Monday, March 24, 2014

La palabra precisa y el insulto perfecto


La crisis en Venezuela vuelve a colocar el lenguaje chapucero de los revolucionarios en el epicentro de una confrontación política. Maduro abarata, por su evidente incultura, la palabra precisa para argumentar sus razones dictatoriales y acude a una frase oportuna, contundente y execrable para designar a los adversarios que han salido a las calles. Fascismo es una palabra cuyo contexto no solo recuerda los orígenes de esa ideología, en Italia primero y en Alemania después, y el estropicio dejado en la sociedad europea con millones de muertos por la locura hegemónica de Hitler y las pretensiones soberana de Benito Mussolini. 

Decir fascismo, es sencillamente, recordar la pesadilla que sacudió a Europa en la primera mitad del siglo veinte.  Maduro lo sabe y por eso pronostica un impacto social a su favor designando a los valerosos estudiantes como radicales conectados con una supuesta extrema derecha cuyos fundamentos ideológicos provienen del fascismo. 
 
Los radicales venezolanos no emplean los omnipresentes epítetos del castrismo (escoria, gusanos o contrarrevolucionarios) porque la puesta en escena de la revolución bolivariana no precisa de esas vocablos. Primero, porque no se ajustan a la realidad del país sudamericano y luego por la necesidad de buscarse una insinuación que incluya un insulto perfecto para desmoralizar al adversario y ganar adeptos en las masas desposeídas de instrucción. 

Es un cálculo hecho a la medida del imaginario castrista donde la palabra siempre ha jugado un papel rector en la supervivencia de la revolución cubana. Fidel Castro armaba sus discursos con ofensas hacia todos sus adversarios y capitalizaba algunas palabras que hasta el día de hoy, el mejor significado para muchos cubanos es el que le otorgó el anciano comandante. Y es verdad, las frases cuentan en el diccionario de las revoluciones marxista porque la diatriba del poder tiende a ser vejatoria, capaz de mutilar el honor y hasta matar.

En Venezuela, los ideólogos del chavismo no son originales porque no articulan sus arengas con precisiones y no impactan a la muchedumbre como lo hacía Fidel Castro. Sin embargo, interpretan bien las enseñanzas del ideario de La Habana y erigen sus alocuciones con vulgaridades y guaperías para animar a los pobres de los cerros y a los enamorados del socialismo del siglo veinte y uno a respaldar su tambaleante poder. El desaparecido Hugo Chávez, acudía al cancionero popular venezolano y los chistes para impresionar y elevar su carisma frente a una multitud que le identificaba como alguien cercano y familiar. Ahí está parte de la trampa de las peroratas revolucionarias porque enamoran e igualan al orador con el oyente hasta arrastrar a este último, como decía Gustav Le Bon, “al influjo de la irracionalidad”.

   

1 comment:

  1. Bueno, hice mi comentario, y ahora no lo veo. Algo incorrecto en el manejo de los mecanismos cibernético debí hacer. Dije que creo que es preciso, que además muy actual y necesario para entender por lo esclarecedor de los mecanismos comunistas, que toman de la propaganda fascista del nazismo hitleriano, elaborado por Goebbels. Sinceramente, me iluminó acerca del chavismo en este tema.
    Zenen Perez Yera, Fundador de La Plataforma Unitaria Cubana.

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