Saturday, April 7, 2018

Lula y la maldición de Orlando Zapata


Luis Ignacio Lula da Silva, es un corrupto -eufemismo en política para desvirtuar el concepto ladrón- y va a prisión por robar a los brasileros. Ese señor, padre del Foro de Sao Paulo, líder del Partido de los trabajadores (PT) y expresidente de Brasil no es piadoso ante la muerte de otra persona. Es un  hombre desmesurado y aliado incondicional de la izquierda radical del siglo XXI. Cuando juró como presidente de Brasil -en su primer mandato- lloraba como una infanta y en el ahogo de sus lágrimas escondía su perversidad revolucionaria. Pocos creyeron probable su maldad y la usencia total de decoro. Recuerdo, aquella vez, cuando a raíz de la muerte de Orlando Zapata Tamayo, Lula, sin remordimiento, sin pelo en la lengua y con la serenidad solemne del compromiso militante, acusaba al gigante de ébano, muerto por inanición al oponerse a Fidel Castro, como un vulgar delincuente. Zapata murió en su acción. Sin embargo, vive en el imaginario público y silente de todos los amantes de la libertad. Lula, por su parte, ha sido enterrado en el muladar del desprecio y la deshonra.  Ahora mismo lo ubican en el último párrafo de un libro sin página, menor y sin importancia.
Lula, le robaba a su pueblo y hoy la cárcel le espera. Tal vez, ahora, sin un ápice de dignidad y despreciado por quienes lo llevaron al poder, resurja de su ceniza el arrepentimiento por la complicidad en la muerte de Zapata. Por Cuba pasa parte del aseo a su corruptible posición. Posiblemente sea demasiado tarde porque sus convicciones ideológicas no se encrespan por la terquedad de sus ideas. Ah! (…) la historia siempre juzga con severidad y nunca falla en el juicio moral contra todos los hombres.


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