Thursday, September 24, 2015

Tres Papas y un dictador

Han sido tres los Pontífices que han viajado a la Habana desde 1998 hasta la fecha. Primero fue Juan Pablo II, aquel carismático polaco capaz de hablar varias lenguas, hacer ejercicios sobre el hielo y condenar sin tapujos al comunismo. Luego, Benedicto XVI peregrinaba por Cuba con una sonrisa lacónica, un atisbo apagado y dejándose escuchar con unas palabras susurrantes y agudas.

Hace unos días, el Papa Francisco recorría Cuba como misionero de la Misericordia. Desde su llegada se mostraba cómodo, casi en familia y sin la presión del idioma.

En la misa de La Habana habló de la necesidad de servir. Fue una homilía de gran altura intelectual por sus precisiones religiosas y morales. Frente a él, como en todas las celebraciones, estaba Raúl Castro rodeado de su cúpula gobernante que parecían no entender el mensaje.

Juan Pablo II era tan espiritual como acertado. Su postura frente a la intolerancia marcaría para siempre su vida y del comunismo conocía su esencia perversa porque lo había vivido en carne propia. Sin dudas, los Papas son hombres y Karol Józef Wojtyła actuaba, inspirado en su responsabilidad apostólica, pero sin olvidar su condición humana y las heridas cifradas en su piel.

Francisco viene de Argentina donde hay miseria y existen otros males pero nada comparable con el comunismo. Tal vez, por eso no tuvo en cuenta a los disidentes políticos ni se conmovió cuando frente a sus ojos un joven fue arrestado después de haber recibido su bendición. ¿Cómo hubiera reaccionado Juan Pablo II, se preguntan muchos, antes tan cruel arbitrariedad?

En Cuba la Iglesia, en la persona de Francisco, no condenó al comunismo y en Estados Unidos, sin pelo en la lengua critica al capitalismo. Qué lectura encontrar en esa bifurcada retórica? Ni Dios lo sabe.

Los tres Pontífices de paso por la isla estrecharon las manos del mismo dictador, han intercambiado regalos con él y se fotografían para la historia. Es una formalidad (en las formas) en el escenario supremo del poder, aunque no se entienda.

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