Thursday, October 25, 2012

Son rumores, son rumores



Las redes sociales y algunos medios de prensa de diferentes partes del mundo se hicieron eco de los rumores que salían, esta vez de Caracas, Venezuela, de boca del columnista Nelson Bocaranda, que aseguraba que Fidel Castro, el ex máximo líder de todos los poderes en Cuba, estaba moribundo y en fase terminal, paso previo al viaje final que lo llevaría al mundo de los muertos. Luego, otra persona, que dijo ser médico, detallaba el estado morboso del comandante.

Durante los pocos días que duró el rumor, los sesudos y cubanologos buscaban aristas para hacer sus conclusiones. Unos advertían que el comandante no le había enviado un mensaje de felicitación a su discípulo Hugo Chávez, ganador de las elecciones venezolanas. Otros creían posible el evento fúnebre porque sus reflexiones tampoco se podían leer en Internet.

Mirándolo bien,” no es Fidel quien debe felicitar a Chávez. Ese papel le correspondería a Raúl”. Destacó el académico Andy Gómez de la Universidad de Miami en un acertado análisis sobre esos murmullos. Si aparecen en la red sus reflexiones no debe ser motivo de dudas sobre su muerte porque realmente Castro, por sus evidentes trastornos de personalidad, sabe jugar las cartas del disparate para llevarse los titulares que le ayudan a mantenerse en vida porque sabe teatralizar la resucitación. Y es lógico pensar así al tomar en cuenta que el comandante, en el fichero de las adivinanzas, ha sabido poner su vida en el mayor secreto guardado de una nación.

¿Porque interesarse tanto por alguien que decide muy poco, por no decir nada, de un país que ahora administra Raúl, quien realmente maneja todos los hilos del poder y usa el referente de su hermano de manera pragmática porque está seguro que Fidel ha quedado en el pensamiento de aquellos revolucionarios incondicionales que creen que el comandante sigue controlando la palanca de la revolución? 

Fidel ya no importa. Su muerte no cambia nada en este momento cuando Raúl, como buen aprendiz, tiene las llaves del proceso político cubano y las maniobras con habilidad para sortear dificultades en el orden económico y social. También para lidiar con el aumento creciente de opositores prodemocráticos, con el descontento de la militancia, la frustración de los jóvenes y los recelos de los reformistas silentes dentro del poder.

Para dar en la Diana se debe eliminar el mito de Fidel y concentrarse en lo más importante que es la movilización ciudadana en la isla, como propone el ex prisionero político José Ramón Gabriel Castillo, para poder jerarquizar al movimiento cívico cubano como la verdadera fuerza de cambio si se estructura la dinámica de la oposición, su efectividad, organización y el aumento de su base social.

Sería conveniente, al evaluar la realidad cubana, tomar a Fidel Castro como parte de un momento histórico pasado. Su impacto en la sociedad es referencial y simbólico porque ya no puede articular un breve discurso. Ni dar tres pasos frente a sus marchas del pueblo combatiente, ni dar ordenes a sus lugartenientes y menos dirigir al partido. Lo peor, para alguien que se creo el mito de la invencibilidad, es necesitar sostenerse en los brazos de alguien para mantenerse en pie.

Al mirar las imágenes publicada por los medios de prensas en Cuba, cualquiera, desde el primer momento, solo puede advertir a un anciano débil e incoherente, apoyándose en lo que fue y escondiendo su realidad detrás de un aparente estado físico normal. Los años nos perdonan a nadie y a Fidel Castro le están haciendo un ajuste de cuenta.

Thursday, October 18, 2012

Sin permiso y con salida



La reciente decisión del gobierno cubano de eliminar el permiso de salida o carta Blanca para viajar al extranjero es, con toda seguridad, la medida más importante adoptada, hasta este momento, por Raúl Castro quien, desde su llegada al poder, ha prometido cambios estructurales en todas las esferas de la sociedad y la vida de los cubanos.

Quienes han tenido que pasar por el trámite recordarán con cierta amargura esta traba burocrática nacida del capricho personal de Fidel Castro, que en su afán desmedido por contralar la vida de cada ciudadano en Cuba, accedía hasta el ultimo momento al castigo excesivo contra quienes deseaban viajar o vivir fuera de la isla.

Esa política aplicada en Cuba, y en un reducido numero de países como Corea del Norte y Birmania, además de injusta e inhumana desnudaba la vileza del oficialismo cubano porque aquel tramite, no solo reprimía la libertad de movimiento, sino que iba acompañado del chantaje, la arbitrariedad y la venganza.

Incontables testimonios de personas con visa para viajar a determinado lugares de este mundo global han narrado como eran sometidos a presiones de todo tipo, citaciones oficiales por parte de la policía para advertirle sobre su futuro, amenazas y hasta para comunicarle el supuesto desprecio que la sociedad sentían hacia ellos, esputándoles epítetos degradantes, groseros y calumniosos.

Pero eso formará parte del pasado porque, a partir del catorce de enero del próximo año, los cubanos, al fin, podrán viajar libremente a cualquier país del mundo, si cuentan con una visa expedita por las autoridades de la nación que desean visitar.

Las reacciones en ambas orillas no se hicieron esperar con el anuncio de los cambios migratorios y tienen pocos puntos de coincidencia. En Cuba se ha recibido con euforia la medida y en Miami con escepticismo. La reacción del exilio responde a la suspicacia que generan tantos años de poder de un gobierno inamovible y controlador. También, porque el transfondo ideológico de la argumentación ofrecida por el gobierno cubano, al culpar a Estados Unidos sobre la imposición de controles rígidos a sus ciudadanos, es, además de injustificado y falso, una repetida manía del oficialismo criollo para quitarse la responsabilidad sobre el daño que ha hecho a su pueblo y eso, indudablemente, genera incertidumbres y desconfianzas. El entusiasmo intramuros responde al ansia de un pueblo hambriento de conocer al mundo y que respira, en cada ventanita que se abre, el aire de la libertad que tanto anhela. 

Lo importante es saber interpretar la medida en positivo. Realmente, estos cambios se han alcanzado gracias a la constancia de los opositores y activistas por la democracia en la isla porque, durante largos años y sin agotarse, han denunciado el deterioro constante en materia de derechos humanos por parte de un gobierno que llega a limitar el derecho del pueblo cubano a desplazarse libremente por cualquier parte del mundo.

A partir de ahora, a contar los días que falta para que la nueva leyes migratorias en la isla entren en efecto.  El dos mil trece comenzará siendo un año con suerte para los que siempre han soñado en cruzar las fronteras cerrada de Cuba.

Thursday, October 11, 2012

Cuba, Venezuela, la oposición cívica y las dependencias



Las pasadas elecciones presidenciales en Venezuela crearon muchas expectativas en el mundo a partir de la justificada creencia de que Henríque Capriles podía derrotar al presidente Hugo Chávez Frías. Sin embargo, un cincuenta y cuatro por ciento del pueblo venezolano decidió prorrogar el mandato del líder bolivariano en el poder.

El temor a una derrota chavista tenía en vilo a La Habana porque Cuba y su nomenclatura política nunca habían sido tan dependientes de país alguno como ahora lo es de Venezuela. Incluso, mucha más que del campo socialista y la desaparecida Unión Soviética, si tomamos en cuenta la coyuntura geopolítica actual y la crisis económica mundial.

También, y a decir verdad, las fuerzas opositoras al sistema totalitario en la isla, dentro y fuera, esperaban ser sorprendido con otra cara en el palacio de Miraflores y aplaudían la llagada al país sudamericano de un líder capaz de devolver los valores de la democracia al pueblo venezolano.

Los resultados electorales defraudaron al entusiasta elector de Venezuela que optaba por un cambio. Las imágenes de los medios internacionales de prensa mostraban la parálisis en los seguidores de Capriles, el descontento del cuarenta y cuatro por ciento del pueblo que le dio su voto y hasta las lágrimas de un niño consternado cuando supo que Chávez estaría seis años presidiendo el gobierno y como guía de la revolución bolivariana. 

Para Raúl Castro y para los incondicionalitas del sistema totalitario cubano las elecciones en Venezuela ponían en juego el abastecimiento de algo más de noventa y cinco mil barriles de petróleo diario a la isla y un intercambio económico que durante una década a tenido al país sudamericano como el principal socio comercial de Cuba, cuya exportaciones ascendieron, en febrero del presente año, a más de seis mil veinte y siete millones de dólares. Sin dudas, la presencia cubana en casi todas las esferas de la vida política, económica y social de la nación sudamericana, dejaría de tener el mismo impacto si Hugo Chávez hubiera perdido la presidencia del país.

Los cubanos oposicionistas radicados en la isla y las fuerzas a favor de la democracia en Cuba en el exterior, apostaban por Capriles. Si el opositor de Chávez hubiera sido electo presidente evitaría que el chavismo continuara siendo el energizante del sistema político cubano y de su moribunda economía.

En la Diana de hoy quiero brevemente referirme a las gravitaciones y dependencias que suelen acompañarnos en este momento crucial que vive la patria. Las elecciones en Venezuela demostraron como este malhechizo gravitacional se pondera en la conciencia de muchos cubanos que culpan los eventos ajenos como parte de nuestras desgracias. (Claro, el mundo global es interactivo pero no desplaza el rol histórico de cada sociedad en particular).

Se ha hecho una costumbre querer depender del otro para la solución de nuestros problemas. Desde todas partes escuchamos justificados reclamos en busca de apoyo para la democratización de Cuba. En diferentes conferencias sobre la isla, los académicos analizan los factores externo que eternizan al castrismo en el poder. En otras partes se aboga por el levantamiento del embargo para salir de los hermanos Castro o mantenerlo como presión para ahogar al sistema cubano. Si Chávez no existiera Cuba colapsaría, dicen otros.

La tendencia a buscar, entre cubanos, una solución a nuestro problema nacional parece distante porque se agotan las energías, el talento y los recursos queriendo que otros hagan nuestros deberes. Es más fácil esperar que en Venezuela derroten a Chávez, para cerrarle las llaves de la financiación económica al régimen, que apostar por un consenso político entre las fuerzas prodemocráticas cubanas en la isla y el exilio.

Chávez estará gobernando en Venezuela hasta el 2018. ¿Tendremos que esperar hasta esa fecha para saber si el oxigeno económico que éste da a La Habana se acaba y entonces los cambios en Cuba se pueden dar? La lógica indica la necesidad trascendente de hacer nosotros mismos lo que nos corresponde porque otros, no importan quienes sean, están ocupado en lo suyo.

Thursday, October 4, 2012

Jóvenes a la deriva



Los recientes cambios en la secretaría general de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, responden al interés del oficialismo de fortalecer a la organización juvenil después de un largo estancamiento en el crecimiento de nuevos militantes. Los propios muchachos en la isla miran a otras partes cuando en la etapa adolescente de sus vidas comienzan a ser acosados por el organismo político en busca de nuevos miembros.

El proceso comienza en las escuelas, donde se supone que la actividad fundamental del joven sea estudiar. También en los centros laborales donde la misión es trabajar. El objetivo es adoctrinarlos para que formen parte de los llamados contingentes de jóvenes continuadores de la revolución. El método responde a un discurso ideológicos facilita y triunfador que seduce, por el carácter divino de la argumentación, y logra captar a algunos estudiantes y trabajadores con la promesa de que su membresía será una oportunidad para el éxito.

La vida de cualquier adolescente pasa por diferentes estadíos. Los psicólogos la consideran como una de las etapas más importantes de la vida de los seres humanos porque en ella se comienza a percibir el mundo de otra manera y formarse los conceptos que perduraran de manera sostenibles para siempre. El propio entorno familiar, muchas veces, se complica llegándose a crear las llamadas “crisis del adolescente” que básicamente se fundamenta en una confrontación del joven con las tradiciones familiares, los patrones que siguen sus padres y las nuevas visiones que personalmente éste muchacho se va creando.

En Cuba los jóvenes crecen asumiendo su percepción del mundo con estrechez. Lo más inmediato, para la mayoría de los casos, pasa por las exigencias de la ideología y la presión de la política. Los padres, como fuente de seguridad, son desplazados en el rol educativos porque el sistema impone de manera tajante muchas tabulaciones que nadie, incluso los papás, pueden cambiar. Es decir, la educación de los hijos no la escogen los progenitores, la asigna el gobierno para, desde sus aulas, intentar instituir al llamado hombre nuevo que es un individuo sin individualidad, despersonalizado y carente de opinión propia.

Si bien es cierto que a esa edad se prefiere crear amistades, que muchas veces perduran para toda la vida, aprender nuevas experiencias, enamorarse, viajar, disfrutar de los encantos de la edad, estudiar la carrera que le sostenga su futura familia, ordenar los planes del mañana y hasta fundarse una personalidad, en la isla las normas son diferentes en muchos casos.

Primero, porque sobre el joven actúan agentes coercitivos que le inoculan el miedo, la dependencia del factor ideológico y la duda. En segundo lugar, el horizonte de estas persona es reducido porque están presionados a seguir los pasos de otros sin que estos sean sus mejores referentes y tercero, cuando su mirada debe centrarse en ayudar a desarrollar el país donde han nacido, prefieren abandonarlo para irse a cualquier parte de este mundo. Se puede añadir, además, que la deformación social que genera el sistema causa su mayor impacto en estos jóvenes quienes asumen conductas inapropiadas como la vulgaridad y el despojo de la virtud.

Alguien dijo que sin juventud no hay país, pero para la nueva secretaria general de la Unión de Jóvenes Comunistas, eso no significa nada si desde su posición se someterá al mandato de unos ancianos que desconfían en los más jóvenes y se aferran a gobernar lejos de la iniciativa creativa que habita en las personas de menos edad.

Desde Luis Orlando Domínguez, aquel defenestrado dirigente a quienes muchos les aseguraban la capacidad para sustituir a Fidel Castro, hasta el irascible y agorero Roberto Robaina, la organización comunista nunca ha podido defender el verdadero derecho de la juventud cubana porque nadie ama más a la libertad que un joven. Por el momento, Yuniesky Crespo, la principiante líder juvenil, será un rostro más que forma parte de la larga lista de personajes que han pasado por ese destino sin dejar huellas a favor de la autonomía de quienes dicen representar.