Thursday, April 12, 2018

Barullo en Lima



La revolución cubana -lo sabemos todos- se erigió con un discurso violento, la bravata y el escarnio a todos los que no comulgaran con su ideario político. A todas horas, y por razones múltiples, cascareaban, los acólitos al sistema, en un tono tan elevado como sus gargantas pudieran resistir.
Fidel Castro, proveía sus alocuciones de un ingrediente sutil y sin misericordia donde –animándose ante el aplauso de la muchedumbre- arremetía contra cualquiera cuya sinuosidad resultara frágil a las ofensas. Tal brutalidad (con la palabra y los gestos) sirvió  para construir un diccionario criollo que ha ido inoculándose en la conciencia colectiva de los más jóvenes hasta evolucionar a un estado de catarsis revolucionaria apropiado para amedrentar al adversario.
Aquí están los antecedentes de los visto por el mundo en Lima. Jóvenes -supuestos miembros de la sociedad civil cubana- belicosos, agrupados en torno a Chávez y Fidel, deshonran con su vulgar comportamiento el escenario legítimo de la democracia con total impunidad. Allí están, sin mostrar un ápice de decencia, vociferando hasta impedir que los representantes elegidos en países libres usen el derecho a la palabra. Estos muchachos son el parto perfecto de la revolución, el calco exacto de su esencia envilecida (…) el estercolero visible de una aberración intramuros.
Parecen que pugnan por ser visto en los medios de la isla para, cuando el regreso se haga obligatorio, recordarle a los de arriba que pueden contar con ellos o, también es posible, para obtener las prebendas por su incondicionalidad. Han llegado a Lima seleccionados para formar el barullo y son los mismos personajes que le joden la vida a otro cubano en el barrio, aunque a decir verdad, a veces pienso que ninguno se cree el guion revolucionario que defienden. Mientras tanto, siguen mofándose de los demócratas sin importarle nada y desde el redil donde  incuban su maldad dañan tanto a Cuba como a todos los cubanos.

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