Nadie quiere
mantener su boca cerrada después del largo reportaje publicado recientemente
por The Washington Post donde Alfonso Fanjul es el protagonista de la nota. El
magnate azucarero, cuya familia perdió cuantiosos recursos después de la
embestida de Fidel Castro contra el capital privado, ha regresado a La Habana,
al menos en dos ocasiones, para explorar posibles acciones comerciales en la
isla y ha tenido la “suerte” de
entrevistarse con altos funcionarios del gobierno.
Después de escuchar
la noticia las diatribas, interrogantes y opiniones llueven y no es para menos.
Los dardos mordaces de la crítica tropical han vapuleado al exitoso hombre de
negocio. Nadie ha quedado al margen de opinar. La congresista Ileana
Ros-Lethinen llegaba muy lejos al declarar: “… que poca vergüenza tiene Alfy Fanjul” y en las redes sociales los
epítetos son mayores todavía.
Los argumentos de
quienes critican las intenciones de Fanjul parten de un presupuesto moral y
pasional (tal cacofonía no es fortuita) influido por los matices singulares del
carácter nacional cubano. En el orden moral pocos fijan la conveniencia de
negociar con una dictadura autoritaria donde realmente se violan los derechos
básicos de los ciudadanos y la represión es una práctica constante contra las
libertades. Eso el señor Fanjul lo sabe. Seguramente es la ecuación más
valorada por él. Las pasiones en el tema cubano siempre han creado tempestades
hasta el extremo de creer (algunos lo ven así) que estar lo más lejos de la
dictadura es el remedio para su caída. Vaya error. Las quemaduras sobre el
cuerpo no se curan a distancia. No es una parábola intentado justificar la
presencia o no del señor Fanjul en los campos de caña o en los pocos ingenios
azucareros que allí quedan. Es un acertijo de la racionalidad y una
conveniencia del pragmatismo.
¿Por qué? Para
nadie es un secreto que Cuba necesita inversión. El escenario favorable, en el
orden político, que tiene en América Latina, no es capaz de resolverle los
graves problemas económicos y sociales acumulados durante cinco décadas. No es
que Elpidio Valdez lo asegure, pero se
oye clarito: necesitan dinero para restablecer su maltrecha industria
azucarera y comienzan a tocar las puertas de quien se atreva hacerlo. El
aprieto en materia económica es su debilidad y no pueden ocultarlo.
¿Quiénes pueden ser
potenciales inversores en ese sector otrora vital para la economía del país?
Brasil es el único licitador con poder que ha evaluado esa área y conoce la
profundidad del deterioro. Los otros pueden ser los que mejor conocen el asunto
y son cubanos, pero no están en la isla.
Cuba está herida,
pero no de muerte. El régimen, por su dinámica estructural, sabe bandearse para
sobrevivir y comienza, por primera vez, hacer pactos sin decirlo. Eso es un
fenómeno nuevo y conveniente para la acción inteligente sobre un escenario
hostil, complejo y organizado que de aprovecharse pudiera servir para poner la
cura a corta distancia. Aseguraba un ex embajador en La Habana: hay que estar en Cuba porque allí está el
problema. Y hasta hoy la única ventana para estar dentro de Cuba es
invirtiendo en ella. Aunque para el
señor Fanjul, las condiciones legales alejan toda esperanza de inversión en su
país natal.
¿Se favorece el
régimen con inversionistas como los hermanos Fanjul? Claro que sí. ¿Prolonga en
el tiempo el destino revolucionario del país y de su nomen(klatura)
autoritaria? Posiblemente. Esas mismas preguntas se hicieron Richard Nixon y Henry
Kissinger cuando desembarcaron en China en 1972 invirtiendo tanto en aquel país
oriental que hoy es imposible despojarse de un producto chino en el mercado
estadounidense. En aquel momento la nación asiática ejecutaba a más de seis mil
personas por año en un abanico de cincuenta y tres tipos de violaciones que
podían constarle la vida a cualquiera. Hoy China se lo debe casi todo aquel
viaje de Kissinger primero y Nixon después. Y aunque hayan pasado muchos años
aquel país para nada es la sombre de lo que encontraron los americanos. China
era un estado casi feudal en los setenta (aún permanecen muchas lumbres de
atraso) pero su influencia en la modernidad es imparable y las condiciones de
vida de su pueblo es mejor. Eso es verdad.
¿Se enriquecerán
los hermanos Fanjul si logran invertir su capital en Cuba? Más plata no les
hace falta. Pero, indudablemente, tendrán ganancias si ganar dinero es lo que
mejor saben hacer. Mirarán al lado cuando ante sus ojos vea reprimir a los
disidentes. Nadie lo puede asegurar, pero estos hombres han vivido en
democracia muchos años para enterrar su emprendimiento personal y su vergüenza en
el lodazal del castrismo.
Más de una vez se
han escuchado críticas (en esta orilla) al régimen cubano por cerrarles las
puertas a los inversores cubanos dentro y fuera del país. Sin embargo, ahora
parece que las pasiones aconsejan darle la oportunidad al extranjero y
discriminar a los nacionales, no importa donde estos se encuentren.Tirios y
troyanos no se ponen de acuerdo, una vez más, sobre las estrategias
convenientes para Cuba.
Cuando el castrismo
fenezca se escucharán muchas historias conmovedoras. Aunque no ha llegado ese
momento todavía ya el señor Alfonso Fanjul puede contar la suya porque puede
escribir: quise llegar primero.
Nota aparte: Comentaba
un entusiasta catalán, enamorado de Cuba y experto en asuntos cubanos en la
red, sobre la inmoralidad el régimen cubano al recibir a un multimillonario en
sus despachos y se niega a conversar con Las Damas de Blanco. Después se
respondía a sí mismo: hay que juntar
dinero para precipitar su caída.
Me encantaría saber y conocer si la familia Fanjul tuvo algo que ver con la muerte o el asesinato político del líder sindical Jesús Menéndez Larrondo muerto por incorruptible y por pelear a rajatabla por el diferencial azucarero.
ReplyDeleteEn vez de pelear por ocupar un lugar para invertir en Cuba, debieran pensar en invertir para derribar del poder a la pandilla de delincuentes comunes de los Castro Ruz y su grupo.
ReplyDeleteEstos señores burgueses tienen una moral maravillosa para obviar a la delincuencia común, si una alianza con los delincuentes les deja dinero.
Los Fanjul pudieran muy bien estar aliados con los magnates de Wall Street que instrumentan el negocio de la droga en USA.
Me pongo a pensar:
ReplyDeleteTuvo algo que ver la familia Fanjul con la muerte o asesinato del líder sindical Jesús Menéndez Larrondo hace ya 65 años.
Jesús Menéndez luchaba a brazo partido por el diferencial azucarero para beneficiar a los trabajadores azucareros cubanos. Jesús Meneéndez fue un incorruptible.
Si así fuera, ¿asumiría esa familia la responsabilidad histórica de ese hecho?
Hay que tener mucho cuidado con los Fanjul porque quien asegura que no van a incrementar una explotación descarnada contra la esclavizada población cubana.
Los Fanjul no hablan de liberar a los esclavos, sino de invertir en un lugar donde los esclavos son la mano de obra.
Querido Julio, la familia Fanjul es el referente que he tomado para escribir mi comentario porque ha sido muy publicitada en estos dias su intencion de invertir en Cuba. No conozco al senor Fanjul y nada me une a el. Como fue el, en este caso, puede ser otro cualquiera de los tantos cubanos con capacidad financiera para invertir en Cuba al que pudiera reflejarse en este articulo.
ReplyDeleteAbrazo,
RC
Saludos amigo, te envio el link de una entrevista que le hicieron a mi hija , ella es arquitecta en New York y el tema fue sobre el libro en el totalitarismo y las bibliotecas independientes en Cuba y se habla de tu proyecto etc... creo que te pude interesar.: Un abrazo. Alfredo Pong / Caricaturista Editorial
ReplyDeletehttps://soundcloud.com/the-archipelago/liduam-pong-archipelago
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