Fue afortunado.
Pudo hablar con los viejos amigos (intelectuales como él) obviamente, con la
familia, los vecinos del barrio y con figuras importantes conectadas al poder.
De todas sus observaciones la más trascendente, al menos para mí, fue que el
pueblo se expresa con cierta libertad en cualquier parte. “Han comenzado a
perder el miedo y esas manifestación de inconformidad es lo que debe contar
porque se trata de la gente mi hermano” – me dijo. La inquietud de las personas
con quien pudo hablar, no gravitaba solamente en irse o quedarse, sino en que
el sistema cambie. Saben que el país es potencialmente rico para prosperar. “Cuba
es una nación virgen para los intelectuales y los emprendedores porque todo está
por hacer”- asegura. Las aperturas mínimas (teléfonos celulares o Internet) son
ventanas aprovechables y ahora las fronteras de la isla son más amplias.
Eso obliga al régimen a la articulación de un alegato ajustable a la realidad
del pueblo. Las píldoras paliativas aplicadas en los placebos del discurso oficial
tienen voces críticas en cualquier orilla del país y los ecos de la misma
llegan a cualquier parte del mundo.
Existen pugnas en
el poder. El Tuerto, así le dicen al hijo de Raúl Castro, pugnaba por ser el
eje de la continuidad. Sin embargo, no contaba con el respaldo de los viejos
generales y los históricos comandantes de la revolución. Su padre lo ubica, respondiéndoles
a los detractores del chamaco, en una esquina de la jerarquía donde controla a todos,
incluso aquellos que le detestan. La contrainteligencia militar en la isla
tiene el poder ilimitado. El recorrido de Alejandro Castro Espín, al frente de
los servicios de inteligencia militar, no ha sido una cuña donde pudiera estar
a salvo. Actualmente se dice, y nadie sabe porque, que el coronel Castro Espín está
en baja. Sin embargo, su hermana Mariela, cuyas ambiciones para presidenta son
obvias y cuajan con rapidez, ha comenzado a construir el camino hacia esos peldaños.
La Mariela cree tener un atractivo para llegar a la cima. Es mujer y eso le concedería
un gran respaldo en una sociedad machista y marcada por una historia política de
hombres duros. Internacionalmente es conocida como aperturista por la defensa
que hace de los homosexuales y tal. El aval de Mariela sostiene una continuidad
por debajo de la mesa. Ella pulsa el funcionamiento del sistema desde una retórica
aparentemente novedosa que adhiere simpatía de todos los lados.
Los generales
todos son ricos. Después de expoliar al sufrido pueblo de Cuba se han dado
cuenta que disfrutan a media ese caudal. Necesitan más. Es decir espacio para
gastar su fortuna. Ya sea comprándose una mega yate, un trozo de isla en los archipiélagos
del norte, construirse una enorme mansión en zonas exclusivas y sin explotar o
viajar el mundo en sus propios jet privado. Cuba le resulta pequeña. En ese
orden de cosa, se desprende por las conversaciones que sostuvo el economista,
que en el fondo quisieran “cambiar” el sistema. Además, se hacen viejos
capataces rodeado de las mismas experiencias y al parecer eso les agota. Cambiar
no implica renunciar a la gloria que han vivido. No. Se trata de una nueva
arquitectura de flexibilidad (al estilo ruso) donde los oligarcas provienen del
poder y nadie le cuestiona sus inversiones millonarias en la vida económica de
aquel país.
El racismo le
inquieta. Los negros pocos ilustrado están en el lugar de siempre. Los
mulaticos miran su lado claro y reniegan sus ancestros africanos. Considera,
con justa razón, que el sistema de supremacía blanca que se impuso en Cuba
desde la colonia está intacto. Prevalece porque la elite revolucionaria de
Fidel Castro fue, es, y por lo que indica la realidad, será blanca. Castro negó
la discusión sobre relaciones raciales indicando que su revolución había enterrado
para siempre el crimen del racismo. Sin embargo, es gran mentira, como tantas
otras, son visibles en la isla. Los negros viven en las peores casas, son minorías
en los negocios privados, pocos visualizados en la nomenklatura y aquellos
cuentapropistas de mayores éxitos no emplean a personas de piel oscura. La justificación
es simple y racional. Se trata de un negocio familiar de personas blancas. Las
conclusiones del economista sobre el tema es contundente: el desmantelamiento
del sistema de supremacía blanca es el primer paso para construir un país integrado.
Integración capaz de movilizar a lo mejor del alma nacional porque la
inteligencia es sobrada en todos los componentes raciales en Cuba.
Lo predecible es,
decía con cierto optimismo, la inevitabilidad del cambio aunque no se sabe el
momento justo cuando ha de llegar. Y es comprensible, los nuevos rostros en el
poder, aunque intenten interpretar puntualmente el imaginario de los Castros,
no son los mismos. No pueden ser iguales.
Finalmente, me
hablaba de los retos y de las amenazas reales para el futuro. Los que están viviendo
mal hoy, vivirán mal mañana. Los que más tienen en este momento, tendrán mucho más
al siguiente día. Estos últimos están preparados y tiene las conexiones con los
capataces de hoy y se preparan para construirlas con los que vengan. Cuba está
por vivir sus peores momentos y son aquellos que van desde la desaparición del
castrismo hasta la instauración de una estabilidad política. El riesgo de una
encarnizada violencia entre cubanos, si llega a producirse, será cuando los expoliadores
del pueblo se resistan a perder sus privilegios y se blinden hasta los dientes
para preservar, a mordiscos, los favores del régimen. La alevosía del castrismo
se verá venir.