Sunday, September 29, 2013

Apuntes



I
Fiesta de vida
Los domingos, cuando el gorrión se apodera del alma y Cuba aparece por todas partes, lo mejor es embriagarse con algo proveniente de su tierra. Apareció, como por arte de magia y gracias a You tube, un excelente concierto de Afro Cuban All Stars en Tokio hace varios años. Entonces, al calor de los acordes de nuestra música tropical, el ánimo se levanta y todo empieza a ser mejor. Mi esposa, que es checa, sabe bailar,  ama a mi isla y hasta sabe cocinar frijoles negros, me dijo: la música cubana es una fiesta de vida. Eso, tal vez justifique porque en medio de tantas penurias, represión, limitaciones a las cosas más básicas del mundo, desinformación y fronteras cerradas, la gente en Cuba siempre muestra una alegría sin par, difícil de encontrar en otras partes del mundo donde no falta nada. Y el régimen lo sabe. Por eso, pan y circo no faltan en la mesa mal servida de la revolución.
II
El chanchullo de Rubén
Un mississippiano sonriente se acercó cuando supo que yo era cubano. Se introdujo de manera espontánea e informal, costumbre americana aplicable para todos, para luego hablarme de música y músicos cubanos. Me sorprendió cuanto sabia de los viejos pilares de nuestras tradiciones musicales, del son, la guaracha, el guaguancó y otras sonoridades de Cuba. El resto de la conversación fue sobre Rubén González, ese virtuoso pianista que con sus manos ejecutaba el instrumento con tanta maestría que sus improvisaciones merecen ser estudiadas por quien desee entender el valor de la música cubana. Si yo fuera pianista me gustaría ser como Rubén para tocar Chanchullo, me dijo.
III
Crisol de esperanza
Cuando se habla de racismo en Estados Unidos, no siempre queda claro hasta donde llegan los tentáculos de ese mal. Por un lado, te encuentras, varias veces sobredimensionado por los medios, una noticia donde alguien ha sido víctima de un ataque racista, o de una cocinera mediática que en un traspié racial menosprecio a una parte de su audiencia porque no tenía la piel como la suya y, en el peor de los casos, cuando una persona muere víctima de crimen de odio y luego la justicia no aplica la sanción que los afectados esperaban. Para entender el asunto y cuando se profundiza en él, se logra comprender que el racismo en Estados Unidos es aplicable no a todo el conjunto de la sociedad, sino a algunos elementos de ella que desean revivir los peores momentos del fundamentalismo racial.
Por la otra parte se muestra, desde las dos administraciones del presidente Bush, que el poder negro se visibilizaba en todo el escenario político de la nación, cuando Collin Powell y Condoleeza Rice, desde el Departamento de Estados, mostraron los avances de las minorías en el país. Barack Obama, un mulato, cuya parte negra (cincuenta por ciento) parece extenderse hasta el cien, está en la Casa Blanca y hace cinco décadas algo así era inimaginable creer. Recientemente uno de los más grandes canales de televisión en Estados Unidos (CBS Television Distribution) inauguró dos programas estelares en la pequeña pantalla. El día nueve de septiembre, Arsenio Hall, un actor afroamericano regresó a los medios como conductor de un espacio cuya audiencia se cuenta por millones en todo el país. Una semana después Queen Latifah, actriz nacida en New Jersey, cantante de Gospel, Soul, Jazz, Hip Hop, escritora de canciones y modelo, inauguraba otro espacio similar.
Tres conclusiones de estos apuntes
1.- Existe un espacio alcanzable para todo el que tenga talento en América, no importa su procedencia u origen racial.
2- La discriminación mayor es contra las malas actitudes conductuales que originan aquellos que se involucran en tales incidencias. Y estos pueden ser blancos, negros, asiáticos o hispanos.
 3.- Los que discriminan más son los menos ilustrados en todas partes y Estados Unidos no es una excepción.
Un vecino, que jamás había compartido amistad con personas negras en su país, asegura que nunca lo tuvo no porque fuera racista, sino porque no sabía cómo hacerlo. Ahora vemos los deportes juntos, compartimos la mesa de nuestras casas y más de una vez me llamado brother.
América es un crisol de esperanza que funde lo imposible.



Wednesday, September 25, 2013

Los que se van


Acaba de morir en España, víctima de una prolongada enfermedad, Oscar Espinosa Chepe.  Tenía 72 años, la edad de la experiencia y la sabiduría, para saber cuál es el tiempo oportuno para dejar de hacer algunas cosas y continuar otras. No sabemos, a ciencias ciertas, cuantas quehaceres dejó pendiente en su vida familiar. Sin embargo, a pesar del deterioro de salud, continuaba siendo un adalid de la verdad, cuando con meridiana claridad exponía los lados oscuros de su país. Chepe, era inquieto, con una facundia envidiable que lo convertían en un gran conversador. Era calmado y agudo para sus reflexiones y análisis sobre temas económicos, de carácter flemático y verbo afilado. Era de esas personas que cualquiera desea tener como amigo porque caía bien y eso es un privilegio para un ser humano.

Lo tuve decenas de veces en mi desaparecido programa de radio Voces porque sabía martillar en los sitios donde otros no llegaban a ver. Allí se lucía como experto, quizás como un maestro, repitiendo los errores de quienes siguen llevando al país a una ruina total. Y lo hacía sin odio, a pesar de haber sido una de las últimas víctimas de la cruzada totalitaria de La Habana. El no concebía una Cuba nueva sin todos los cubanos, incluyendo aquellos que hoy le negaban el derecho a su libertad. Pocos hablaron tanto de la reconciliación como Oscar Espinosa Chepe lo hizo en sus artículos o entrevista y, justamente asumia esa actitud, porque su capacidad intelectual y el profundo conocimiento de la realidad cubana, le permitieron arribar a esa conclusión básica para poder fundar la nación democrática que Cuba necesita.

Ahora ya no está para el festejo ansiado de la libertad y no hay que lamentarse.  Los que se van antes, como Oscar, lo hacen dejando el ejemplo y un legado moral que deben servir de bandera de lucha para llegar temprano a donde ellos quisieron.