Los vientos meridionales
son menos peligrosos, siempre han afirmado los meteorólogos cubanos y el propio Mario Benedetti en su poemario “El
sur también existe”. Como el enemigo está en el norte (llámese Imperio) es posible descuidar la retaguardia porque esas fronteras son blindadas por el acero
del socialismo del siglo XXI, la justicia social y el poder ciudadano (Asi piensan los ideólogos del Foro de Sao Paulo)
En casi todas las
fronteras existen los acantilados. El sur danza sobre los Andes con desgano (o a la inversa) para anunciar la
suerte de una nueva exigencia. Y de un nuevo grito. No es en Managua, ni en Caracas
y menos en La Habana donde se anuncia un nuevo albor. Esta vez, y no es
casualidad, el más austral de los países regionales, dijo basta a la mentira y
al despojo descarado de una izquierda iracional que se hunde en el muladar de
su histeria populista.
Que sea Argentina
la nación Latinoamericana que retorne al orden constitucional, después de la elección
de Mauricio Macri como presidente democrático de ese país, es una buena señal para
el resto de las democracias regionales que han estado ensayando una alternativa
de país inspirada en el analfabetismo chavista, que los hunde en la pobreza, la corrupción y la desigualdad.
Un tango
argentino viene bien a esta hora. También un golazo de un pibe en las calles de
Rosario o un brindis con vino Malbec Nicasia
Vineyard en cualquier taberna americana.
Brindar por Argentina es una necesidad para sitiar a los que quieren sembrar la
desconfianza en un continente urgido de valores cívicos.
Ojalá en Caracas
revisen las agendas del chavismo inmoral y abusivo que el inculto Nicolás
Maduro trata de sostener, en una cuerda
floja, elástica y transversal, al pueblo venezolano. Quiera Dios que en Quito
la improvisación del presidente Rafael Correa gire a la cordura de los sabios y
en Managua la ignorancia de Daniel Ortega limpie la imagen de un gobierno neófito
por la simplicidad de su absurdo. Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, acosaba
por los escándalos de corrupción, estará rogándole a los orixas del Candomblés que su alma guerrillera no tropiece con el efecto
Mauricio Macri en su país. Y la culta Bachelet, acostumbrada al elogio de su
sapiencia, mida la cercanía con las fronteras argentinas para evaluar el rumbo
donde quiere llevar a Chile.
Dicen los expertos en conspiraciones que el presidente electo argentino marcó el rumbo de la izquierda latinoamericana porque a partir de ahora piensan: Seguimos en el poder simulando ser justos o seremos justos intentando el poder. Maldad de los villanos (lo comentaba un improvisador de casualidades en Paris que admira a La Habana). Hay que correr a tiempo para parar esa peste que ya empieza a oler. Mientras tanto un Son cubano no viene mal: ojalá dure mucho, ojalá. Ojalá, que con Macri Maduro también se va, ojalá…