva las responsabilidades compartidas. Incitando a todos a conseguir sus más logrados pensamientos, permite a los miembros de un grupo buscar soluciones inclusivas y a construir acuerdos sustentables."
Para facilitar hay que ganarse el respeto de los demás y cuando no se llega a un consenso, su trabajo es hacer entender a cada grupo las diferencias existentes.
El caso cubano necesita de facilitadores competentes, audaces, inteligentes y con valor para persuadir a los actores políticos del exilio y la isla acerca de la necesidad del consenso patriótico.
Hace unos meses, Eduardo Pérez Bengoechea, un exiliado sin afiliación política a ningún grupo en particular, reunió bajo un mismo techo a las principales figuras de la oposición cubana en la diáspora. El ambiente era de respeto y la tensión, que a veces se espera cuando los cubanos de diferentes ideas se reúnen, nunca afloró porque el facilitador de aquel encuentro creó una sinergia propicia para compartir en libertad las diferencias.
Escuchando a Tomas Rodríguez, líder de Agenda Cuba en Miami, encontré las mismas intenciones cuando, a través de los micrófonos de un programa radial que conduce, supo construir un ambiente de concordia en medio de tirantes diferencias.
Urge aprender de la modernidad para tener visión de futuro. Posiblemente, el mejor liderazgo de Cuba esté en mano de quienes rompan los moldes y deje atrás el protagonismo aberrante y se convierta en facilitador de nuestros desacuerdos.
(Comentario transmitido hacia Cuba por Radio Martí)
Friday, April 6, 2012
Debate en La Habana
Una noticia sobre Cuba recorre el mundo en los últimos días con una interrogante en mayúscula. ¿Existe debate en la isla? Todo parte de una reciente comparecencia en el centro cultural Félix Varela de la Habana auspiciada por la revista Espacio Laical del exitoso empresario cubano radicado en Miami, Carlos Saladrigas.
Según la opinión de corresponsal de BBC mundo en La Habana en el auditorio se encentraban disidentes, blogueros, periodistas independientes, militantes comunistas, intelectuales, creyentes, ateos, curas, cubanos de a pie y, evidentemente, los servicios secretos del régimen parapetados entre todo el arco iris de asistentes.
Las referencias del señor Saladrigas estaban basadas en puntos cardinales de nuestra sociedad. Se refería a la necesidad de fomentar el diálogo entre los cubanos, dentro y fuera, de reconciliar las diferencias, ponderar, en la oportunidad económica, las potencialidades del país para superar su pobreza, de mirar al futuro con una visión moderna en la política y la economía. Describía, además, al desencanto de los cubanos y pronosticaba una Cuba diferente si las reformas de Raúl Castro accedieran a darle participación el poderoso capital de los cubanos exiliados.
Cuentan algunos de los participantes, a los cuales hemos consultado, que el debate fue libre, abierto, extenso y profundo. Los seguidores del gobierno expusieron su temor al capital libre en la sociedad cubana. Un bloguero afirmó que el régimen cubano es el único que debe ceder chocando, tal vez, con la flexibilidad que el exponente busca entre todos los actores de cambio en el país.
La pregunta es si se pueden hacer debates en Cuba sobre temas polémicos y controversiales. Lo ocurrido en el Centro Félix Varela asegura que si. ¿Quién los organiza? Hasta ahora la iglesia, convertida en el único interlocutor valido con el régimen, capitaliza los encuentros. Pero cabe preguntarse además. ¿Habrá que esperar por las autoridades cubanas para ganar otros espacios paralelos donde se puedan discutir decentemente, con civilitud y prudencia los problemas de Cuba?
Recuerdo aquel histórico proceso iniciado en la extinta Unión Soviética por Mijail Gorbachov, llamado Glasnost que liberaba a los rusos en un alto por ciento del hermetismo oficial, la censura y la persecución por opinar. Relatan los historiadores que cada esquina de ese extenso país se convirtió en una tribuna donde cada cual llegó a expresar sus ideas sin temor a represalias. Lo demás es historia conocida, el socialismo real se vino abajo y detrás de las cortinas de acero se desvistió la realidad del fracasado modelo comunista.
Si el centro Félix Varela invitó a Carlos Saladrigas, quien se encuentra en el antípoda ideológico del régimen cubano a exponer sus puntos de vistas, no debe sorprender que mañana un disidente verdadero, con un proyecto estructural, estratégico y creíble para el bien de Cuba ocupe el podio de aquel lugar. Lo importante es recatar la cultura de debate, perdida por el monólogo oficial, la censura y el miedo a la verdad. Si una ventana se abre hay que aprovecharla para mirar al sol. Por ella pueden entrar los primeros rayos de luz que luego serán más cuando se abran otras puertas.
Según la opinión de corresponsal de BBC mundo en La Habana en el auditorio se encentraban disidentes, blogueros, periodistas independientes, militantes comunistas, intelectuales, creyentes, ateos, curas, cubanos de a pie y, evidentemente, los servicios secretos del régimen parapetados entre todo el arco iris de asistentes.
Las referencias del señor Saladrigas estaban basadas en puntos cardinales de nuestra sociedad. Se refería a la necesidad de fomentar el diálogo entre los cubanos, dentro y fuera, de reconciliar las diferencias, ponderar, en la oportunidad económica, las potencialidades del país para superar su pobreza, de mirar al futuro con una visión moderna en la política y la economía. Describía, además, al desencanto de los cubanos y pronosticaba una Cuba diferente si las reformas de Raúl Castro accedieran a darle participación el poderoso capital de los cubanos exiliados.
Cuentan algunos de los participantes, a los cuales hemos consultado, que el debate fue libre, abierto, extenso y profundo. Los seguidores del gobierno expusieron su temor al capital libre en la sociedad cubana. Un bloguero afirmó que el régimen cubano es el único que debe ceder chocando, tal vez, con la flexibilidad que el exponente busca entre todos los actores de cambio en el país.
La pregunta es si se pueden hacer debates en Cuba sobre temas polémicos y controversiales. Lo ocurrido en el Centro Félix Varela asegura que si. ¿Quién los organiza? Hasta ahora la iglesia, convertida en el único interlocutor valido con el régimen, capitaliza los encuentros. Pero cabe preguntarse además. ¿Habrá que esperar por las autoridades cubanas para ganar otros espacios paralelos donde se puedan discutir decentemente, con civilitud y prudencia los problemas de Cuba?
Recuerdo aquel histórico proceso iniciado en la extinta Unión Soviética por Mijail Gorbachov, llamado Glasnost que liberaba a los rusos en un alto por ciento del hermetismo oficial, la censura y la persecución por opinar. Relatan los historiadores que cada esquina de ese extenso país se convirtió en una tribuna donde cada cual llegó a expresar sus ideas sin temor a represalias. Lo demás es historia conocida, el socialismo real se vino abajo y detrás de las cortinas de acero se desvistió la realidad del fracasado modelo comunista.
Si el centro Félix Varela invitó a Carlos Saladrigas, quien se encuentra en el antípoda ideológico del régimen cubano a exponer sus puntos de vistas, no debe sorprender que mañana un disidente verdadero, con un proyecto estructural, estratégico y creíble para el bien de Cuba ocupe el podio de aquel lugar. Lo importante es recatar la cultura de debate, perdida por el monólogo oficial, la censura y el miedo a la verdad. Si una ventana se abre hay que aprovecharla para mirar al sol. Por ella pueden entrar los primeros rayos de luz que luego serán más cuando se abran otras puertas.
Sunday, April 1, 2012
Héroes sin nombres
En la sociedad cubana actual se escuchan voces nuevas dentro de la oposición política. Provienen de todas partes del país, forman parte de todo el tejido social, de variados géneros, origen racial, ocupacional y de diferentes niveles de ilustración. Es sin dudas una buena noticia.
En el ideario revolucionario más radical, existe la creencia de que las revoluciones o los grandes cambios sociales son producidos por personas iluminadas y con características especiales. Ellos fundamentan cierto mesianismo para justificar la prolongación en el poder, el dominio de la voluntad individual e influir sobre el pensamiento de los ciudadanos.
Está demostrado que la grandeza de una persona proviene de la fuerza de su carácter, la convicción donde fundamenta sus ideas, el sentido ético de las misma, su impacto positivo en la sociedad, su educación y la capacidad de servir al bien común.
Ejemplos existen muchos a la largo de la historia y en todas partes del mundo. Los opositores cubanos no se diferencian a esos grandes hombres que hacen la diferencia.
Nelson Mandela, por ejemplo, pudo gobernar Sudáfrica por mucho tiempo. Gozaba de un nivel de popularidad durante su gobierno como nadie en la historia lo había alcanzado en ninguna parte. Sin embargo, al cumplir su primer período dio paso a una generación de jóvenes del Partido Nacional Africano y se convirtió en la figura histórica que jugó su rol en un momento y tuvo la inteligencia de retirarse a tiempo para prestar otro tipo servicio a su país. La Fundación Mandela encabeza la lucha contra el SIDA en África.
Nadie asocia la corrupción a su gobierno, ni violaciones a los derechos humanos contra los que antes reprimían a la mayoría negra, ni persiguió a sus represores durante el régimen del apartheid y nadie escuchó alguna palabra de odio en sus discursos. ¿Por qué este comportamiento de Mandela? Porque Nelson Mandela fue un servidor público que sustentó su liderazgo en una democracia incipiente con el ejemplo. Quiso la libertad para su pueblo, pero no el poder eterno. Tuvo la fuerza de sus convicciones, pero nunca renegó de las otras. Optó por la democracia capitalista antes que el socialismo totalitario. Llamó a sus adversarios a la reconciliación y supo perdonar.
Muy cerca de nosotros en América Latina, la izquierda racional, comprometida con los valores de la democracia, ha tenido a líderes que han actuado como servidores públicos y su liderazgo se basaron en superar los niveles de pobrezas de sus pueblos. José Ignacio Lula Da Silva, durante ocho años de gobierno, con una popularidad superior al 80 por ciento, sacó de la pobreza a más de 30 millones de brasileros. Eso es servir al bien común desde la altura del poder. Muchos disidentes, por su origen obreros, son como el ex presidente de Brasil y forman parte de la oposición. Hoy son verdaderos héroes sin nombres.
Vaclav Havel, recientemente fallecido, estaba en la antípoda ideológica de Nelson Mandela y Lula y murió el pasado año con la tranquilidad de que su país, la Republica Checa es, después de la parálisis comunista, una de las naciones más altamente desarrollada del mundo. Los opositores de Cuba pueden mirar esos ejemplos para asegurarse que ellos también pueden.
Los gobernantes cubanos deberían pensar en lo que dejarán al pueblo de la isla porque a pesar de haber gobernado más tiempo junto que todos los años que estuvieron en el poder Lula, Havel y Mandela no han trascendido como constructores. Pero nunca es tarde y estamos a tiempo todavía.
(Este comentario fue transmitido hacia Cuba por Radio Marti)
En el ideario revolucionario más radical, existe la creencia de que las revoluciones o los grandes cambios sociales son producidos por personas iluminadas y con características especiales. Ellos fundamentan cierto mesianismo para justificar la prolongación en el poder, el dominio de la voluntad individual e influir sobre el pensamiento de los ciudadanos.
Está demostrado que la grandeza de una persona proviene de la fuerza de su carácter, la convicción donde fundamenta sus ideas, el sentido ético de las misma, su impacto positivo en la sociedad, su educación y la capacidad de servir al bien común.
Ejemplos existen muchos a la largo de la historia y en todas partes del mundo. Los opositores cubanos no se diferencian a esos grandes hombres que hacen la diferencia.
Nelson Mandela, por ejemplo, pudo gobernar Sudáfrica por mucho tiempo. Gozaba de un nivel de popularidad durante su gobierno como nadie en la historia lo había alcanzado en ninguna parte. Sin embargo, al cumplir su primer período dio paso a una generación de jóvenes del Partido Nacional Africano y se convirtió en la figura histórica que jugó su rol en un momento y tuvo la inteligencia de retirarse a tiempo para prestar otro tipo servicio a su país. La Fundación Mandela encabeza la lucha contra el SIDA en África.
Nadie asocia la corrupción a su gobierno, ni violaciones a los derechos humanos contra los que antes reprimían a la mayoría negra, ni persiguió a sus represores durante el régimen del apartheid y nadie escuchó alguna palabra de odio en sus discursos. ¿Por qué este comportamiento de Mandela? Porque Nelson Mandela fue un servidor público que sustentó su liderazgo en una democracia incipiente con el ejemplo. Quiso la libertad para su pueblo, pero no el poder eterno. Tuvo la fuerza de sus convicciones, pero nunca renegó de las otras. Optó por la democracia capitalista antes que el socialismo totalitario. Llamó a sus adversarios a la reconciliación y supo perdonar.
Muy cerca de nosotros en América Latina, la izquierda racional, comprometida con los valores de la democracia, ha tenido a líderes que han actuado como servidores públicos y su liderazgo se basaron en superar los niveles de pobrezas de sus pueblos. José Ignacio Lula Da Silva, durante ocho años de gobierno, con una popularidad superior al 80 por ciento, sacó de la pobreza a más de 30 millones de brasileros. Eso es servir al bien común desde la altura del poder. Muchos disidentes, por su origen obreros, son como el ex presidente de Brasil y forman parte de la oposición. Hoy son verdaderos héroes sin nombres.
Vaclav Havel, recientemente fallecido, estaba en la antípoda ideológica de Nelson Mandela y Lula y murió el pasado año con la tranquilidad de que su país, la Republica Checa es, después de la parálisis comunista, una de las naciones más altamente desarrollada del mundo. Los opositores de Cuba pueden mirar esos ejemplos para asegurarse que ellos también pueden.
Los gobernantes cubanos deberían pensar en lo que dejarán al pueblo de la isla porque a pesar de haber gobernado más tiempo junto que todos los años que estuvieron en el poder Lula, Havel y Mandela no han trascendido como constructores. Pero nunca es tarde y estamos a tiempo todavía.
(Este comentario fue transmitido hacia Cuba por Radio Marti)
Subscribe to:
Posts (Atom)