Todavía sobrevive la sorpresa entre quienes leyeron un extenso artículo en el diario oficialista Granma, órgano del partido comunista cubano, donde intentan demostrar como es la vida en las cárceles cubanas. El reporte habla del pasado histórico del presidio en la isla durante la dictadura anterior, de las dificultades de la vida en prisión, del abuso, la corrupción y el crimen. Después arenga, como lógica divina, sobre los cambios que sufrió a favor el sistema penitenciario cubano con la llegada de Fidel Castro y sus rebeldes al poder en el año 1959.
Al repasar los logros de las cárceles cubanas parece que estamos frente a una institución formativa de valores, donde la dignidad humana es respetada y hasta vale la pena cometer un delito porque la revolución sabe lavar los pecados humanos para convertir en mejores personas a quienes quebrantan la leyes.
Basta superar el segundo párrafo del artículo para encontrarnos con la exposición de un modelo penal que pudiera ser la envidia del mundo. Deseo ir más allá de las cifras de 57 337 presos que asegura el diario existen en Cuba (la disidencia duplica esa cantidad en sus sondeos) y de los avances en materia de respeto a la dignidad de los encarcelados.
En la Diana de hoy prefiero reflexionar sobre esa publicación que ha tomado por sorpresa a muchas analistas de la realidad cubana. Lo primero que resalta son varias preguntas: ¿Está Raúl Castro introduciendo un proceso de supuesta transparencia sobre temas tabúes en la isla, buscando solventar las presiones sobre la vida carcelaria en el país, después de la publicación de varios videos que desnudan la realidad interna de esos centros de reclusión? ¿Será que las fisuras del sistema han permitido a la prensa sondear en aquellos lugares escabrosos de donde han salido las peores opiniones sobre el régimen cubano? ¿Busca Raúl Castro marcar diferencia ostensibles con su antecesor en el tratamiento de algunos temas espinosos dentro de Cuba? ¿Se le estará acabando el miedo a los aperturistas dentro del régimen que buscan sobrevivir al lado del poder mostrando un lado más humano de la realidad cubana?
Aunque el artículo es una exaltación al régimen, entre sus líneas se puede encontrar un interés del totalitarismo criollo por cambiar su imagen a nivel internacional, intentando saltar el alquitrán de su historia represiva y defendiéndose de las constantes violaciones a las que son sometidos los presos comunes en Cuba. Detrás de este artículo, están las manos provisorias del departamento ideológico del régimen, que comienza advertir lo contrario de lo que todos sabemos
Thursday, May 24, 2012
Friday, May 18, 2012
Los buenos ejemplos se toman
Las últimas noticias llegadas desde Birmania son alentadoras. La junta militar ha flexibilizado sus posturas abriéndose al mundo de forma acelerada y sin traumas. Todo indica que los hombres del poder, en aquel lejano país asiático, han optado por cambiar las cosas de forma gradual, en un proceso que según los expertos no tendrá marcha atrás.
El peso de la lucha por democratizar este país de más de 47 millones de habitantes, ubicado en la península de Indochina y con algo más de 600 mil kilómetros cuadrados está en mano de una mujer. Se trata del Premio Nóbel de la Paz Aung San Suu Kyi, cuyo liderazgo es indiscutible internamente y a nivel internacional.
En la Diana de hoy intento establecer un paralelismo entre el liderazgo político de la oposición de Cuba y Birmania. En la isla, aunque la presencia de la mujer en la oposición siempre ha estado presente a lo largo del gobierno totalitario, su imagen aparece como la figura romántica dentro de una lucha donde los hombres tienen todo el protagonismo.
La herencia machista de nuestra cultura, la inefable postura del hombre cubano cuando es dirigido por una de sus compatriotas y la tradicional competencia del ejercicio político por los hombres, difieren de la oposición birmana en la actualidad. En aquel país, una mujer ha sabido agrupar en torno a su propuesta democrática a lo más avanzado de la intelectualidad, a los sectores marginales, a los jóvenes, las mujeres y hasta a los tradicionales monjes budistas.
La causa del consenso político en la oposición birmana, se debe a que las fuerzas opositoras han sabido jerarquizar el liderazgo y han optado por apoyar a quien mejor representa los intereres del país en una propuesta democrática incluyente, de fácil asimilación y estratégicamente bien diseñada.
La líder Suu Kyi, estuvo recluida en su casa por muchos años sin hacer activismo bajo techo. Sin embargo, mantuvo el control dentro de la oposición nacional porque antes había creado una amplia red de colaboradores y activistas que podían mantener las exigencias democráticas sin la presencia directa de su jefa. Desde el interior de su residencia en Rangún, esta mujer traspasaba las fronteras de su país y su voz se escuchaba en todos los rincones del mundo. El efecto de su esfuerzo ha sido la solidaridad internacional con su causa y el reconocimiento por la propia Junta Militar, aunque tardío, del derecho de ese pueblo a formar parte de la modernidad y de un sistema abierto a las oportunidades.
Las últimas elecciones donde el partido de la oposición formó parte, sirvieron para medir el grado de efectividad, dentro del pueblo birmano, de la Liga Nacional por la Democracia (nombre del partido opositor) y de su líder Suu Kyi, quien fue elegida a formar parte del parlamente nacional.
La disidencia cubana, podría aprender de los birmanos ponderando internamente un consenso político dirigido por el más capaz, carismático y facilitador de acuerdos inteligentes, entre todas las tendencias ideológicas dentro de Cuba. Diseñando una estrategia racional, donde lo importante sea movilizar a su pequeña base social, puede motivar a otros cubanos a unírseles para demandar el respeto a sus derechos y el reconocimiento, por parte del oficialismo, a su dignidad humana.
Posiblemente, en esa búsqueda aparezca una mujer sin estar contaminada por el protagonismo, las intrigas y la apatía. Los birmanos, no tiene un exilio tan poderoso como los cubanos, el nivel de ilustración es incomparable con el nuestro y tampoco posee a nivel internacional el atractivo de Cuba. Pero han sabido actuar, dentro del férreo control militar, haciendo un “capital semilla” para ampliar su base de apoyo y buscando fuera de sus fronteras el sostén de los demócratas internacionales comprometidos con la libertad.
Los buenos ejemplos se toman, siempre han dicho nuestros padres. Estamos en presencia de uno que vale la pena considerar.
Comentario semanal transmitido a Cuba por Radio Martí…
El peso de la lucha por democratizar este país de más de 47 millones de habitantes, ubicado en la península de Indochina y con algo más de 600 mil kilómetros cuadrados está en mano de una mujer. Se trata del Premio Nóbel de la Paz Aung San Suu Kyi, cuyo liderazgo es indiscutible internamente y a nivel internacional.
En la Diana de hoy intento establecer un paralelismo entre el liderazgo político de la oposición de Cuba y Birmania. En la isla, aunque la presencia de la mujer en la oposición siempre ha estado presente a lo largo del gobierno totalitario, su imagen aparece como la figura romántica dentro de una lucha donde los hombres tienen todo el protagonismo.
La herencia machista de nuestra cultura, la inefable postura del hombre cubano cuando es dirigido por una de sus compatriotas y la tradicional competencia del ejercicio político por los hombres, difieren de la oposición birmana en la actualidad. En aquel país, una mujer ha sabido agrupar en torno a su propuesta democrática a lo más avanzado de la intelectualidad, a los sectores marginales, a los jóvenes, las mujeres y hasta a los tradicionales monjes budistas.
La causa del consenso político en la oposición birmana, se debe a que las fuerzas opositoras han sabido jerarquizar el liderazgo y han optado por apoyar a quien mejor representa los intereres del país en una propuesta democrática incluyente, de fácil asimilación y estratégicamente bien diseñada.
La líder Suu Kyi, estuvo recluida en su casa por muchos años sin hacer activismo bajo techo. Sin embargo, mantuvo el control dentro de la oposición nacional porque antes había creado una amplia red de colaboradores y activistas que podían mantener las exigencias democráticas sin la presencia directa de su jefa. Desde el interior de su residencia en Rangún, esta mujer traspasaba las fronteras de su país y su voz se escuchaba en todos los rincones del mundo. El efecto de su esfuerzo ha sido la solidaridad internacional con su causa y el reconocimiento por la propia Junta Militar, aunque tardío, del derecho de ese pueblo a formar parte de la modernidad y de un sistema abierto a las oportunidades.
Las últimas elecciones donde el partido de la oposición formó parte, sirvieron para medir el grado de efectividad, dentro del pueblo birmano, de la Liga Nacional por la Democracia (nombre del partido opositor) y de su líder Suu Kyi, quien fue elegida a formar parte del parlamente nacional.
La disidencia cubana, podría aprender de los birmanos ponderando internamente un consenso político dirigido por el más capaz, carismático y facilitador de acuerdos inteligentes, entre todas las tendencias ideológicas dentro de Cuba. Diseñando una estrategia racional, donde lo importante sea movilizar a su pequeña base social, puede motivar a otros cubanos a unírseles para demandar el respeto a sus derechos y el reconocimiento, por parte del oficialismo, a su dignidad humana.
Posiblemente, en esa búsqueda aparezca una mujer sin estar contaminada por el protagonismo, las intrigas y la apatía. Los birmanos, no tiene un exilio tan poderoso como los cubanos, el nivel de ilustración es incomparable con el nuestro y tampoco posee a nivel internacional el atractivo de Cuba. Pero han sabido actuar, dentro del férreo control militar, haciendo un “capital semilla” para ampliar su base de apoyo y buscando fuera de sus fronteras el sostén de los demócratas internacionales comprometidos con la libertad.
Los buenos ejemplos se toman, siempre han dicho nuestros padres. Estamos en presencia de uno que vale la pena considerar.
Comentario semanal transmitido a Cuba por Radio Martí…
Friday, May 4, 2012
Nuestros retos
Los caminos hacia la democracia en Cuba atraviesan por muchas imperfecciones. Primero, los actores internos del cambio, muchos de los cuales arribaron a la disidencia política por el descontento con el régimen sin tener conocimiento de como enfrentarlo, están embaucados en una discusión fuera de contexto y atraídos por motivar desde el exterior acciones concretas que lleven la libertad a la isla.
El protagonismo, ese mal endémico en nuestra cultura política, la falta de una visión moderna del país que se desea construir y la ausencia de herramientas estratégicas, mantienen estancadas las avenidas de la reconciliación entre cubanos. Se une a lo anterior, el poco deseo de crear concertaciones, consensos y acuerdos mínimos entre las agrupaciones en Cuba, cuya lista es tan larga como sus discrepancias.
Segundo, en el exilio, existe un calco idéntico y un desliz sobre la realidad cubana que los obliga a improvisar mediante reacciones irracionales, afectivas y desproporcionadas, en muchos casos. Se trata de lo mismo, pero visto en un contexto libre, donde la libertad para implicarse en acciones políticas tropieza con la incultura de muchos de los que promueven las principales gestiones sobre Cuba.
Ahora, cincuenta y tres años después de que la revolución cubana consolida su liderazgo sin Fidel Castro, y cuando Raúl ha demostrado manejar las cuestiones del estado con mejores riendas que su hermano, continúan surgiendo organizaciones dentro y fuera de la isla para repetir lo que otras llevan haciendo durante décadas.
Lo que más me impresiona de las que surgen en Estados Unidos, es como se plantean un viaje inaugural a Washington para exponer al poder real del país más poderoso del mundo su agenda para la Cuba que ellos imaginan. Van cargados de entusiasmo, como si fueran los adalides del bien y descantan todo lo que no esté cosido con el alambre de sus ideas.
De Cuba llegan, casi todos los días, diferentes declaraciones de diversos grupos de opositores. La más común de sus inquietudes es aquella que reprende la postura de las autoridades mundiales que visitan La Habana, cosquillean con el gobierno y nunca aceptan reunirse con los disidentes. También en esos textos se puede leer el optimismo que se desprende de la llegada de algunos visitantes que como Benedicto XVI pasaron por Cuba.
Cualquiera interpretaría que existe un interés porque otros hagan nuestros deberes, ya sea en Washington, El Vaticano o Madrid.
Un joven holguinero radicado en esa zona oriental de la isla, con quien más de una vez he conversado, define el futuro de Cuba a través de la movilización del pueblo porque es la única manera posible de que el régimen se sienta amenazado. Y tiene razón, porque la fuerza que puede emanar de la inconformidad colectiva es imparable y el gobierno lo sabe. Por eso se siente cómodo mientras sigan surgiendo más y más grupos en todas las orillas donde haya un cubano enfretadas entre si.
El mundo global, nos exige acercarnos a todas las fronteras en busca de apoyo, pero teniendo en cuenta, sobre todas las cosas, que el asunto interno es solamente nuestro y su solución es nuestra responsabilidad.
El protagonismo, ese mal endémico en nuestra cultura política, la falta de una visión moderna del país que se desea construir y la ausencia de herramientas estratégicas, mantienen estancadas las avenidas de la reconciliación entre cubanos. Se une a lo anterior, el poco deseo de crear concertaciones, consensos y acuerdos mínimos entre las agrupaciones en Cuba, cuya lista es tan larga como sus discrepancias.
Segundo, en el exilio, existe un calco idéntico y un desliz sobre la realidad cubana que los obliga a improvisar mediante reacciones irracionales, afectivas y desproporcionadas, en muchos casos. Se trata de lo mismo, pero visto en un contexto libre, donde la libertad para implicarse en acciones políticas tropieza con la incultura de muchos de los que promueven las principales gestiones sobre Cuba.
Ahora, cincuenta y tres años después de que la revolución cubana consolida su liderazgo sin Fidel Castro, y cuando Raúl ha demostrado manejar las cuestiones del estado con mejores riendas que su hermano, continúan surgiendo organizaciones dentro y fuera de la isla para repetir lo que otras llevan haciendo durante décadas.
Lo que más me impresiona de las que surgen en Estados Unidos, es como se plantean un viaje inaugural a Washington para exponer al poder real del país más poderoso del mundo su agenda para la Cuba que ellos imaginan. Van cargados de entusiasmo, como si fueran los adalides del bien y descantan todo lo que no esté cosido con el alambre de sus ideas.
De Cuba llegan, casi todos los días, diferentes declaraciones de diversos grupos de opositores. La más común de sus inquietudes es aquella que reprende la postura de las autoridades mundiales que visitan La Habana, cosquillean con el gobierno y nunca aceptan reunirse con los disidentes. También en esos textos se puede leer el optimismo que se desprende de la llegada de algunos visitantes que como Benedicto XVI pasaron por Cuba.
Cualquiera interpretaría que existe un interés porque otros hagan nuestros deberes, ya sea en Washington, El Vaticano o Madrid.
Un joven holguinero radicado en esa zona oriental de la isla, con quien más de una vez he conversado, define el futuro de Cuba a través de la movilización del pueblo porque es la única manera posible de que el régimen se sienta amenazado. Y tiene razón, porque la fuerza que puede emanar de la inconformidad colectiva es imparable y el gobierno lo sabe. Por eso se siente cómodo mientras sigan surgiendo más y más grupos en todas las orillas donde haya un cubano enfretadas entre si.
El mundo global, nos exige acercarnos a todas las fronteras en busca de apoyo, pero teniendo en cuenta, sobre todas las cosas, que el asunto interno es solamente nuestro y su solución es nuestra responsabilidad.
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