Saturday, September 29, 2018

Carta abierta a Robert de Niro


Señor Robert De Niro.

“La índole de una utopía constituye un pseudo problema, pero el sufrimiento a que da lugar es muy real” escribía Richard Fisch. Tomo estas palabras para exponerle la última parte. Aquella que se refiere al sufrimiento real. Lo hago, a título personal y sin pretensiones algunas, ante el asombro que me produce haberlo visto rindiéndole homenaje al representante de una dictadura de sesenta años en el poder. Son miles, -además, razones tienen para ello- los cubanos asombrados cuando lo ven a usted, una personalidad del cine mundial, respaldando a quien oprime a un pueblo y le niega su libertad. Y es verdad, señor De Niro, hay un sufrimiento extendido en lo profundo del alma de la nación cubana y los responsables se fotografían a su lado con absoluta impunidad. Sufren los que se han quedado, los que nos fuimos y aquellos que van naciendo, portan también cierta ansiedad, porque al llegar a la vida no encuentran algo diferente al sufrimiento de sus padres y abuelos.

La dictadura cubana es como la mafia, aunque ésta no se mueve en la clandestinidad. Funciona igual a esa organización criminal cuando ejerce su poder mediante la fuerza, la violencia, el crimen, la prisión y el destierro. Usted, que ha interpretado papeles de mafioso puede entenderme ahora con facilidad y comprender, si eso fuera posible, la gravedad del asunto que lo salpica a usted en la complicidad. Tal vez, porque todo es posible, usted ignore la realidad cubana o ha llegado a creer la propaganda de sus agoreros acá y de otras partes. Se glorifica a la revolución hasta exponerla como la vía posible y necesaria para ofrecerles una mejor vida a los pueblos del mundo, pero eso no es verdad. Si así fuera, si a usted lo han convencido hasta llegar a creer que Cuba es un ejemplo, pregunte a quienes les distribuyen esa información ¿qué ocurre en la isla  con los derechos humanos, cuantas cárceles ha creado la dictadura, cuántos cubanos se han ido a cualquier parte del mundo después de 1959, cuántos murieron y mueren intentando salir de allí? Para evacuar sus dudas, investigue cuántas personas han sido encarcelas por distribuir libros, ejercer el periodismo libre, organizarse al margen del oficialismo o por criticar a Fidel Castro.

El 11 de Junio del presente año, usted criticó públicamente al presidente de su país desde Toronto, Canadá. El hecho se convirtió en una noticia viral. Después, hasta donde sé, nadie tomó represalia contra usted. Tampoco le han expulsado de su trabajo. Nadie bloqueará sus contratos en el cine. No creo que tenga vigilancia policial, acoso o que se haya convertido en una persona altamente peligrosa para la seguridad nacional. Si esas mismas declaraciones la hiciera un artista cubano todo sería diferente porque dejaría de ser persona para convertirse en un excluido después de pronunciar la última palabra. Para la dictadura de Cuba las ideas son peligrosas  y se encarcelan. También se matan.

Existe en nuestra historia nacional una página negra cuyo capitulo principal lo escribió Castro cuando ordenó el fusilamiento de sus principales adversarios políticos y autoridades de la anterior dictadura. Los ejecutaban frente a las cámaras de la televisión para extender el terror a escala social y paralizar los ideales de libertad del pueblo y las voces de sus opositores. Esa parte, obviamente, no se la han contado. Tengo la seguridad que desconoce del hundimiento del Remolcador 13 de marzo, el 13 julio de 1994. Se trataba de una pequeña embarcación con 70 personas a bordo que intentaba llegar a las costas de la Florida. Fue interceptada, a siete millas de las playas cubanas por fuerzas élites de la seguridad del estado, y por órdenes expresas de Fidel Castro la embarcación fue hundida y con ella 41 personas perdieron sus vidas, incluyendo a 10 niños inocentes que hoy reposan sepultados y sin desearlo en el fondo del mar. ¿Qué repugnante sería si estos crímenes los hubiera cometido Augusto Pinochet, en Chile o Jorge Rafael Videla, en Argentina?

Las dictaduras son dictaduras, sin importar su credo ideológico. Ser dictador de izquierda parece ser una lujosa comodidad que enamora algunas de las estrellas de Hollywood. Y fascina, cómo, incuestionablemente hemos visto, a un grupo de artistas e intelectuales reunidos con usted en New York junto al representante oficial de la única dictadura del hemisferio occidental. Usted ha estrechado la mano de una persona que el pueblo cubano no ha elegido. Su nombramiento fue a dedo y responde a una estrategia del comunismo cubano para darle continuidad a la dictadura en el tiempo. Más allá y después de la desaparición física de sus líderes históricos.

Señor De Niro, la historia siempre juzgará nuestros actos y condenará aquellos que han sido indignos. No tengas dudas, usted comparecerá a ese juicio moral y seguramente será inculpado por complicidad. Lo invito a que se anime y descubra la verdad sobre la revolución que hoy apoya. Está a tiempo de limpiar sus manchas para ganar el reconocimiento de quienes han sufrido severas heridas del castrismo. No demores. Su salud moral lo necesita.
  
Por mi parte, continuaré viendo sus películas. En definitiva, los papeles que usted interpreta no corresponden a su vida. Sin embargo, sentiré vergüenza y pena ajena, al recordar que se ha ubicado, lamentablemente, al lado de quienes han oprimido a mi pueblo.

¡ANIMO!

Ramón Humberto Colás


Wednesday, September 26, 2018

Mis padres y yo.


Mi madre tenía, mejor dicho tiene, la capacidad de imitar hasta los pájaros, hacer cuentos de Callejas  e improvisar versos en las madrugadas. A esa hora, cuando la luna era clara y cruzaba las rendijas del bohío, mamá se retorcía en sus sábanas blancas y nos cuidaba el sueño tendiéndole trampas a las mariposas. Fue, perdón es, su costumbre, acostumbrarnos a los buenos augurios en plegarias diarias. Lo hacía tocando unos vasos con agua donde ubicaba, y sigue ubicando, el alma de sus hijos. No sé, porque nunca lo decía, cuantas horas gastaba en aquel ritual silencioso con olor a amapolas, albahacas y abre caminos. Más de una vez, no sé cuántas, la vi susurrar oraciones aprendidas de un viejo libreto de Allan Cardec. Yo era un niño y no entendía nada. Sin embargo, temía preguntarle por aquellos versos que rimaban como campanadas sobre las palmeras del patio o el ladrido del perro de Victoria. Cuando fui haciéndome mayor, ella me tomó de la mano y caminamos por unos trillos erigidos por las pisadas de mis primos, los tíos y mis abuelos. Caminos que se fueron cerrando, por el paso de los años y la estampía, cuando la hierba se apoderó de todo y los empedrados recodos de las colinas parecían verdeles de desesperanza. Ella me explicaba el curso de la vida como si esta no tuviera fin. Asimilé que se trataba de la certidumbre y del optimismo.  Ahora mismo, mi madre está en el lugar de siempre cansada de esperar y con ganas de vivir más allá de la vida. Por los años, su voz se hace opaca y pergeñan otras rutas -las ultimas- donde ansia encontrarme tan siguiera una vez por un breve segundo. Ahora, ella y yo, entendemos el significado de la ausencia, el costo del tiempo y las lejanías. Las horas sin vernos detrás de un espejo, donde imaginarnos Botijal, la mata de ceiba, los eucaliptos, las travesuras de mi tío Israel y aquellos atardeceres con nubes posibles de tocar con los dedos. Ella allá, resignada de todo. Yo, en este sitio donde la recuerdo, sin maldecir a los culpables de su ausencia, suplico por tenerla otra vez. Mi padre, acostumbrado a guardar silencio para todo, la acompaña tranquilo y sin miedo. Los dos son mis Dioses probables. Las personas en las que creo de manera absoluta (después de Dios) y a los únicos que obedezco sin cuestionarles nada. Ayer, hoy -seguramente mañana- volveré a recordarlos como cada día mientras no estén conmigo      

Sunday, September 23, 2018

Respuesta oportuna a un oportunista racial


Si me miras negro y te veo blanco, si resumes mi vida por el color de mi piel y yo la tuya por las mismas razones; si sientes miedo de acercarte y yo repelo tu cercanía, estamos los dos en un sima distante e irreconciliable. El hombre, por su esencia, no es negro. No es blanco. Tampoco amarillo, mulato o moreno. Es simplemente hombre con matices epiteliales propios. Lo digo, porque ayer, también antes y más de una vez, me preguntaron (con morbosa ironía)  porque cuando se me preguntaba a cuál raza pertenezco, mi respuesta es: a la raza humana. Y es permanente esta creencia. Mi esposa, es eslava, de ojos claros y piel nívea, se clasifica en idéntica similitud. Tengo la seguridad que, en esos asuntos, viajamos en la misma orbita y los dos entendemos mejor la naturaleza humana -que es lo que nos hace persona-que a los matices de la piel de otros. Y es frecuente juzgar por aquello que aflora a simple vista. Si es negro, pude ser peligroso. Si es blanco lo contrario. Absurda superficialidad destinada a empantanar la movilidad racial, el entendimiento y la cercanía entre la gente. Ahí, en esas clasificaciones redundantes se enclaustra el prejuicio, renace el racismo y se encumbra la auto segregación actual. Lo peor es, a mi entender, cuando intentan remediar el problema, decirle al de piel oscura que no lo es para nivelar la ecuación igualitaria que funciona en la palabra pero nunca en la realidad. Es erróneo porque se simula y altera la dinámica de la construcción racial. Tal simulación, es una separación forzosa  y un castigo dúctil en el intento de no incomodar a nadie. Detrás de esos temas tabúes se esconde una gran hipocresía.

Ese asunto lo entiendo muy bien. Vivo en Mississippi, una región del sur americano, donde los matices de la piel so tomaban en cuenta. Hace algo más de cincuenta años acá estaban tan separadas las personas de piel clara y oscura que la violencia por motivo de raza era el pan de cada día. Hoy, todo es diferente -a pesar de los retazos que el odio racial incrustó en la conciencia social del sur- y la gente ubica su lugar con extremo cuidado antes esos temas complejos. La palabra negro se excluye de cualquier modelo indicativo asociado a una persona. El término blanco es invariable y a nadie molesta. Lo contrario advierte la victimización, el desgano y la porfiada rareza de hacernos ver a nosotros mismos diferentes. No es el uso de la palabra negro lo que debe incomodar. Eso es irrelevante, al menos para mí. Debe incomodar mucho más cuando el racista silente no te llama negro, pero no te quiere a su lado y niega el derecho a la oportunidad. Incomodan los líderes justipreciados por la pulcritud del lenguaje y distantes de los problemas reales de sus comunidades negras. Incomoda, y no es para menos, aquellos pancistas asalariados que no ocultan su odio y apetecen el conflicto para sacar ventaja y seguir sobreviviendo de la representación. Incomoda la violencia entre iguales en los barrios donde los que aprietan el gatillo no son personas de piel clara. Incomoda la negativa a admitir esta verdad. 
  
Es menos importante la envoltura que el contenido y quien lo vea a la inversa tiene un gran problema. Y es su problema. Martí, tan grande y necesario, fue preciso cuando escribió: “Los hombres de pompa e interés se irán de un lado, blancos o negros; y los hombres generosos y desinteresados, se irán de otro. Los hombres verdaderos, negros o blancos, se tratarán con lealtad y ternura, por el gusto del mérito, y el orgullo de todo lo que honre la tierra en que nacimos”.

Saturday, September 15, 2018

El aquelarre de Zapatero


Nadie pone en dudas el carácter militante de la izquierda. También la perseverancia para alcanzar sus fines y extender, en la conciencia social de los desposeídos (vocablo acucioso y seductivo) su imaginario político. Esa obsesión, inoculada por los ideólogos y los intelectuales de las ideas afines, prevalece en todo momento por un convencimiento cerval sostenido contra viento y marea. Aferrarse al todo por el todo, es su máxima y nunca advierten lo contrario. Son solidarios. Cercanos en los entendimientos y las tácticas. Persiguen los mismos objetivos donde quieren que estén y cuando no llegan a estar posesionan al que está con la misma firmeza que si estuvieran. Es una perpetua estrategia para ganar terreno y no admitir la derrota. Ellos nunca pierden. Ya lo decía Fidel Castro: “convertiremos el revés en victoria”.  Sólo tropiezan con ciertos obstáculos en el camino a la cima del poder y a la supuesta gloria de los pueblos.

Esa creencia, lo asume el ex presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, al defender al gobierno izquierdista-irracional de Nicolás Maduro. El ex mandatario, apremiado por la improvisación y el contagio de su ideal, ha mentido a todos en nombre de su verdad ideológica. Ha declarado, para referirse a la ola migratoria de venezolanos a cualquier parte del mundo, que “… esa emigración a otros países tienen mucho que ver con las sanciones económicas impuestas por los Estados Unidos y que han sido respaldadas por algunos gobiernos” Los medios españoles y de otros países destacan esas declaraciones con dudas, fuertemente fundadas, aunque provengan de un personaje del linaje de Zapatero. Otra vez, y no es casualidad, la nación del norte, como lo hizo Castro, se convierte en el pretexto para justificar la ineficiencia del sistema venezolano y la desesperación del pueblo.

El ex gobernante español, es un militante socialista con eficacia para la confusión. Está poseído por el don de la superioridad moral que pregona por doquier, a pesar del desastre que sumergió a España, siendo presidente, en la peor crisis de la democracia. Es un revisionista auténtico. Profanador de tumbas. Resentido patológico. Misionero del odio y de las pasiones  absurdas. Infundió en su partido, y en sectores importantes de la sociedad española, la necesidad de establecer una verdad histórica que borre el pasado de sus adversarios ideológicos y no el de sus afiliados de causa. 
Con Venezuela tiene cierta obsesión, pero no acierta. No se fascina por el país y sus atractivos, sino por el modelo chavista y sus quimeras. Su interlocución es fortuita y sin resultados. Los opositores no avalan su gestión porque, evidentemente, se inclina hacia el chavismo y los adeptos del socialismo del siglo XXI. 
  
Nicolás Maduro, un comunista formado en la escuela del partido Ñico López, en La Habana, gobernante absoluto del país sudamericano, socio y protegido del ex presidente español, se debe sentir premiado por las palabras de ese señor. Son declaraciones que evidencian la complicidad de la izquierda irracional de todas partes. Sirven, proviniendo de quien proviene, para justificar el crimen, el pillaje y la crisis de una Venezuela castigada por el error de quienes agrandan su desgracia cada día.

Monday, September 10, 2018

LIKE



Un cubano, radicado en México, me escribió en privado para elogiar mis opiniones en la red. En ese país vive hace cinco años. Se estableció en Guadalajara, atraído por una mujer de esa ciudad, después de una travesía de tres meses desde Colombia. En el  peligroso recorrido por la selva vio de todo. El miedo le aprehendía el alma y su resolución era mantenerse en silencio y muy alerta. Los cubanos son vulnerables por esos caminos raros. Dice estar de acuerdo en casi todos mis artículos y comentario, pero nunca le da un like porque él quiere visitar Cuba sin buscarse problemas. –Ya sabes, la pura, la familia que uno deja atrás hay que visitarla aunque no esté de acuerdo con el gobierno- me escribía. 

Eso mismo me lo han dicho en mi cara otros que van o quieren visitar Cuba. Siempre alegan los mismos deseos: visitar a su mamá, la familia, los amigos y el barrio. Ellos creen que sus madres son superiores a la de los cubanos que no podemos ir. Su buen comportamiento acá es la patente para volver. Yo no tengo problema con los que van y vienen. Sin embargo, me asombran sus miedos e inseguridades viviendo en países libres. Desde estas orillas ponderan a la dictadura igual o más que si vivieran en Victoria de las Tunas, Santiago, Santa Clara o La Habana. El miedo a dar un like para evitarse problema en la isla, es el síntoma de una enfermedad crónica adquirida en Cuba y sostenida, sin tratamiento o algún placebo, en los países democráticos donde luego se radican.

No escribo esta nota porque prefiera un like. No. Deseo que lean mis opiniones todas las personas con acceso a Internet sin demostrarme aceptación por la mismas, pero ¿A dónde vamos a ir con semejante cobardía? A estos recaderos y transportadores de pacotilla les importa un bledo la libertad de su patria. Es más, aunque sea doloroso decirlo, están de acuerdo que las cosas se mantengan igual siempre y cuando no le toquen su parte.

Ahí, en esas simples manifestaciones conductuales están algunos de los argumentos que explican las causas de la inmovilidad en Cuba. Así no se cambia a una dictadura. Y lo peor, es que el régimen lo sabe y azuza el mito de su control sobre todas las cosas para seguir paralizando a la gente y extender el miedo más allá de las fronteras 
nacionales.

Somos un pueblo que no encuentra su camino frente a una dictadura que consolida su despojo.

¡Pobre Cuba!
    

Saturday, September 8, 2018

La primera muerte de Eduardo Cardet


Existen muchas maneras de morir -los verdugos lo saben y hasta lo disfrutan- que no son contadas en los libros. La peor es aquella donde la vida se esfuma lentamente. Despacio. Donde el dolor se aprecia como un martirio inmutable que acelera la defunción. Morir en vida, diría cualquiera, es el castigo más cruel y alevoso que pueda soportar una persona. Y así, porque es verdad, sucede con el doctor Eduardo Cardet, confinado en una cárcel del castrismo donde intentan matarle las ideas y la herencia aprendida de Osvaldo Paya. En ese difícil escenario, modelado por el hedor, la maldad sin límite y la bajeza moral, se apaga su juventud. Y es posible que vea como el entorno de hombres sin esperanza, encarcelado por todo (hasta por soñar) se fermenta por una sobredosis de inhumanidad.

Lo martiriza la dictadura, no nos debe sorprender, y también aquellos que compartieron la sombra bajo el mismo techo y hoy deciden, porque quieren decidir, distraernos con propuestas vacías, sin sentido y complacientes. Esa argucia abrevia la muerte, consterna y hasta puede convertir en sanguijuela al mejor soñador de esperanza. Deberíamos aprender a no olvidar porque ese olvido, cómplice silencioso del poder tropical, derriba la fuerza de cualquier prisionero.

¿Qué importancia tiene consumir todo el tiempo empujando una puerta que no abre? Sin embargo, porque en política hay que ser pragmático, este es un momento clave y oportuno para lanzar una campaña internacional a favor de la libertad del doctor Cardet. ¿Por qué no se hace con el impulso de las buenas ideas y con aquellas personas comprometidas con la libertad y la democracia en Cuba? ¿Cuándo advertiremos el mal que se hace a la isla cuando todos aspiran, y algunos lo logran, a convertirse en cabeza de león para acomodarse, en nombre de la patria, sin el menor escrúpulo?

Ya ven. La primera muerte de Cardet la ejecutan los caprichos, la retorcida manía de poner lo primero en el último lugar, el protagonismo ciego de la ignorancia y el olvido sitiado por la soledad.                      

Sunday, September 2, 2018


Razones le sobran a Zoe Valdez cuando, con las mejores intenciones, critica con agudeza las envolturas propagandísticas contra el decreto ley 349. Usted se preguntaría qué relación o cercanía tiene publicitar a una bella mulata, vestida con un juego de biquini, hecho con secciones de la bandera nacional y la doctrina socialista. El régimen empaca sus mentiras en la sublimidad política y los símbolos patrios glorifican el contenido del mensaje. Eso se intenta hacer esta vez, cuando el cuerpo de una mujer, devenido en símbolo sexual desde siempre, se muestra semidesnudo y orlado con fragmentos mínimos del blasón antillano. Sin embargo, el contenido del mensaje se pierde ante la atractiva figura de la joven y, lo que parece ser una buena idea, termina disipada en la nada. Los autores parecen ser mejores promotores del turismo sexual que formadores de opinión contra la dictadura. Dos tetas al aire -lo digo por segunda vez- no reclutan la conciencia política de nadie y menos en un país donde el sexo es lo único sin racionar.