Todo parece indicar, que los gritos del sufrido pueblo cubano todavía no se escuchan en el cielo. Sin embargo, el susurro grotesco del jactancioso criminal régimen cubano cubre las portadas de los diarios mundiales. Así, de simple son las contradicciones de este mundo, donde los intereses son para algunos muy importantes y están por encima de valores humanos.
Ha muerto en Cuba Orlando Zapato Tamayo. A decir verdad, el impacto mediático de su fallecimiento alcanzó todas las orillas de este mundo. Sin embargo, se quedaron impotentes los apasionados de la libertad y en silencio los cómplices de siempre. La rabia me dominó y al rato estaba sentado evaluando mi incapacidad para alcanzar el camino del regreso a Cuba. Escribí varios emails a políticos y de algunos respondieron: “muchas gracias por la información”. Claro, la muerte de un compatriota siempre será una gran noticia capaz de cubrir titulares en el corazón de los cubanos que luchamos por la libertad de la patria y pocas veces es un hecho trascendente para los políticos que prefieren callar a la injusticia.
España, por culpa del actual gobierno, carga en sus espaldas el peso de la mayor complicidad con la dictadura cubana. Su empecinada actitud de abrirle espacio al totalitarismo en Europa tiene, claro está, raíces ideológicas.
Se olvida Zapatero de los lazos culturales y afectivos que existen entre dos pueblos hermanados en la historia y se aferra a un solo lado, lamentablemente, al de los hermanos Castro. España mira a Cuba desde el prisma de régimen y en sus aturdidas improvisaciones comete un crimen singular de guardar silencio sobre las violaciones a los derechos humanos en la isla.
La muerte de Orlando Zapata para los actuales gobernantes españoles es un pequeño error del régimen cubano que debe tratarse de manera tibia para no enturbiar las excelentes relaciones bilaterales entre los dos países. Es una pena que tales conductas se asuman contra la más prolongada dictadura que ha sufrido occidente.
Caben muchas preguntas. ¿Actuaría Zapatero y su séquito del PSOE de la misma manera con Pinochet en Chile o Trujillo en República Dominicana? ¿Se fotografiaría el canciller Moratinos con los militares argentinos que enlutaron a ese país austral? ¿Guardaría silencio el gobierno español de haber sido Orlando Zapata uno más de los asesinados por la desaparecida dictadura uruguaya? ¿Por qué tanta inmoralidad y dobleces de La Moncloa con las autoridades cubanas? ¿Cómo se pueden entender los raseros de prerrogativas que instituyen para los hermanos Castros tan lejos de otros que se fundamentaron para aquellos gobiernos dictatoriales que existieron en Latinoamérica?
Los intereses españoles en la isla son tan importantes para el gobierno de Zapatero que prefiere el mutismo antes que condenar la muerte de un joven activista por la democracia en Cuba. Esa actitud cobarde y de abierta complicidad tendrá su costo político en el futuro. Recuérdenlo bien, Moratinos-Zapatero, las memorias de los pueblos nunca mueren.
No queremos que España decida sobre el futuro de Cuba, pero sí es una responsabilidad moral, que los demócratas de ese país y de cualquier otro sean aliados del respeto al derecho a la vida.
Al menos, si lo hubieran hecho en este momento tan especial y triste, quizás no comparecieran al juicio de la historia como compinches de una dictadura que les ofrece como ventajas lo que le niega a su propio pueblo.
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