Thursday, August 24, 2017

Díaz Canel y el fin de las expectativas

Las imágenes de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, sentado en solitario frente a una selecta y silenciosa muchedumbre de adeptos, recuerdan aquellos momentos de la antigüedad donde los faraones se dejaban acompañar sólo de su poder. El sucesor de Raúl Castro, así le dicen por ahí, seguro de sí mismo, interpreta su propio guion de manera ejemplar. Es locuaz, virtud apropiada para un cuadro de la revolución, y usa un lenguaje con cierto enredo, pero no complejo. El tinglado se asoma en las frases largas, resueltas con la facilidad con que los revolucionarios explican las cosas más absurdas. Su postura, distante de los viejos castrista en las formas, pero no en contenido, se asienta en las convicciones. Esa infalibilidad con que se explica, nos presenta a un tipo duro, cuya dureza lo lleva a justificar la censura como un acto necesario y normal. A señalar los culpables de nuevos tipos de agresiones y los caminos emprendido por el Imperio del Norte para evitarle la sucesión al poder. Describe, porque lo sabe todo, por donde van los tiros que les tiran y a cuando grado se refríen los proyectos para derrocarles. Con este señor se crearon muchas expectativas, allá y acá, como siempre ocurre, cuando fue visto al lado de Raúl con tanto poder como para desbancar a los viejos comandantes de la revolución. Pero no, ahí está haciendo su mejor papel que es interpretar y aplicar lo aprendido en la escuela de los hermanos Castro.
¡Pobre Cuba, caray!

Sunday, August 20, 2017

Hoy lloro contigo Barcelona

Pasan escurridizo por nuestro lado y no advertimos el peligro. Son vándalos, incapaces de hacer bromas o soñar, como si la vida no importara, porque se acomodan con facilidad al terror. Esos delincuentes, no usarían jamás un pincel, un arca, un espejo, incluso, un papel para escribir sus nombres. Todo le va tan mal en este mundo que prefieren vírgenes celestiales más allá de la muerte. De Algeciras a Rabat, se disfrazan de santos y son lo contrario. Mueren alegres, matan por placer y agradecen a un Dios equivocado. Encerrados en los márgenes del delirio se convierten en pólvora para ser proclamados como mártires. Después de los días de tragedia y las noticias, sus nombres no se esculpen y los imanes evitan los sermones donde estén sus recuerdos porque de nada vale. Nunca valieron nada.
Si Barcelona llora hoy a sus muertos, como antes Paris, Londres y Berlín lloró a los suyos, es porque cada lágrima tiene el valor de la vida. Los criminales no saben de amor. Tampoco de paz y menos de perdón. La venganza, su arma elegida, desnuda su vileza y cobardía. El reducto frágil de su imaginario y el error de su credo plagado de infamia. Allí donde vayan serán vencidos.
Deberían apurarse los políticos para frenar la constante amenaza del islam sobre Europa. Yo recuerdo a Oriana Fallaci y sus advertencias sobre este complicado asunto. Eurabia, podría llamarse el Viejo Continente, decía la escritora y periodista. Algunos, los que no saben escuchar, la tildaban de racista y delirante, pero no, ella estaba en lo cierto. El fundamentalismo islámico es implacable, hegemónico y avasallador. Su credo pasa por la imposición y sus leyes castigan con severidad. Matar a cruzados es su lema y occidente es el blanco a batir.
Vaya maldad la de esa gente.

Sunday, August 13, 2017

Tres del Domingo

El último gol de Maradona

Diego Armando Maradona, lo que mejor saber hacer es patear a un balón. Su gloria pasa por los pies. Ya sabemos que su cabeza se ha estropeado con los izquierdismos radicales. Sus ídolos, por orden de preferencia, son: Che Guevara, Fidel Castro, Hugo Chávez  y ahora Nicolás Maduro. De este último saca pecho hasta querer morir por defender su dictadura. Este aprendiz  de ser humano, execrable además, resume lo peor de una persona cuando abre la boca. Su gloria, eso es verdad, pasa también por meter goles con la mano para anteponer, luego en su justificación, la presencia de Dios. ¡Vaya tipo! Y ¿Qué hago yo perdiendo el tiempo y llevándome  su nombre a un papel?

Los supremacistas

Virginia, ha sido escenario de un choque violento entre supremacistas blancos y radicales de izquierda. Ambos extremos confluyen en lo mismo: La violencia. Su arma predilecta, previa a la intimidación. Lo triste es que suceda en Estados Unidos, un país que se ha convertido en paradigma de las oportunidades para todo. Tolerarlo, en el siglo XXI, es imperdonable. Aquí sí vale el grito, para esos extremos: NO PASARAN.

La fiesta de Raúl

En La Habana se viven días de glorias. El régimen descansa de los aguijonazos disidentes porque el foco de atención es Venezuela y Pyongyang. Es la fiesta perfecta para el general. Sentirse aliviado, sin presiones de nadie, para maniobrar, en reposo revolucionario, la transición de mando que viene anunciando. Él, desde el orlo dictatorial, ha escuchado decir a sus adversarios: Venezuela primero, Cuba después. Él, astuto y arrogante, dice: recuerden Moscú y también a la URSS. La fiesta de Raúl la favorecemos nosotros, cuando, en solidaridad sincera con los venezolanos, hemos volcado las miradas a Caracas. Olvidamos que el chavismo se engendró en La Habana y Maduro es estudiante destacado de la escuela cubana. Ah, Chávez , llamaba padre a Fidel.