Friday, April 12, 2013

Las lágrimas de Fidel

Hace varios años uno de los hombres de negocios en la Florida, ocupado en levantar el embargo a Cuba, me aseguró que Fidel Castro estaba obsesionado con la suerte de sus hijos después de su muerte. Esa vez creí al gobernante un ser humano como todos los mortales con la lógica de sentir en su propia piel el riesgo que le puede deparar a quienes han sido fruto de su creación. Sí,  porque a Castro se le ha visto siempre empinado en su orgullo, traspasando las espirales del conflicto como un adalid invencible, aplastando a sus débiles adversarios sin piedad, como el hombre dotado de la verdad (que según su imaginario parte y termina en él) y hasta como una persona para la cual las cosas comunes no tienen cabida. Sin embargo, en La Habana, frente a las cámaras de la televisión nacional y la prensa extranjera, donde apareció con su voz apagada y el desgaste ostensible por la edad,  se emocionó, como no acostumbra,  al recordar a su gran amigo, el desaparecido presidente venezolano Hugo Chávez.

Sus llantos brotaron, quizás por primera vez desde que era niño, como la de una infanta cuando pierde un juguete de mucho valor. Otra vez llegué a la misma conclusión. Ver a un hombre sollozando no es un pecado, todos algunas vez nos hemos sentido sorprendido por la aflicción y lloramos. Fidel Castro, acostumbrado a la rectitud de sus emociones, como alguien ajeno de este mundo, sorprende cuando su rostro se sonroja, sus dedos largos reposan en sus ojos para aguantar las lágrimas mientras escucha una canción dedicada a la partida sin regreso del líder bolivariano de Venezuela. Y todo eso a pesar que el ex gobernante pedía el mayor sacrificio por su revolución sin doblar las rodillas y sin derramar una gota de llanto para no demostrarle al enemigo ninguna flaqueza porque los verdaderos revolucionarios jamás gimotean.

Siempre ha sido normal en cualquier lugar de este mundo llorar a un amigo, pero Castro una vez aseguró no tener a ninguno para evitar celos entre ellos. En ese momento no parecía  un ser humano, después supimos que se refería solo a los cubanos porque en todo el planeta le sobraban incondicionales amistades como la de Hugo Chávez Fría.

Las imágenes son elocuentes y delatan el profundo aprecio del comandante con el líder bolivariano. Es la vejez, ese tránsito inevitable por la vida, lo que debilita todo, hasta la fuerza de sostener una lágrima cuando un amigo se va.

Sunday, April 7, 2013

Beyonce en La Habana




La cantante y actriz norteamérica Beyonce, ronda las calles de La Habana entre el bullicio de la gente, escoltas policiales, pioneros en sus escuelas “modelos” y hasta el pulóver del Che dejándose contaminar por un Habano en el cuerpo híspido de Jey Z, su esposo rapero. Las imágenes lo dicen todo. Beyonce y su cónyuge están felices celebrando el quinto aniversario de su matrimonio en un país exótico, aunque cercano de ellos según la geografía, rico en música y muy pobre económicamente, pero capaz de presentarse como el paraíso para los desinformados
Me han preguntado, cubanos de todos los sitios donde estamos y amigos estadounidenses, si apoyo estos viajes a la isla. Como son un defensor de las libertades individuales no puedo coartarle a nadie el derecho a ir donde deseen porque de hacerlo caería en las interdicciones a la libertad. Sin embargo, lamento que algunas celebridades busquen en Cuba placer soslayando la terrible tragedia del pueblo cubano. Y este es el caso de Beyonce, de Jay Z y otros que han pasado por La Habana sin conocer siquiera que detrás de la fastuosidad hospitalaria existen personas encarceladas por pensar diferentes, libros que se prohíben, oportunidades sepultadas bajo las consignas de la ideología y artistas talentosos que archivan en gavetas sus obras por ser consideradas peligrosas.
No me molesta que vayan al país donde no puedo regresar como otros miles de compatriotas exiliados. Esto último Beyonce no lo sabe. Lo ignora, porque nosotros los cubanos administramos muy bien nuestro dolor, pero no sabemos explicarlo.

Thursday, April 4, 2013

Martin Luther King y el sueño de los cubanos



El 4 de abril de 1968 un disparo de odio cegó la vida del Martín Luther King en el hotel Lorraine de la ciudad de Memphis, terminando así la vida del norteamericano más preclaro del siglo veinte. La noche de su muerte se encontraba reunido con sus colaboradores en una habitación de aquel modesto hotel, cuando se dispuso a salir al balcón en un momento de reposo. Era lo esperado por el asesino confeso, James Earl Ray, quien al apretar el gatillo de su fusil segregacionista intentaba matar la esperanza que el pueblo negro de América anhelaba por varios siglos.   

Con el paso del tiempo y la obra del doctor King, por la defensa de los derechos civiles de los norteamericanos, se inmortaliza para siempre. Su convocatoria permanente a la paz cívica de América lo convierte en el mejor referente ético para una sociedad donde las ascuas del fundamentalismo racial se mantienen encendidas.

Aquel sueño de unidad entre los componentes raciales de la sociedad americana se ha mantenido después de la firma de la ley de los Derechos Civiles el 2 de julio de mil novecientos sesenta y cuatro, considerada como la ley que hizo a América un mejor país. Aquella legislación sepultaba, por voluntad de la mayoría de los norteamericanos, las leyes racistas de Jim Crow que se mantuvieron desde el año 1876 hasta 1965 promulgando en los estados la segregación racial en los espacios públicos bajo el efugio de “separados pero iguales” aplicable a los afro norteamericanos y al resto de los grupos étnicos no blancos en Estados Unidos.

La importancia de Martin Luther King, no solo radica en haber luchado por superar las barreras de la segregación, sino en la presencia de su legado para continuar monitoreando el respeto a la igualdad en la oportunidad que ofrece la democracia norteamericana a sus ciudadanos.

Su discurso memorable Yo tengo un sueño mantiene la vigencia de aquella tarde cuando fue pronunciado bajo la sobra del monumento a Abraham Lincoln en Washington, el 28 de agosto de 1963, y ante la mirada vigilante del capitolio nacional. Sueños que otros hombres, de tierras diferentes, quieren para la suya. Como los cubanos, atrapados por el absurdo de una dictadura totalitaria agazapada en el poder contra la voluntad popular.

Las enseñazas del doctor King, a través de la desobediencia civil y la no violencia, armas de incalculable valor para cambiar la injusticia del mundo, han sido los instrumentos más eficaces que han estado al alcance de los opositores en Cuba para llegar algún día a edificar, como promueven dentro de la isla, un nuevo país.