Sunday, July 29, 2018

Tres observaciones urgentes para un domingo cualquiera


I
Raúl Castro, en el acto por el 26 de Julio, dijo sobre la reforma a la constitución: Será un documento adecuado al momento “…de modo que se garantice el carácter irrevocable del socialismo y la continuidad de la revolución” Visto y leído así, no importa eliminar la palabra comunismo de la carta magna cuando la esencia del sistema sigue siendo lo mismo. El raulismo mágico se cubre con el manto del pragmatismo y el juego semántico porque la pericia del castrismo se atribuye la capacidad de cambiar la envoltura, pero nunca el contenido. Es el arte de engañar a quienes siempre han sido engañados.

II

Dice un español que vive en Cuba que los viejos en la isla siguen apegados a la revolución. Los jóvenes, según observa, están en otras cosas. Quieren dinero, hacer negocios o irse del país. Seguidamente expresa admiración por Cuba, sobre todo por la Habana, ciudad donde vive y teme que un cambio elimine ese sabor a cubanía que disfruta en las calles de la capital. Pienso que Cuba vende su miseria como un atractivo turístico. Duele, por cierto mucho, cuando quienes disfrutan de la libertad en sus países ven -como parte del folklor- la vida miserable de un pueblo como motivo de placer. Ah, llegan a disfrutar tanto esa penuria popular que desean prolongarla en el tiempo para un goce mayor.

III

Desde un controversial congresista, pasando por influyentes hombres de negocios, hasta llegar a un exiliado de a pie, les he escuchado decir que Cuba no cambia por culpa de Miami. La firmeza de sus argumentos pesa como un acto de fe. Una convicción tan fecunda que se comportan como defensores del otro lado. Se concentran en criticar el exceso de patriotismo y el uso desmedido del cerrojo anticastrista para mantener cerradas las puertas del acercamiento, los intercambios y los negocios. Resulta difícil entenderlo así, al menos para mí. Tal simpleza e injusta valoración nos dice hasta donde calan los tentáculos del castrismo. El exilio no es estructural y menos perfecto, pero es el único milagro cubano, según Leví Marrero, construido por un país fuera de sus fronteras.

Saturday, July 21, 2018


Otra nota sobre el raulismo mágico

De Raúl Castro, líder del comunismo cubano, se dicen, entre otras cosas, que es cherna (eufemismo tropical para identificar al homosexual) pero a nadie se le ha escuchado decir que tiene un pelo de bobo. La bobería, no cabe en el diccionario revolucionario, sobre todo, cuando se trata de asuntos tan importantes como mantener el poder de una isla pequeña, pero ensanchada como un continente por quienes viven dentro y fuera de ella. Si su hermano Fidel fue un dictador cómodo, Raúl es el líder amable de una revolución vieja, persistente y renovada en los mismos pilares de incondicionalidad. Es, pudiera decir cualquiera, un trabalenguas de grado tres, pero no, se trata de una suerte echada al camino para hacerla durar tanto como sea posible. Raúl, al día de hoy, se ha convertido en poeta. En el revolucionario que otros quisieron ser. En profeta, mago, adivinador de gangas, comerciante de burbujas, conciliador, aperturista, tolerante, pendenciero, y, para colmo, buena persona. El tipo está y no aparece, pero todos los ven. Cuando nadie lo ve se le aplaude. Su nombre es un retrato o una comilla detrás del pódium emergente indicando la ruta donde habla Díaz Canel. Es el guardián.

Para él ha sido una suerte nacer en el trópico aunque sus raíces provengan de Europa. El Caribe inocula lealtad a los demonios, puede parir cualquier estupidez sin advertirse y troquelar la inteligencia de un bardo. Basta con dejarse seducir por el hechizo, por el hedor a esperanza enlatada, por el sexo como mercancía barata y por esas aguas azules que tanto esclaviza. Raúl Castro, como Aladino, posee un lado oscuro detrás de su lámpara y nunca la muestra porque intenta imitar a la luna. Así son y siempre serán estos hombres pincelados en la fe de sus creyentes.  

Ahora, cuando el Foro de Sao Paulo se acaba de celebrar en La Habana, Raúl sólo aparece en los papeles leídos, aquellos que irán a los archivos de asuntos importantes sin la compañía de un retrato. Eso es saber conducirse inteligentemente entre los débiles que somos nosotros. Los que escribimos estas impresiones aproximadas, quienes llevamos heridas en el cuerpo sin poder mostrársela a nadie porque nuestra verdad se ha convertido en mentira. Digo, y lo diré siempre, los perdedores en esta confrontación inaudita entre nacionales somos aquellos que amamos la democracia. Y nuestra derrota no se asimila como un reto a revertirse. Es la ceguera, ese mal inoculado en el carácter y el miedo, enfermedad paralizante del alma nacional.

Ya empezamos acostumbrarnos a ver las cosas de la misma manera. Cuba es igual y seguirá siéndolo a pesar de los pesares. Es el cansancio de quienes intentaron antes hacer la diferencia lo que cansa a los nuevos andantes en estas rutas libertarias. Es la repetida manía de esperar por el americano, por la solidaridad europea y el compromiso latinoamericano, lo que nos tiene en estas orillas confusas, diversas e irreconciliables. Lejos de aquellas perspectivas perdurables donde se esconde la verdad y la esperanza.

Así, porque así son las cosas, se va cuajando el destino del país con su nueva reforma constitucional. Acá, es decir, los de extramuros, no podemos entender a donde van las palabras comprimidas en una carta fundamental a la que nadie acude y pocos mencionan.

Raúl, heredó  la maldad de su hermano con una dosis muy baja de pudor y un poco de suerte para vivir tranquilo. Mientras en Nicaragua trasquilan libertad, al menor de los Castro nadie lo menciona porque su país (el nuestro) impresiona normal. Todo ocurre porque en ese estado natural (como hoy me escribió un antiguo profesor) no se dan las cosas por casualidad. Y tiene razón mi maestro, el raulismo mágico es una escuela consignada a la vigilancia de lo viejo aunque manden los nuevos. Siempre se puede reprimir sin llegar a matar y como en Cuba se inventan tantos mitos como Dioses, hoy se reproduce –desesperadamente- la versión de aquellas ilusiones perdidas, donde el mundo era un verdel de felicidad revolucionaria en la mente de nuestros iluminados insulares.

Wednesday, July 18, 2018

A la memoria de José Gabriel Ramón Castillo


Ha muerto José Gabriel Ramón Castillo, prisionero de conciencia, del mundialmente conocido Grupo de los 75.Vivía en Miami. En un exilio donde no encontró espacio para invertir su talento y menos para dejase escuchar. Y duele. Obviamente, duele, si observamos cómo algunos, que jamás hicieron nada por liberar a Cuba, se estrenan como paladines de la libertad en los sitios donde se paga bien y no se conduce un transportation. Pepín, a si le llamábamos sus amigos, vivió como pudo, pero ennoblecido. Su historia personal, como la de sus compañeros de causa, puso en el mapa mundial la tragedia de Cuba y eso es bastante. Ahora, cuando es imposible acomodarle donde debió estar, sólo nos queda recordarlo como lo que fue: un patriota y una palma. En él se mantenían los valores perdidos en su patria, los sueños inalcanzables hasta hoy y el optimismo sobre el futuro de la isla.
Mi último encuentro con Pepín en Cuba, fue en mi casa de Francisco Guayabal. Oscurecía. Llegó agotado desde Santiago de Cuba, pero su carácter flemático escondía cualquier huella de cansancio. No dormimos ni un segundo. La noche entera la pasamos conversando y en cada palabra suya prevalecía el entusiasmo por el cambio. Después, cuando fue forzado a salir de Cuba, nos volvimos a ver en Burgos, España. Esta fue la última. Contenía las huellas de la prisión y la ocultaba detrás de un montón de proyectos escritos en papeles que pocos quisieron ver. Era incansable y soñador, como los grandes cubanos. Polémico y controversial, porque inteligencia le sobraba. Irónico, como los genios de cualquier barrio. Amigo, porque supo construir amistad en la adversidad de un país donde los dogmas separan al hombre.
En su viaje final -estoy seguro- se lleva el dolor de Cuba y los cubanos. También, (porque fue su acto de fe) el deseo de verla libre desde el cielo.
¡Descansa en paz hermano!

Friday, July 13, 2018

El remolcador

La vida de un niño vale tanto que respetarla dignifica a cualquiera. Sin embargo, en Cuba, por órdenes de Fidel Castro, un día como hoy, del año 1994, encontraron sepultura en el fondo del mar, diez pequeñas criaturas, cuando la embarcación en que viajaban, rumbo a la libertad, fue hundida, junto a 31 personas más. Aquellos que hicieron del castrismo una dictadura cómoda, no pueden tener comodidad en su conciencia. Tampoco, quienes se dejan acompañar con el silencio de la complicidad y ocultan el más horrendo crimen del desaparecido dictador.

Monday, July 9, 2018

Acerca del estoicismo.

Se lo escuché decir al doctor James Meredith hace algunos años y siempre, cuando nos vemos, me recuerda que el estoicismo puede cambiar Cuba. Este gran hombre, icono de la lucha contra la segregación racial en el sur americano, lo dice porque las acciones llevadas por su generación eran actos heroicos que prescindían de beneficios personales. Luego, cuando los cambios ocurrieron, Meredith, sin consentir el descanso, estudiaría a la escuela estoica fundada en el 301 a.c por Zenón de Citio. Comprendió, sin dejar de asombrarse, que todo cuanto hicieron tenía una cercana relación con aquellos principios éticos de la antigüedad. Si bien, el estoicismo, como doctrina filosófica, buscaba dominar y mantener bajo control los hechos, cosas y pasiones que desconciertan la vida, asumiendo la valentía y la razón del carácter personal como fuerzas capaces de conseguir el bienestar y el conocimiento prescindiendo de bienes materiales, el movimiento de derechos civiles hizo mejor a América y sus líderes de entonces, que no son los de hoy, prescindieron de todo beneficio que no fuera consolidar lo que su sacrificio había alcanzado. Charles Evers, activo defensor de la democracia americana y su hermano Medgar (vilmente asesinado por un supremacista blanco) –fueron dos pilares fundacionales del movimiento de Derechos Civiles en Mississippi- vivieron una temporada en Chicago. (El norte abría algunas ventanas mientras el sur las cerraba) Allí trabajaron tan fuerte como pudieron y aquel esfuerzo le sirvió para ganar hasta un millón de dólares entregado, en su totalidad, a la lucha por vencer las barreras del odio racial. Son ejemplos de cómo hacer las cosas cuando se impone la razón y las ganas de hacerlo. En Cuba, el estoicismo es una palabra más en el diccionario de la revolución. Que suerte tendría nuestro país si un día algunos de nosotros nos inspiráramos en fundar una nación donde el beneficio mayor –para quienes se consagren en servir- sea una simple referencia para que otros lo hagan mejor.