Sunday, November 24, 2013

Los negros vistos por Bolívar, Che Guevara y José Martí

Dos íconos latinoamericanos son Simón Bolívar y Ernesto Che Guevara. El primero es una figura esencial en a historia de los países sudamericanos por su lucha contra el dominio colonial español. Su imagen, sin ser santificada oficialmente, tiene las mismas dimensiones de un santo evangélico y en el imaginario de sus incondicionales aparece como un sol sin manchas ante la historia latinoamericana.

Por su parte, Guevara alcanza una dimensión mayor porque su época está asociada al desarrollo tecnológico y la revolución mediática. Además, cuenta a su favor con un sinnúmero de seguidores en todas partes del mundo, gracias a los heraldos de la izquierda internacional, que lo han entronizado como el ejemplo moral para los pueblos. 

Lo que pocos saben del El libertador y Che Guevara es que ambos tenían un punto de coincidencia tan exacto como abominable. Los dos eran racistas.


El poeta cubano Gastón Baquero en su excelente ensayo El negro en Cuba describe como Simón Bolívar en el año 1826 escribe al general Santander una carta donde le convence de no intervenir en Cuba, a pesar del temor que significaba la Habana por haberse convertido en un punto de concentración de tropas españolas que pudieran organizar expediciones contra las nuevas naciones liberadas al sur del continente. Dice el libertador a su subordinado: General, la independencia de Cuba puede esperar, nos basta con un Haití en el Caribe. Baquero explica que la revolución haitiana acrecentó tanto miedo al negro hasta llegar a empañar  la imagen de un hombre como aquel adalid venezolano.

El guerrillero argentino, en su tránsito por América mostró un desprecio morboso hacia los negros de Brasil. De ellos dijo: Los negros, esos magníficos ejemplares de la raza africana que han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le tienen al baño, han visto invadidos sus reales por un nuevo ejemplar de esclavo: el portugués.  El desprecio y la pobreza los une en la lucha cotidiana, pero el diferente modo de encarar la vida los separa completamente. El negro indolente y soñador, se gasta sus pesitos en cualquier frivolidad.

José Martí, con su conducta de vida, estuvo por encima de su época al describir en un breve ensayo su posición con relación a la discriminación racial. Este blog no es el espacio para el análisis integral de su actitud sobre el racismo. Sin embargo, vale exponer sus palabras para recordar la dimensión ejemplar de Martí  ante un tema que por viejo no deja de estar presente en todas las sociedades. En mi opinión, la más  completa definición de raza fue expresada por nuestro Apóstol cuando escribió: Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro. Martí, al dirigirse a su amigo negro Juan Gualberto Gómez, en los preparativos del alzamiento del 24 de febrero del 1895, le llamaba: Hermano de mi alma. Y sobre el sistema colonial esclavista expresó: Quién que ha visto azotar a un negro no se considera para siempre su deudor.

Más de medio siglo de intolerancia ideológica en Cuba permitió el consumo de algunas corrientes filosóficas y políticas de otras naciones, aunque estas fueran excluyentes. Los alemanes Carlos Marx y Federico Engels, el ruso Vladimir Ilich Lenin y el argentino Ernesto Guevara, fueron los referentes morales de la sociedad totalitaria cubana. El régimen cubano, al ubicar a Martí detrás de ellos, provocó un daño irreparable a la memoria histórica de la nación cubana.  Sin intentar establecer comparaciones, Martí es de una estatura mayor porque en su corta vida no quebrantó su visión acerca de los hombres.

Los íconos son referentes ineludibles para los pueblos y Martí hoy es más necesario que nunca.

Monday, November 11, 2013

Fuego a la bandera


Consternaba el fuego a la bandera cubana en las calles de Caracas, Venezuela, por un grupo numeroso de opositores al chavismo. Lo hacían con la rabia catártica de quienes odian a la persona equivocada, como si la llama prendida a nuestro estandarte nacional fuera la piel de los hermanos Castro ardiendo en el infierno de los indeseados. Y es aquí el problema, el gran problema de algunos venezolanos que han comenzado a confundir a Cuba y sus símbolos patrios con los nombres de Fidel y Raúl.
Al ver aquella imagen ofensiva sentí las quemaduras en carne propia porque esa bandera no es un atributo del marxismo, no es pertenencia de los Castro y tampoco es responsable de la pasividad de Maduro ante la injerencia del castrismo en su país. Nadie hasta ahora ha salido a enmendar un grave error que, por el grado de intrusión del régimen cubano en aquel país, posiblemente se repetirá otras veces porque desde La Habana se ordena apoyar el ideario político del desaparecido Hugo Chávez.
Existe un peligro real en el futuro con esas acciones que advierten un rechazo también al pueblo cubano que se viene dando desde hace mucho tiempo en el exterior. Y los responsables son los que detentan el poder con alevosía en Cuba y tienen la suerte de exportar el fracaso de su revolución a otras naciones del continente. En Ecuador hay un rechazo casi masivo a los cubanos que llegan allí. En Brasil, los médicos en misiones internacionalistas son cuestionados por sus colegas cariocas a los que discuten su formación profesional y en Estados Unidos, el resto de las naciones al sur del Rio Bravo, abominan a los cubanos cada vez más. En una tienda latina en Mississippi cuelgan todas las banderas de los países latinoamericanos con la sola ausencia de la nuestra. Cuando pregunté: ¿dónde está mi bandera?, alguien me respondió: los cubanos dicen que no son hispanos. Y es verdad, eso se le escucha decir, incluso a los conductores de la radio, a políticos influyentes y hasta más no poder, al cubano de a pie en el exilio.
Se debiera advertir a Capriles, como figura central de la oposición venezolana, que la llama al blasón de la patria es un ultraje a los cubanos libres, dispersos por el mundo, y los que en Cuba luchan por su libertad.  

Monday, November 4, 2013

Las armas de Raúl Castro contra la disidencia



Nos hemos acostumbrado a observar la llegada de los disidentes al extranjero con toda normalidad porque es normal que las personas viajen libremente por el mundo. Cuando llegan cumplen una agenda de reuniones importantes, entrevistas, audiencias y diferentes actividades que permiten visibilizar en el exterior la tragedia de Cuba y los cubanos.
Los primeros viajeros despertaron una ola de curiosidad periodística y cada una de sus palabras generaba debates a favor y en contra. Algunos analistas se apresuraron a decir que la reforma migratoria cubana era una derrota para la dictadura cubana pero el tiempo ha demostrado que no ha sido así. Primero, cuando los gobiernos del mundo conciertan la vida de un disidente u opositor en China, Corea del Norte o Irán con Cuba observaban que las posibilidades de expresión en la isla son “mejores” en comparación con esos países. Segundo, los disientes cubanos al poder salir y regresar libremente de la isla se convierten en los mejores exponentes de los cambios estructurales que Raúl anunció cuando sustituyó a su hermano en la jefatura del totalitarismo cubano y tercero, el interés por viajar, según algunos analistas en el tema cubano, está cambiando el escenario de la acción cívica por el interés de los disidentes en dar a conocer la realidad de la isla en el exterior. Sin embargo, el esfuerzo por ganar un espacio público en la isla y darse a conocer dentro del pueblo no parece estar en el orden del día.
Raúl Castro, quien gobierna con mayor comodidad que su hermano, sabe que sobre él se dice cuán pragmático es y parece cierto, porque se ha quitado de encima la mayor presión que el mundo tenía sobre su dictadura. Las armas del menor de los hermanos Castro se enfilan hacia el desgaste de los disidentes y lo hace a tal extremo que ha tomado parte de sus demandas para presentarse ante el pueblo como un reformista profundo que permite viajar por el mundo incluso a quienes se le oponen.

Sunday, October 20, 2013

Noticias que duelen


(A la memoria del doctor José Ignacio Rasco)

Casi al amanecer del día diecinueve de Octubre los cubanos exiliados fueron sorprendidos por la pérdida de uno de sus hijos. Moría a los ochenta y ocho años de edad, en la ciudad de Miami, el doctor José Ignacio Rasco y con él una parte imprescindible de la historia reciente de Cuba.
Fue en Cayo Hueso, exactamente en el Instituto San Carlos, un sitio cargado de historia, donde nos conocimos. Allí se iniciaba una profunda amistad que nos llevó a los escenarios más disimiles donde se abrían oídos dispuesto a escuchar la realidad de Cuba. Tuve el honor de aprender lo que pocos saben acerca de la personalidad de Fidel Castro, su compañero de estudio durante varios años en La Habana al cual define como un loco e inteligente que retorció el sentido del bien para encumbrarse en la gloria de los tiranos y llevar la maldad a millones de sus compatriotas.
El doctor Rasco poseía una capacidad poco común en los cubanos. Como era ilustrado, sabia escuchar sin interrumpir para luego, sin abusar de su erudición, ofrecer su visión personal de las cosas sin pasiones y con tanta claridad que su voz ronca y estruendosa sonaba como un susurro sugerente y oportuno. Sus gestos eran los del intelectual formado en la academia de los libros sin resultar pedante o altanero. Además, su temperamento flemático, la jovialidad y la sencillez, lo convertían en una personalidad tan simple que ese atributo elevaba su erudita personalidad. Era reflexivo y poseía un verbo ejercitado en las aulas, en el debate de ideas y en la confrontación, sabiendo estampar los puntos esenciales de las cosas con templada sabiduría.
En Rio de Janeiro, me sugirió discutir los argumentos sin maltratar a las personas y en Budapest, me volvió apostillar la misma lección. Y eso era importante para él. El sentido de lo humano no puede destruirse en la diferencia y con los adversarios es necesario usar como armas el talante. En eso el doctor Rasco era un ejemplo. Una vez, justamente en Brasil, acudió a un evento donde se encontraba su viejo compañero de aula Fidel Castro. Desde un piso superior, donde miraba al comandante pasar con una carrosa de herméticos guardaespaldas bajo sus pies, le dijo algunas palabras al gobernante, quien de inmediato lo reconoció alejándose del lugar para evitarlo. José Ignacio estaba solo, sin nadie para protegerlo y sin un cargador capaz de dañar a quien posiblemente fuera su peor enemigo.
Después de su muerte, solo queda prometerle seguir su ejemplo de lealtad a Cuba y a los cubanos.     



    

Tuesday, October 15, 2013

Gravity



Los promotores de Gravity 3D, la cinta cinematográfica del director mexicano Alfonso Cuarón, todavía no imaginan el impacto de esta película sobre los espectadores cubanos cuando acuden a las salas de cine de toda Norteamérica. Nada tiene que ver la aparición breve, pero importante, en el filme de George Clooney, el seductor actor de Hollywood, quien esta vez se pierde en la infinidad del universo por un intempestivo accidente lejos de la gravedad terrestre al intentar reparar una avería en la Estación Espacial Internacional o el protagonismo de Sandra Bullock antes una situación traumática a cientos de kilómetros sobre la superficie de la tierra. Tampoco son las espectaculares imágenes de las noches estrelladas, el nacimiento de los días o la belleza de nuestro planeta en la distancia. Mucho menos son las flotaciones de los objetos en la ingravidez o el propio complejo espacial orbitando a veinte y siete mil kilómetros por horas en el vacío cósmico. No es el ingenio de la tecnología o el talento humano que ha sido capaz de construir una residencia sideral donde al parecer se habita por consenso.
Lo impactante para un cubano es que en el minuto trece del filme aparece tranquila, vestida por las finas transparencias de nuestro lecho marino, alargada y formando parte del planeta tierra, la isla de Cuba. No se veían sus palmas, pero se imaginaban. No se escuchaba la música, no se olía el sabor de sus comidas,  ni el bullicio constante de sus calles y no era posible ver a todos los cubanos aunque estaban allí. Fueron breves segundos, pero se percibe intacta, vacía, como si también gravitara sobre el azul celeste del mar en sus orillas,  parecida a una mujer desnuda sobre un lecho pétreo para ser amada. Después, la trama no es igual porque se trata de buscar hasta el final de la película y, desde el cosmos, aquel lugar de donde provenimos.