He tomado tiempo este sábado, con parte del Domingo, para ver Vistalegre II, el congreso del partido Podemos, en España. Al fin, he podido salir de mi asombro, antesala del miedo, para evaluar (a toda prisa y con brevedad) aquel espectáculo político. La puesta en escena era un calco de un mitin moscovita, en los días de gloria del socialismo real, en la Unión Soviética. Los organizadores, encontraron también, y no fue casualidad, el esquema de un acto revolucionario en un lugar cualquiera de Cuba donde una canción de Silvio Rodríguez sellaba la jornada.
El congreso podemista era una euforia absoluta, contaminando la racionalidad y sesgando la inteligencia del pueblo español, buscaba encantar las mentes de aquellos que viven en los márgenes de sus fantasías. Puños en alto, consignas a raudales (el sí se puede plagiado a Obama con su Yes we can) discursos estructurados para amedrentar y un baño de esperanza con barniz chavista, componían el espectáculo.
No era el fantasma de Marx recorriendo Europa. Era, el advenimiento de un mesías con melena y nombre de profeta rociado por el aplauso militante de la muchedumbre. ¿La multitud? Ahí, a su lado, buscando las primeras filas, ahogándose en sus propios vítores y soñado alcanzar el poder a cualquier precio.
Son seres estupendos, nos quieren hacer ver, llegados a un mundo sin historia porque la historia son ellos, al menos eso confirman sus palabras. Todo lo anterior, es inmundicia. Olvida Podemos y sus miembros que Moscú está a 41 horas de distancia, vía terrestre y a menos de cinco en avión, que la URSS existió y que el comunismo es un sistema de terror. Quien pudiera estar allí para contarle a ese chico de coleta que en Cuba, la dictadura de los Castro empezó con los mismos discursos, igual entusiasmo y terminó hundiendo al país en la orfandad y la miseria.
!España, aparta de ti a ese Pablo!
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