Tuesday, September 29, 2015

Hacer

La fiesta continúa con los mismos bailarines sobre el escenario y una escenografía copiada a retazo de los viejos libros con guiones revolucionarios. Obama, inclinándose hacia la estatura octogenaria de Raúl, vuelve a estrechar la mano del hombre fuerte de Cuba y hasta bromean como si fueran viejos amigos. Es así como se cultiva el caldo de los demonios y se superan los aparentes agravios entre enemigos.

Nada debe tomar a nadie por sorpresa. La obra está escrita, revisada por los mejores editores del mundo y lista para su puesta en escena. Solo falta descifrar el orden de los actos y los nuevos protagonistas que se incorporarán. El final, está en las quinielas, es predecible. El presidente americano camina por Las calles de La Habana y, sin necesidad de decir Viva Cuba Libre, bebe un cafecito frente al parque central, se baña de pueblo, improvisa un son con mojito cubano y se lanza a guarachear Rampa arriba, Rampa abajo. La foto tendrá su retoque porque la historia, contada por los vencedores, debe ser precisa

Después, porque la vida sigue igual, llama a Roma para hacer el balance y saborear la victoria. (Los derrotados serán siempre huérfanos)

No está mal, y eso es verdad, que Estados Unidos se haya acercado a La Habana por sus intereses estratégicos aunque las autoridades de la isla se aproximen a Teherán, Moscú y Pekín. Lo que no está bien es que para hacerlo desprecien a quienes han tratado de resolver el problema entre cubanos contando con todos.

También es verdad, que aquellos que salen a oponer su rechazo a las nuevas medidas son tildados de locos, desfasados y antipatriota. Atrasados, aberrantes y restauradores del ayer. Y como el poder para desmentir tales infamias es menor, la mentira comienza a contaminar a este mundo de románticos y olvidadizos.

Están solos los cubanos y bien acompañado su gobierno. Raúl, reconozcámoslo sin pasión, se saltó de listo y es un dictador más cómodo que su hermano porque se ha dejado acompañar del poder real que es lo que cuenta.


Mientras la obra avanza nadie se pregunta ¿Qué hacer? Vaya interrogante. Fue Vladimir Lenin, que inspirados en la novela de Chernishevki se hizo tal pregunta para establecer un programa y la estrategia que debía acompañar a un partido concreto para llegar al poder. La historia demuestra que funcionó. Del enemigo también se puede aprender porque, realmente, algo hay que hacer.

Thursday, September 24, 2015

Tres Papas y un dictador

Han sido tres los Pontífices que han viajado a la Habana desde 1998 hasta la fecha. Primero fue Juan Pablo II, aquel carismático polaco capaz de hablar varias lenguas, hacer ejercicios sobre el hielo y condenar sin tapujos al comunismo. Luego, Benedicto XVI peregrinaba por Cuba con una sonrisa lacónica, un atisbo apagado y dejándose escuchar con unas palabras susurrantes y agudas.

Hace unos días, el Papa Francisco recorría Cuba como misionero de la Misericordia. Desde su llegada se mostraba cómodo, casi en familia y sin la presión del idioma.

En la misa de La Habana habló de la necesidad de servir. Fue una homilía de gran altura intelectual por sus precisiones religiosas y morales. Frente a él, como en todas las celebraciones, estaba Raúl Castro rodeado de su cúpula gobernante que parecían no entender el mensaje.

Juan Pablo II era tan espiritual como acertado. Su postura frente a la intolerancia marcaría para siempre su vida y del comunismo conocía su esencia perversa porque lo había vivido en carne propia. Sin dudas, los Papas son hombres y Karol Józef Wojtyła actuaba, inspirado en su responsabilidad apostólica, pero sin olvidar su condición humana y las heridas cifradas en su piel.

Francisco viene de Argentina donde hay miseria y existen otros males pero nada comparable con el comunismo. Tal vez, por eso no tuvo en cuenta a los disidentes políticos ni se conmovió cuando frente a sus ojos un joven fue arrestado después de haber recibido su bendición. ¿Cómo hubiera reaccionado Juan Pablo II, se preguntan muchos, antes tan cruel arbitrariedad?

En Cuba la Iglesia, en la persona de Francisco, no condenó al comunismo y en Estados Unidos, sin pelo en la lengua critica al capitalismo. Qué lectura encontrar en esa bifurcada retórica? Ni Dios lo sabe.

Los tres Pontífices de paso por la isla estrecharon las manos del mismo dictador, han intercambiado regalos con él y se fotografían para la historia. Es una formalidad (en las formas) en el escenario supremo del poder, aunque no se entienda.