Still my president (sigue
siendo mi presidente) es un nuevo sticker y está de moda, en los autos de miles
de personas acá, por el sur americano. Contiene la figura de Obama grabada en
negro, con letras de igual color, una palabra escrita en blanco y todo sobre un
fondo azul. Expresa el pesar de quienes deseaban tenerlo por mucho tiempo en la
Casa Blanca y maldicen la ley que lo impide. Es un mensaje nostálgico, con
acento mesiánico e inspira miedo. Surge - pienso yo- de esa afición de algunos
humanos que se inventan dioses en su piel o adalides formados en las universidades
de élite. Me asusta ver, y razones suficientes tengo para estar alerta, como en
América, una parte de su población aspira a una sociedad diferente, con un líder
carismático y un montón de sueños, que pueden ser locura, en la cabeza. Hay
quienes luchan para conseguir a un ídolo
viviente a quien amar. Obama, parece ser el elegido porque sus incondicionales lo
presentan como el imprescindible. Ese tipo de hombre capaz de hacer la revolución
para, luego, negarse a morir sin ella. Un duende, con signo de hombre, recorre América
para reposar sobre su reciente presencia en la vida de los demás. Sus tentáculos,
largos e invisibles, tarascan en la penumbra para evitar un día sin su
historia. Entonces, llegué a pensar: su segunda batalla está en camino, si
algunos ya lo usan de estandarte.
Que guarden sus cartelitos, para que dentro de 40 o 50 anos, se los ensenen a los nieto y les digan Mira este cartel cuando yo decia que este "seguia siendo mi presidente" y yo COMEY ese fecales en esos tiempo
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