Saturday, August 22, 2015

Bravucón de vidriera

No conocía a Osmani García y me alegro por ello. Tanto que no mencionaré más su nombre porque no quiero recordarlo. ¿De qué valdría prestarle atención a lo vulgar, a lo que no edifica? Sin embargo, el muchacho deja algunas cosas que vale la pena considerar.

Él, punto y aparte, merece poca atención pero, sus palabras sí. Su catarsis pedestre es el síntoma común en una enfermedad tropical que flagela a los cubanos. Es aquella que se hace acompañar de un lenguaje particular y oprobioso dedicado a quienes no se alinean en la línea de su verdad. Y este chico, furioso y al parecer peligroso, posee la vacuna de la obstinación para enzarzarse con diatribas vulgares como su propio canto. ¿Cuántos más hemos visto acá y allá profiriendo montones de obscenidades sin el menor recato?

Su vocabulario prosaico es propiedad de su mente y en ella no caben expresiones decentes. Y es verdad, la palabra es un acto interno que describe casi todo en las personas y en su entorno. Ese jovenzuelo, gesticula, la sangre se le sube al cuello, vocifera, ataca sin piedad y sin prudencia y, para orgullo propio, se muestra presuntuoso, en su iracundia, con su guapería criolla insertada en los eslabones de su cadena. Después de todo debemos alegranos porque es fácil saber en presencia de quien estamos.


Esa noticia no merece fotos porque las expresiones verbales de “reguetonero” son las mejores imágenes que pueden servir para saber de dónde viene y a donde debe estar.  

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