La profecía de Rubén
Cuando Fidel Castro,
mientras cotorreaba a raudales, se desmayó en el Cotorro el 23 de Junio del 2001,
Rubén, un hombre sencillo de Victoria de Las Tunas, tuvo una premonición. Además
de anunciar el inicio del fin, adelantaba que Castro sufriría sentado en el
calvario de la impotencia viendo pasar, frente a sus narices y sin poder hacer
nada, el cadáver pútrido de su revolución.
Dijo aquella vez, a
diferencia de los que deseaban su muerte, que él prefería verlo envejecer, sin
poder luego levantar una colilla, desgastado e inservible como el sistema que creó.
Era un tímido castigo antes de llegar al purgatorio. De esa manera sus víctimas
asimilarían que de este mundo nadie parte sin pagar los daños que se hacen en
vida.
Fidel y la gloria
De Fidel Castro casi
todo se ha dicho pero se sabe muy poco de él. Ahora sí, de sus monólogos todos
hablan. Sin embargo, del contenido de sus palabras nadie acierta a comprender
lo retorcido de su retórica porque los discursos de Castro, además de largo, no
son creíbles ni didácticos. Eso es verdad (aunque parezca absurdo) son muy
esperanzadores. La ilusión, ese filo mágico con que cualquier hombre puede
recrear su entorno, en Fidel cobra matices diferentes a partir de que la
realidad observada por él es creación del universo avieso donde habita.
La historia, esa
lectura que nos cuenta cómo ha sido el pasado, Castro la desea seguir
escribiendo. Ahora, con el destello apagado de su voz y la curvatura comatosa
de su cuerpo, inscribe sobre su lápida el anuncio de su muerte. “A todos nos llegará nuestro turno”, dijo. Seguidamente, para granjearse la
complacencia de la gloria, remata: “pero quedarán
las ideas de los comunistas cubanos” Recordaba otra frase donde sentenciaba
con la firmeza asustadiza de su arrogancia que: “Los hombres mueren, el partido es inmortal”
Fidel Castro, en el
VII congreso de los comunistas cubanos, habló
más clarito que nunca. A viva voz, para que todos escucharan el mensaje, quiso
decir que llegado su turno partirá irremisiblemente. Sin embargo, sus ideas seguirán
el mismo curso de vileza. Conmigo o sin mí, a buen entendedor, esto seguirá igual.
Hablando de premoniciones. Hace algunos años, había aquí un señor de apellido Revilla que solía participar en algunos programas de micrófono abierto; a él le escuché decir lo siguiente: "...si F.Castro muere en su cama y nosotros, los cubanos, no somos capaces de evitarlo, a Cuba la gobernará un cadáver" Creo que no estaba tan equivocado, los tiempos han cambiado, solo eso, pero es evidente que ellos, allá, lo intentarán. O, ¿no fue ese el papel de las momias en el mausoleo de los regímenes comunistas y totalitarios?
ReplyDeleteLos humanos olvidamos la historia muy facilmente, Pepe. Que tal algo mucho mas reciente que las momias? Khomeini decidio la sentencia de muerte de Salman Rushdie en su propio lecho de muerte.
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