Monday, November 4, 2019

Carta abierta al Rey de Espana.


A S. M. El Rey Felipe VI
Majestad:
Los cubanos de todas las orillas, sabemos de su próximo viaje a Cuba. Conocemos partes de su apretada agenda en nuestro país e imaginamos la satisfacción que vive al ser el primer monarca en visitar la isla en más de 500 años. Su visita, de hecho, se convierte en un suceso histórico que aupara titulares en los medios internacionales y dará una imagen alejada de la realidad del país que le servirá de anfitrión.
Justamente, la historia de Cuba esta vinculada estrechamente a la historia de España. Hablamos la misma lengua, tenemos héroes comunes, profesamos la misma creencia religiosa y las relaciones familiares y de afectos son tan cercanas que pudiéramos identificarnos como un solo un pueblo, con independencia de aquellos matices propios de la cubanía y la españolidad.
Algunos países de América no esconden su rencor hacia España por los crímenes del colonialismo contra los poblaciones originarias. Sin embargo, Cuba y su pueblo, siendo la última posesión de su país en ultramar y con la población aborigen totalmente diezmada, jamás han manifestado algún tipo de odio hacia los españoles porque el carácter abierto del cubano, su visión histórica del antes y el después, no da espacio al remordimiento y mucho menos al sentimiento de venganza. Incluso, los cubanos de ascendencia africana, quienes pudiéramos justificar aversión hacia España por el crimen abyecto y alevoso de la esclavitud, no nos nutrimos de resentimiento alguno porque tenemos la capacidad del perdón y, aunque mucho lo ignoren, la quinta parte del ADN de los afrodescendientes cubanos es europea transmitida por españoles en ese encuentro arbitrario y casual que significó la colonización y la esclavitud.
Pongamos en perspectiva histórica esta visita. Si algunos de los reyes españoles hubiera vistado a mi pais durante la época colonial, seguramente se reuniría con los colonialistas y esclavistas de entonces porque eran quienes administraban el destino de aquel lugar. Lógicamente, jamás lo haría con los esclavos, los siervos e infelices sometidos al crimen más abominable que recuerda la historia de unos hombres contra otros. Y aunque aquella forma de esclavitud ha sido abolida en Cuba, usted irá estrechar las manos de esclavistas modernos que han secuestrado la libertad de mis compatriotas para imponer el credo de la superioridad ideológica en una adusta gestión de odio y crimenes innegables. Tiene usted conciencia a lo que se expone cuando legitima a una dictadura que le niega contactar con la diversidad de opiniones y credos politicos de sus ciudadanos? Acaso la mentalidad colonial se sostiene todavía en la cabeza de quienes han organizado este viaje?
Los hombres libres viven su libertad. Usted goza de ese privilegio. Su pueblo también. Sin embargo, el mío es reducido a la obediencia de una tiranía tan antigua como despótica, criminal y autoritaria empeñada en mantener una hoja de ruta hacia la consagración de la miseria y las violaciones a los derechos civiles del pueblo cubano.
La libertad es un derecho inalienable de todos los seres humanos y es responsabilidad de aquellos que la poseen influir sobre los pueblos que carecen del mayor atributo dado por Dios a los hombre después de la vida. Si ese principio ético es ejercitado por usted durante su estancia en la isla, entonces su visita será significativa y tendrá mayor repercusión en lo profundo de la sociedad cubana. Majestad, mis compatriotas viven anclados en el nivel de la conciencia sumisa, el miedo, la desesperanza y el deseo de superar cualquier frontera de este mundo que los lleve lejos de donde han nacido. Esa realidad no la advertirá y ningunos de sus interlocutores, por razones obvias, le expondrá las circunstancias difíciles de la gente y negarán rotundamente que aquel sistema sea dictadura autoritaria.
Sépalo bien, se expone usted al juicio de la historia donde ha comenzado a ser juzgado por el pueblo de Cuba.
En espera de su atención y deseándole los mejores deseos,
Ramon Colas
Jackson, Mississippi. Noviembre 4 del 2019

Saturday, February 2, 2019

CARTA ABIERTA AL PAPA FRANCISCO


                                                                                                          
 2 de Febrero de 2019
 Jackson, Mississippi

Su Santidad Francisco.
Ciudad Vaticano.

Antes de dirigirme a usted consulté a varios hermanos creyentes  sobre la conveniencia de escribirle esta carta. Todos me respondieron que la discreción es una herramienta que debe estar al servicio de la Iglesia. Sin embargo,  ignorando esas recomendaciones, pero hacienda uso de mis convicciones, decido escribirle a título personal. Lo hago sin ninguna pretensión porque soy, sobre todas  las cosas, un hombre libre de pensamiento y acción. Siempre ejercitaré el derecho a exponer la verdad y ese motivo me invita a escribirle.

Quien le escribe es cubano y exiliado. Soy un simple creyente que profesa su fe en la convicción de que Dios existe. En la Iglesia católica, en el Catecumenado de la Parroquia San Gerónimo, de Victoria de Las Tunas, Cuba, aprendí a vivir la libertad de la fe. A decir la verdad y a enfrentar las consecuencias derivadas de ella. Son estos los precedentes  que justifican esta carta. Asumo la responsabilidad sobre las consecuencias  que deriven de cualquier interpretación. Sin embargo, siento que es un deber moral exponerle mi pesar por la crisis en Venezuela.

Hoy me dirijo a usted consternado por la indiferencia del Vaticano hacia el noble y valiente pueblo venezolano. En las calles de ese país están muriendo jóvenes que en marchas pacíficas, por la libertad y la democracia, son asesinados con la alevosía que el odio marxista inculca en sus incondicionales. Hay un silencio, interpretado por muchos, donde me incluyo, como complicidad, por parte de la institución religiosa que usted preside. Y ese silencio parece indicar que Dios -si Dios- se mueve según el lado por donde azota la injusticia en este mundo.

Su Santidad las dictaduras no son de izquierda o derecha. Son solamente dictaduras y fundamentan su existencia en el terror, en del control de las voluntades de la gente y en el engaño de un futuro de bienestar en mano de un imaginario diabólico. La dictadura venezolana es un calco del estalinismo más cruel que ha pluralizado la miseria, el hambre y el destierro en una nación rica en recursos otorgado por Dios.

Un venezolano ejemplar, Monseñor Salvador Monte de Oca, Obispo de Valencia, quien fuera expulsado de su país por sus ideas de justicia y libertad, frente a la dictadura de Juan Vicente Gómez, fue fusilado en Massa, Italia, por los Nazis, el 10 de Septiembre de 1944 por oponerse a las exigencias del III Reich Alemán. Aquel abominable crimen se convirtió en un ejemplo que demostraba hasta donde la barbarie es un arma de poder. Monseñor Monte De Oca, junto a diez religiosos fue condenado a morir el mismo día y a la misma hora. Uno de aquellos creyentes le pregunto al Obispo: ¿Monseñor y dónde está Dios a esta hora? El Obispo de Valencia, con la serenidad de quien está preparado para superar la peor tragedia de la vida le responde: “Dios está ahí. A tu lado y en tu dolor”.

Los jóvenes que mueren en las calles de Caracas son los mismos que asisten a sus parroquias para glorificar a Dios. Ellos, con la valentía de los mártires, han señalado un camino para restablecer la convivencia en un marco de respeto y absoluta libertad en Venezuela. Ellos, los que han muerto y los seguidores de sus ejemplos, se preguntan ¿y dónde está Dios? Sin embargo, desde aquella roca, dejada por Pedro y convertida en iglesia solo se escucha el silencio más absoluto.

Hoy comprendo porque en este mundo convulso por la violencia, la corrupción política y el crimen, millones de personas ponen en duda la existencia de Dios. Dudas justificadas, si en el momento justo, cuando las naciones desean estar acompañados en su dolor por los pastores del Señor, sus pueblos sienten apagada la voz de Dios en la tierra.

Su majestad, es  la hora del pueblo de Venezuela. También para los pueblos de Cuba y Nicaragua. Es un tiempo de libertad exigida con sangre joven. De usted esperan el acompañamiento espiritual para superar un régimen tiránico que ha convertido a Venezuela en una nación miserable.

Señor, le he visto pedir oraciones por usted. Reciba la mía con sincera humildad, pero no olvide orar por aquellos que en Venezuela, Cuba y Nicaragua desean estar acompañados por Su Santidad en el camino hacia la democracia y la libertad.

¡ANIMO!

Ramón H. Colás