Tuesday, December 3, 2013

Las diatribas de Elián


Las recientes declaraciones del balserito “involuntario” Elián González provocan reacciones iracundas en esta orilla que valen la pena analizar. Quienes se molestan, con justa razón o sin ella, olvidan que este llegó a las manos de Fidel Castro en el mejor momento para inducir, direccionalmente a su cerebro, el sistema de “valores” que le deseaba inculcar el gobernante cubano. Seis años tenía cuando regresó a Cuba y a esa edad es posible esculpir a una persona para determinados fines. El psicólogo norteamericano John B. Watson, padre del conductismo y uno de los más importantes profesionales de la psicología del siglo XX, escribió: “Dadme una docena de niños sanos, bien formados, para que los eduque, y yo me comprometo a elegir uno de ellos al azar y adiestrarlo para que se convierta en un especialista de cualquier tipo que yo pueda escoger -médico, abogado, artista, hombre de negocios e incluso mendigo o ladrón- prescindiendo de su talento, inclinaciones, tendencias, aptitudes, vocaciones y raza” Desde esta afirmación se asegura la probable intervención del estado cubano en conducir, al hoy adolescente, hacia el imaginario radical de Fidel Castro. El mejor sitio para incubar su mentalidad era una escuela militar como los “Camilitos” y Elián es casi un oficial de esa entidad.
Quienes quedan pasmados por su esencial postura en defensa de la revolución y de Castro también olvidan que Elián, en su corta estadía en Estados Unidos, no pudo ver donde miraba (ver y mirar no son sinónimos en psicología) y a su regreso  quedó atrapado en la desinformación que vive el resto de los cubanos. A su edad de entonces no podía entender lo que ocurría en su entorno y era una presa fácil de domesticar.
La fuente de seguridad de todo niño es la madre y Elián se sustrae de ella para otorgarle ese roll de protector a Fidel Castro a quien atribuye el don de la superioridad divina. Ahí está, sin lugar a dudas, la primera referencia del influjo ejercido sobre él. ¿Cómo lo han logrado? Mediatizando su vida en función de un ideario, de una persona y del sistema. Su falta de ilustración, la verbosidad monótona y repetitiva del discurso oficial,  donde articula un lenguaje paradigmático, desde el imaginario revolucionario, y su marcialidad,  presentan a un joven cultivado para una misión hasta ahora desconocida. Las revoluciones siempre han necesitado de símbolo y Elián es uno de ellos por azar, primeramente, y por conveniencia, después.  
Ahora, con diecinueve años, ha comenzado hablar, azuzado por sus amigos guardaespaldas, quienes le ofrecen a ciegas, y sin que haya resistencia por el chico, la píldora ideológica que lo mantiene atado al credo retorcido de su revolución.     

No comments:

Post a Comment