Colin Kaepernick, jugador estrella del equipo
de futbol americano San Francisco, ha protagonizado un acto de reverencia a un
dictador. Luego de negarse a cantar el himno de su país previo a un evento
deportivo, aparece en una conferencia de prensa mostrando imágenes en su ropa
de Fidel Castro. Sus palabras de rabia contra la nación americana y el
desprecio hacia los símbolos de su patria lo ubican en el lado equivocado de la
historia.
“No
voy a ponerme de pie para mostrar orgullo hacia una bandera que oprime a los
negros y a las personas de color” dijo, recordando aquel lamentable
pasado de segregación y odio racial que no termina de borrarse de las mentes de
personas como él.
Observo, lo cual es frecuente y tengo prueba de ellos, como
algunos afroamericanos viven anclados en el pasado, el presente lo asumen con pereza
y el futuro a muchos no les interesa. La falta de autoestima los domina y el complejo
de inferioridad se impone como una cerradura que atasca las puertas de las
oportunidades que les ofrece su país.
El deportista, en actitud grosera y con una
arrogancia desmedida, apela a Fidel Castro como antídoto a la superación de todos
los males de la sociedad americana. Sin embargo, por su ignorancia, acaba de
cometer la mayor ofensa a quienes que han sido víctimas de su ídolo.
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