Raúl Castro ha pedido a los cederre que vigilen el
consumo de droga en el país, según él, un nuevo e inesperado flagelo para la revolución.
Lo ha hecho en el recién finalizado congreso de esa organización de masa, cuya
historia de delaciones e intrigas han dejado abiertas una página siniestra en
nuestra historia que fueron inculcadas en la mentalidad de los cubanos por
Fidel Castro. El general, atinado como siempre, apela a la pureza del sistema y
encarga a los CDR a cumplir las tereas
de siempre, ahora cuando la gente comienza a mirar hacia el lado para no
involucrarse en chivatería.
Se acabaron las dudas sobre el comercio de drogas en la
isla y, aunque el hermano menor de los Castro le preocupa el consumo, olvidó
mencionar a quienes la ofertan y el impacto de la demanda.
Cuando fusilaron al general Ochoa, Fidel dijo que lavarían
la afrenta con un severo castigo y, sin la menor piedad, ejecutó al militar de
mejor carrera bajo sus órdenes, el 13 de julio de mil novecientos ochenta y
nueve, en una madrugada calurosa y frente al mar. Sin embargo, nadie dejó de
dudar que aquella componenda implicaba más personas de las que fueron
enjuiciadas en la causa número uno. Veinte y cuatro años después de aquellos
sucesos, el nuevo líder supremo de la revolución apela la organización cederista
para acabar con un mal que únicamente se engendró por las implicaciones directas
de la jerarquía del poder central. Los únicos que en Cuba poseen contactos,
recursos financieros y logísticas para introducir drogas en el país y que ésta
llegue alarmar a las autoridades, son los dirigentes y de manera particular las
fuerzas armadas y el ministerio del interior.
Esperar para ver. Al parecer, Raúl se quiso adelantar a
la DEA para evitar implicaciones en su plantel. A partir de ahora, empezaran a
caer ciudadanos comunes por consumirla y tal vez un peje gordo para las
apariencias.
No comments:
Post a Comment